18°SAN LUIS - Viernes 26 de Abril de 2024

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Un corazón puntano en pleno barrio de Recoleta

La Casa de San Luis en Buenos Aires es un palacio de principios de siglo pasado que sorprende por su arquitectura y por todos los detalles de construcción. Es, además, un lugar para repasar la historia y el arte de la provincia, y para descubrir la solidaridad entre comprovincianos.

Por Miguel Garro
| 22 de agosto de 2017
Fotos: Alejandro Lorda

Enclavada en pleno barrio de Recoleta, La Casa de San Luis en Buenos Aires es hermosa por donde se la mire. Por fuera, el edificio ubicado sobre calle Azcuénaga, a pocos metros de avenida Santa Fe, tiene una imponente fachada que no la hace pasar inadvertida en una cuadra muy concurrida. Por dentro es un increíble palacio de principios de siglo pasado con una arquitectura impresionante y un halo de embajada plenipotenciaria de la que los puntanos deberían sentirse orgullosos.

 

Ese amplio espacio repleto de brillo y puntanidad recibe todos los días a cientos de personas que tienen a alguna relación con la provincia. De empresarios bonaerenses con negocios en San Luis a puntanos de paso para realizar cualquier tipo de trámite. Todos son atendidos con suma amabilidad por unos 30 empleados que se distribuyen en las áreas administrativas que funcionan allí mismo.

 

Un recorrido guiado por la Casa empieza por alguna de las dos puertas que dan a la calle, ubicadas a pocos metros una de la otra. Por una, en funcionamiento actualmente, se ingresa a un hall que se usa para exposiciones de artistas plásticos de San Luis; por la otra –que se abre sólo en ocasiones especiales- hay una pequeña escalera que comunica a un salón principal, custodiado por esculturas de angelitos y grandes espejos. A los alrededores de ese acogedor espacio está el despacho del Gobernador y una sala de reuniones decorada con muebles de época, amplia y bien iluminada.

 

En una primera planta se encuentra el despacho del director, algunas oficinas y las paredes ilustradas con cuadros de artistas puntanos (Ana Lía Acetta, Viveka Rosa, entre otras) y con los retratos de todos los gobernadores de la provincia. En ese punto, el lugar es también un repaso histórico.

 

El segundo piso está ocupado por un microcine acondicionado con equipo de audio y proyectores de primera tecnología que se utiliza para las funciones de películas hechas por San Luis Cine y para charlas y conferencias. Se llega a ese lugar por medio de un pasillo que en sus paredes laterales violetas tiene acrílicos con frases y sentencias de pensadores y literatos de la provincia.

 

El 1o de febrero de este año se hizo cargo de la dirección de la casa Nicolás Rodríguez Saá, un joven abogado de 33 años con mucha militancia política. Si bien nació en Buenos Aires, el funcionario pasó mucho tiempo de su infancia en la provincia, su abuelo fue gobernador y su padre asesor del actual gobernador puntano durante su paso por Congreso Nacional.

 

“La primera orden que recibí – dijo Nicolás en su despacho, rodeado de imágenes de Eva Perón y el Papa Francisco- fue la de abrir las puertas de la Casa. Eso es lo que tratamos de hacer”.

 

Una de las principales acciones de la embajada puntana en Buenos Aires es la del fomento de turismo. Como muchos porteños acuden al lugar a consultar por precios y disponibilidades para sus vacaciones, hay mucha folletería disponible de cada localidad de la provincia e informantes especializados.

 

Pero no es la única tarea. La Casa tiene un área de Legales que sigue de cerca los juicios que la provincia tiene en la Corte Suprema de Justicia. También en ese módulo se reciben consultas constantes. “Como San Luis es pionero en las causas por la coparticipación y la deuda histórica de la Nación, muchos abogados de las otras provincias vienen a consultar por los pasos a seguir”, dijo Rodríguez Saá.

 

En la zona dedicada a Rentas se reciben los comprobantes de pago de impuestos de empresas puntanas con directivos en Buenos Aires o de los porteños que tienen terrenos en la provincia. Y la del Registro Civil funciona como vehículo de las muchas consultas que se realizan, en su mayoría por partidas de nacimientos o certificados de defunción expedidos en San Luis.

 

La misma función cumple la embajada en cuanto a la comunicación de cualquier dependencia estatal de la provincia con algún ente nacional. Todos los días llega y sale un bolsín con notas, formularios, correspondencia varia y El Diario de la República. “Lo leemos todos los días para enterarnos de las cosas que pasan en la provincia”, dijo una empleada administrativa de la Casa que vivió durante años en Villa Mercedes.

 

Agregó Nicolás que una de las alas más importantes de su administración es la cultural, que está a cargo hace muchos años de Laura Cuffini, una actriz y escritora con estrechos lazos con la provincia. “Cada tanto –aseguró el encargado- traemos la cultura cuyana y puntana a la capital”.

 

Peñas, muestras, exposiciones, proyecciones de películas, charlas y otras actividades hacen que la visión cultural del lugar sea muy nutrida e intensa y acapare mucha atención. “Podemos prestar las instalaciones para que los artistas puntanos ensayen y hemos hecho desayunos con varios de ellos, que nos cuentan sus inquietudes”, sostuvo Nicolás.

 

Finalmente, la acción social parece ser el fuerte en la gestión actual. Más allá de las cuestiones formales –por convenio, la provincia se hace cargo del hospedaje y el traslado de pacientes menores con casos problemáticos de salud-, el funcionario quiere dejar una impresión más humana. Por ejemplo, suele visitar en los hoteles o en los hospitales donde están internados, a los chicos con tratamiento oncológico o a la espera de un trasplante.

 

“Muchos de los que llegan para esos trámites son personas muy indefensas y humildes que, por ahí, se ven abrumadas por la gran ciudad. Por eso considero que el acompañamiento es vital y les hace bien”, dijo el director de la Casa, orgulloso de conocer cada caso puntual y de estar al día de la situación de salud de los más de 90 chicos puntanos que han sido operados durante el año.

 

Tras el mismo objetivo, Nicolás transformó una oficina cualquiera de la Casa en una suerte que visitan el palacio tengan un espacio para entretenerse mientras sus padres hacen los trámites pertinentes a la operación.

 

“Yo priorizo al puntano. La posición de nuestro gobernador está muy bien vista en Buenos Aires y por eso se arriman muchos dirigentes para conocer nuestro modelo. Los atiendo, hablo con ellos, pero mi responsabilidad mayor es para con los puntanos en tránsito o con residencia en  Buenos Aires”, dijo el joven funcionario quien armó un grupo de Whatsapp con los15 chicos de San Luis que juegan en las divisiones inferiores de AFA, a quienes de vez en cuando va a visitarlos o acompañarlos en los entrenamientos.

 

Puede pasar que algún sanluiseño que esté de paso en Buenos Aires se quede sin dinero de ludoteca para que los chicos o tenga algún accidente. En ese caso, muchos recurren a la Casa de San Luis que si bien no tiene presupuesto para esas contingencias sí tiene material humano dispuesto a ayudar, a veces con dinero de su bolsillo. También ha pasado muchas veces que una vez que los funcionarios empezaron a indagar, descubrieron que los presuntos malogrados no eran puntanos, sino oportunistas.

 

El edificio donde hoy funciona la Casa de San Luis fue construido en 1920 por Virginio Colombo, un arquitecto italiano que llegó a Argentina de la mano de José Figueroa Alcorta, a pedido de Carlos Lagomarsino, un inmigrante italiano dedicado a la industria textil.

 

La casa fue habitada por esa familia sólo cuatro años, hasta la muerte de Carlos. Entonces, la esposa del industrial la puso en venta y a partir de entonces funcionó como un consultorio médico, sede de la primera Escuela de Aviación, del Servicio de Inteligencia de la Aeronáutica y sucursal del Banco Interamericano Regional.

 

Luego de una quiebra, el Banco Central se hizo cargo de todos los bienes y los subastó por licitación pública en los últimos años de la última dictadura militar. La casa fue comprada por una inmobiliaria llamada Las Espigas, que más tarde la vendería al Gobierno de la Provincia de San Luis. La inauguración oficial como Casa de San Luis fue en el año 1985 y en 1997 comenzó una restauración que hizo que el lugar sea hoy la combinación perfecta entre tecnología e historia.

 

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