SAN LUIS - Viernes 03 de Mayo de 2024

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Felipe ya recorrió once países y está más cerca de Alaska

Ahora está en México. Le quedan 5.270 mil kilómetros para llegar a destino. Con su moto pasó por planicies de sal, montañas, playas, volcanes, selvas y desiertos.

Por María Florencia Sosa
| 11 de junio de 2018
Felipe. Pasó por Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Honduras, Guatemala y México. Foto: Instagram.

Felipe Moyano Daza, tiene 26 años, un espíritu aventurero y una "pausa para viajar", como el nombre de su página de Facebook, que lo llevó el pasado febrero a iniciar un recorrido de 15 mil kilómetros, desde San Luis hasta Alaska. Ahorró durante un año y "dejó" a su familia y su novia. Antes de dejar el país pasó por cinco provincias y surcó por once países. Ahora se encuentra en Minatitlán (México). Le quedan por atravesar 5.270 mil kilómetros para llegar a su destino.

 

Emprendió su viaje hace casi cuatro meses, con quien sería su compañera los próximos 365 días, una moto Rouser NS 200, de color negra, con dos valijas a los laterales, un baúl detrás del asiento y anexado dos luces auxiliares, dos tubos de PVC (para guardar la carpa y herramientas básicas) y un parabrisas, que le permite tener más visibilidad y lo protege del viento, la lluvia, el polvo y los insectos. Cuando va en la ruta arriba de las valijas coloca entre cinco y seis botellas de agua, por si no encuentra algún puesto para comprar.

 

Después de salir de San Luis, tomó la Ruta 147 hasta San Juan.  Desde la Provincia del Sol encaró por la ruta nacional 40 famosa por sus paisajes y su extensión de 5.194 kilómetros, la misma distancia de Buenos Aires a Bogotá. "La gente se movió para que pudiera parar en la casa de la familia Rivero. Yo tengo un amigo que estudia en Córdoba y vive con un chico que es de San Juan. Cuando salí, mi amigo coordinó todo para que parara en la casa de esa familia. Llegué a las 23, me esperaron y al otro día me prepararon el desayuno y seguí el camino", comentó el joven.

 

Después de sentir el cariño de la familia que lo hospedó, siguió su viaje por la misma ruta. El viajero comentó que prendió el GPS por primera vez y "no le hizo caso"  por lo que fueron 40 kilómetros de más. Luego concentrado escuchando esa voz tan llamativa del artefacto se dio cuenta que San Juan los despedía con túneles y curvas que lo hacían relajar y viajar a la velocidad del paisaje.

 

"Seguimos por la ruta 40 que tiene rectas interminables con paisajes espectaculares. Pasamos por La Rioja y Catamarca hasta llegar a Belén, donde pagamos una nueva habitación", dijo. Felipe siempre habla en plural. No va solo; está acompañado de su preciada moto.

 

El 20 de febrero abandonó Catamarca, luego de que la ruta 40 se dividiera en tres caminos: la nueva, la vieja y la provincial. Narró que se encontraba perdido pero en el camino se encontró un viajero que iba en una moto 125 centímetros cúbicos, que lo ayudó a encontrar el camino correcto.  "Tuvimos una charla de despedida antes de salir a Tucumán. Pasamos a Salta 'corriendo' porque detrás venía una tormenta y nos fuimos dando cuenta como el paisaje cambiaba paulatinamente y no habíamos sacado fotos" explicó Felipe.

 

Antes de llegar a Humahuaca, un pueblo ubicado en Jujuy a 2.939 metros sobre el nivel del mar, visitó Cafayate, San Antonio de los Cobres y Cabra Corral. “Paré en  un sitio donde alojan viajeros sin costo. Te dan un lugar para dormir y comida. En América del Sur y Centroamérica encontré varios lugares así. Los busco por Facebook y coordino la llegada por medio de WhatsApp. Entre los moteros observo mucha solidaridad”. Luego de experimentar distintos climas, flora y fauna del país. El próximo objetivo era cruzar la frontera Argentina y llegar a Bolivia.

 

"Entramos con lluvia, comenzamos una ruta de ripio con hermosos paisajes. Subimos hasta 3.800 metros. A esa altura vi diversidad de paisajes y sentí varios climas. Quebradas, nieve, arcoíris, desierto, frío y calor", relató Felipe.

 

Conoció el Salar de Uyuni, ubicado Bolivia, una planicie que por las lluvias se convierte en un espejo inmenso que refleja el cielo, imposible distinguir el firmamento y el suelo. Felipe contó que por la acumulación de agua, que en esa época es algo recurrente, no podía entrar al salar con la moto y se unió a una excursión con un grupo de turistas asiáticos. Se hizo entender por medio de señas. También practicó inglés con un motero de Los Ángeles, Estados Unidos y compartieron habitación.

 

Cinco horas más tarde y después de andar por 315 kilómetros llegó a Oruro una localidad boliviana que es una de las ciudades más altas del mundo (3.735 metros sobre el nivel del mar). Puso en práctica sus conocimientos en mecánica y con ayuda de videos de YouTube realizó el primer service a la moto. 

 

"Un poco cansados del clima habíamos decidido ir a Copacabana, dejando de lado la Ruta de la Muerte, pero por casualidad en el hostal se encontraba un estadounidense, un canadiense y una boliviana. Todos habían hecho el camino y entre unos chupitos de ron nos convencieron ir. Sea como sea", resaltó. La Ruta de la Muerte une La Paz con Los Yungas y es célebre por su peligro extremo, con un promedio de 209 accidentes y 96 muertes al año, debido a sus pendientes de 3.600 metros, con un ancho de 3 metros en algunos sectores y la falta de guardarraíles.

 

“Yo saqué muchas fotos en Bolivia y las publiqué en mi Facebook porque de muchos viajeros escuché que en este país te tratan mal. A mí me recibieron bien. La gasolina te la venden más cara si sos extranjero. Esto pasa por que el combustible es muy barato y antes había tráfico hasta Argentina. Lo que yo hice es dejar la moto una cuadra antes, iba con un bidón y le pedía que me lo llenaran. Así evitaba que la cámara de la gasolinera me tomara la patente”, dijo.

 

El siguiente país, Perú, lo recibió con nieve, como si lo preparara para Alaska. Antes pasó por La Paz y Copacabana, conoció  el Lago Titicaca, uno de los lagos navegables más altos del mundo, con aguas frías que contienen la tradición y la historia.

 

Lo esperaba Puno, Arequipa, Camaná, Nazca, Huaraz, Trujillo, Callejón del Waylas, Cañón del Pato, Chiclayo, Piura y Máncora. "El Cañón del Pato atraviesa las montañas por 35 túneles. Tiene una carretera de un solo carril donde hay que turnarse para pasar hasta llegar a las costas", comentó.

 

En Lima las herramientas básicas que cargaba en sus maletas, la campera, y el pantalón de protección y las zapatillas especiales para el viaje se volvieron protagonistas, cuando sufrió un accidente en la carretera Panamericana. "Si no hubiera tenido las protecciones me hubiese lastimado y sólo nos golpeamos un poco", dijo Felipe, que nunca deja de hablar en plural al referirse a su moto.

 

Por su suerte en la entrada de Lima lo esperaba Stive un ciudadano peruano que lo contactó por las redes para brindarle refugio y guiarlo en el tránsito. "Nos recibió con una buena comida peruana y tenía tanto hambre que me olvidé de sacar fotos. Al otro día nos volvieron alojar en su hogar. Me enseñó a cocinar ceviche y jugo de chicha morada". El joven comentó que ha tenido mucha suerte, que al igual que Stive muchas personas lo han recibido en sus hogares. “Me cocinan la comida típica de su país. Si voy viajando almuerzo en una estación de servicio. En Sudamérica observé que no te venden mucha comida chatarra. Siempre es comida casera, muy natural, con muchas verduras y frutas. Trato de gastar lo menos posible”.

 

En Ecuador visitó "El Pailón del Diablo". Compartió ruta con Javier y Soledad ,otros apasionados  de viajar en moto. "El clima era frío y había niebla, pero desde lo lejos pude divisar el volcán Quilotoa. Decidimos visitarlo y tomarnos fotografías", afirmó. Luego de 253 kilómetros llegó a la mitad del mundo, el Paralelo 0. "En este estado bajé con una pareja de argentinos que van hasta Alaska. Y están dando su segunda vuelta a Suramérica". Ahora los esperaba América Central y del Norte.

 

Paso casi diez horas en la aduana. En Colombia recorrió Ipiales (Santuario Las Lajas), Timbio, Cartago, Medellín y Cartagena.  Luego el viaje hizo un parate por veinte días. "Un tapón natural de vegetación impide el paso terrestre de Cartagena a Panamá por eso con un grupo de viajantes  enviamos seis motos en un container en un barco. Yo crucé en avión", explicó.  

 

Panamá le dio la bienvenida a América Central. Evelyn, una muchacha que se sumó a su aventura, lo recibió en su hogar con un buen "asado argentino". Pasó por Costa Rica y el 30 de mayo llegó a Nicaragua. Siguió por Honduras y El Salvador, acompañado de un grupo de motoqueros que se unieron en San Miguel (El Salvador), el primer pueblo de este país. Lo acompañaron hasta la frontera “En Colombia el hostal me salió cinco dólares y en Panamá no encontré ninguno menor a veinte dólares. Los precios de comida y hostel siempre varían dependiendo el país”, agregó.

 

Felipe estuvo en Guatemala en la misma fecha que entró en erupción el volcán Fuego, el más potente de las últimas décadas."En ese país pasamos bastante rápido. Hay movimientos en contra al Gobierno, muchos manifestantes en la calles con armas caseras y poca seguridad. Un grupo de protestantes nos acompañaron y nos comentaron que lo hacían porque si nos pasaba algo los medios era muy probable que los culparan a ellos. La Policía no está en las calles", explicó.

 

Ahora se encuentra en Minatitlán, a unos 5.270 kilómetros de Alaska, según lo que marca el GPS. "Estamos viajando cinco personas en cuatro motos. Todos son argentinos que van para Alaska. Nos encontramos en Cartagena", dijo. Le queda cruzar en los próximos meses Estados Unidos y Canadá para llegar a su anhelado horizonte: Alaska.

 

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