"El plan de la mariposa" pasó por San Luis

Las particularidades que exhibe “El plan de la mariposa” son más curiosidades que aspectos meramente musicales. Un septeto que tiene entre sus integrantes a cinco hermanos y entre ellos a trillizos, que, como para sumar detalles periféricos al recital que dieron en San Luis, ese día cumplieron años.

Por Villa Mercedes y por San Luis, el grupo pasó en una minigira debut en la provincia. Las sensaciones generales fueron agradables, con un grupo que se entregó a su público, una propuesta musical que –si bien tiene algunas cosas que pulir- parece también atractiva y espectadores dispuestos a escuchar rock melódico.

Que las chicas de la primera fila lloraran mientras gritaban las letras quizá tenga que ver más con la cercanía de un amor imposible, de un grupo de chicos angelicales que parecían recién caídos del cielo, que con alguna conmoción musical.

La razón por la que “El plan…” llegó a la provincia fue por la presentación de “Devorando intensidad”, el disco que editaron este año y que, aunque parezca una sorpresa, es el cuarto de su carrera. De hecho, el recital hizo un recorrido por todos los trabajos y permitió que se escucharan “La danza de mi fe” y “Te quiero”, entre otras canciones de años atrás.

Donde el grupo no buscó diferenciarse de la mayoría del rock nacional fue en el mensaje que dieron sobre un tema candente: “Nadie quiere que suceda, pero si sucede, que la diferencia no sea entre tener plata o no”, dijo el cantante.

Las voces de Sebastián y Valentina Andersen ya podrían ser reconocidas por la originalidad de su sonido y por lo bien que están acopladas, como si fueran hermanos.

Algún western, mucho rock y hasta algo de rumba se mezclaron en un show que nunca bajó su intensidad. En ese plan, la mariposa dejó sonar en el recital “Abrime los ojos”, “El cuerpo sabe”, “Invierno nuclear”, “Semilla del alma” y “Cruz del sur” –la canción que más palmariamente demuestra la influencia de Estelares-, todos del disco más reciente.

Sobre el “simulacro de final” que la banda improvisó cerca de la dos de la mañana de San Luis, los músicos se pusieron el sombrero con los ojos enormes que le valieron otro punto particular en la escena: el factor teatral.