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El Papa y su revolucionaria política exterior

Duro, tajante y contundente. Así es el discurso del Papa Francisco en el ámbito internacional. Un hombre de palabras fuertes, pero también de acción, llegó hace cinco años a la iglesia católica con la esperanza de un cambio.

Por redacción
| 12 de marzo de 2018

América Latina, la región con más católicos del mundo, no había tenido hasta ahora en la historia de la Iglesia, a un representante con semejante poder de decisión en el Vaticano.

 

Lo que parecía un contrasentido cambió el 13 de marzo de 2013, cuando la fumata blanca anun - ciaba al mundo la llegada de un nuevo pontífice: Jorge Bergoglio, el papa Francisco, argentino y je - suita, se convertía en la máxima autoridad de la iglesia católica.

 

La institución religiosa entendía entonces que necesitaba un cambio rotundo. Sacudida por una serie de escándalos y apegada al pasado, la Iglesia perdía fieles, tal vez precisamente por no adaptar - se a los tiempos que corren.

 

El nuevo Papa llegaba así hace cinco años, con la esperanza de un cambio revolucionario. Un cambio que comenzó, pero que está lejos de concluir.

 

Nuevo paradigma

 

La llegada de Francisco no sólo implicó un cambio de discurso de la Iglesia en cuanto a temas hasta el momento tabú como la homosexualidad o los abusos cometidos por miembros de la curia, a los que el Papa se ha referido en varias oportunidades.

 

En política exterior, el Vaticano, bajo el mando de Francisco, adquirió una presencia notable en varios de los conflictos que hace muchos años parecen no tener solución. Ese es precisamente el tema que nos ocupa.

 

Francisco le devolvió a la Iglesia un alto perfil en las relaciones internacionales (igual o mayor tal vez al alcanzado por el Papa Juan Pablo II). Terrorismo internacional, crisis de refugiados, cambio climático y conflictos internacionales históricos (como los de Corea del Norte y del Sur, Cuba y los EE.UU., Israel y Palestina, por nombrar algunos); todos los te - mas han sido tocados y tratados por el Papa argentino.

 

Su papel ha ido sin embargo más allá de los pronunciamientos en contra del “capitalismo salvaje”, la pobreza causada por la llamada “dictadura económica” y de la estigmatización de las religiones como más o menos violentas (en este sentido el Papa ha manifestado que si se habla de la violencia del Islam, también debe hablarse de la violencia en nombre de otras religiones). El nuevo Papa se involucró en los conflictos, convirtiéndose en un hombre de acción.

 

Puede decirse que su política internacional se centró en tres grandes temas: la paz entre regiones en conflicto, la crisis mundial de los refugiados y el cambio climático.

 

La diplomacia de los pequeños (y grandes) pasos

 

Tal vez el hito más importante hasta ahora y el mayor logro diplomático de Francisco sea el restablecimiento de las relaciones y el fin del embargo económico impuesto a Cuba por los Estados Unidos, un hecho que marcó la historia de ambos países por 53 largos años. Tanto Raúl Castro como Barack Obama reconocieron y agradecieron el papel del Papa en la solución de los primeros temas que destrabaron la conversación (como fue el caso de la negociación que culminó en la liberación de presos políticos en los dos países).

 

Otro de los históricos conflictos en los que el Papa intervino fue en el acuerdo de paz firmado entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). La disputa en este caso también llevaba más de 50 años y había significado la pérdida de 220.000 vidas, además de los millones de afectados por la situación. La envergadura de la decisión de firmar un acuerdo de paz traspasaba los límites colombianos. Durante su discurso en Cuba (lugar en el que se centraron las negociaciones entre las partes), el Papa instó a una solución del conflicto afirmando que no podían permitirse otro fracaso, en alusión a la larga historia de avances y retrocesos que habían sufrido las conversaciones por llegar a una solución.

 

El acuerdo no dejó conforme a todo el pueblo colombiano, que veía en esto una garantía de impunidad a las FARC por los crímenes cometidos en el pasado. Pero la solución pacífica llegó con esas condiciones, y por lo menos llegaba de una vez por todas para Colombia.

 

Las disputas entre Corea del Sur y del Norte, Israel y Palestina y Chile y Bolivia (por la salida al mar), temas a los que el pontífice se refirió en diferentes oportunidades, por ahora deben esperar a que la voluntad política de los países involucrados estén preparados para un proceso de mediación.

 

Globalización de la indiferencia

 

Un tema recurrente en los discursos de Francisco es el de la crisis de los refugiados. La globalización, afirma, debe ser inclusiva. De esto habla el Papa cuando insta sobre todo a los países europeos a encontrar “un justo equilibrio entre el deber moral de tutelar los derechos de sus ciudadanos y el de garantizar la acogida de los emigrantes”.

 

En este caso su discurso también pasa al campo de la acción. Como un intento de convertirse en un ejemplo a seguir, Francisco regresó al Vaticano de su visita al campamento de migrantes en Lesbos (Grecia) junto con tres familias de refugiados sirios.

 

El gesto fue mucho más que un simple mensaje de su intención de darles la bienvenida. Es desde la isla griega de Lesbos que miles de refugiados son deportados en el marco de un muy criticado acuerdo firmado entre la Unión Europea y Turquía, que tiene el objetivo de reducir el flujo migratorio hacia Europa.

 

Sus palabras y sus acciones, aplaudidos en muchos de los países interesados, no encuentran aún respuestas concretas. La postura de la Iglesia, representada en la figura de Francisco, sin embargo, es clara y tajante. La “globalización de la indiferencia” según el mismo pontífice la define, todavía cala profundo en la realidad y la cultura no sólo de Europa, sino también del resto del mundo.

 

La importancia de llamarse Francisco

 

Además de ser el santo de la paz, la austeridad y los pobres, San Francisco de Asís – a quien el Papa debe su nombre- es el santo de la pacificación entre el hombre y el medio ambiente.

 

Haciendo honor a esto, Francisco expuso en una encíclica una serie de argumentos para combatir el cambio climático, algo inédito si se tiene en cuenta que es la primera vez que la máxima autoridad de la iglesia católica dedica este tipo de documento al tema del medio ambiente.

 

Uno de los puntos principales que aborda en esas páginas es que el cambio climático existe y es resultado de la actividad humana. Sólo reconociendo esto es posible comenzar a pensar en una solución. “El hombre es un estúpido”, dijo sin vacilar sobre quienes niegan la veracidad de este fenómeno.

 

La metodología que plantea seguir adelante el Papa incluye objetivos a gran y a pequeña escala: desde la creación de instituciones internacionales suficientemente fuertes para preservar el medio ambiente, hasta pequeños sacrificios individuales como el ahorro de energía, viajar en transporte público o plantar un árbol.

 

Los países ricos y poderosos, son, en este esquema, los principales culpables del daño sobre la naturaleza. Esto último quizás, fue lo que le valió el enojo de los sectores más conservadores, y sobre todo de las grandes potencias como los Estados Unidos.

 

Desde la periferia hacia el centro

 

La idea de Francisco de que desde la periferia se ve mejor que desde el centro se tradujo en el trazado de las giras internacionales del pontífice.

 

Una de las prioridades en sus viajes ha sido América del Sur. Durante estos cinco años visitó Brasil, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Chile y Perú, lo que hace a muchos formularse la pregunta de cuándo vendrá a su país natal.

 

La respuesta no es una sola, ni tampoco clara. Lo que sí parece ser claro es que Francisco no tiene al presidente argentino como a uno de sus predilectos y ha dado sobradas muestras de ello. Una desconfianza y antipatía mutua sería para algunos, la razón por la que el Sumo Pontífice no visita su propio país, a pesar de haber sobrevolado el territorio argentino en dos de sus giras internacionales.

 

La explicación de El Vaticano y de las personas cercanas al Papa tiene que ver con la pacificación del país. Según esta versión, el Papa visitará su tierra natal cuando la llamada “grieta” se cierre.

 

La palabra oficial, la de Francisco, sólo se limitó a decir que los compromisos y la agenda internacionales no le permitían aún venir a su país. Lo que pidió, en ese mensaje transmitido en 2016, es que se respeten las opiniones de los demás, y que cada uno pueda expresarse sin ser insultado por su forma de pensar.

 

Sea cual sea el motivo, lo cierto es que Argentina mira al Papa como un argentino más, y para el mundo no lo es. Quizás desde nuestro “centro” no podemos ver que el resto del mundo no es la periferia.

 

Nota: Agustina Bordigoni

 

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