SAN LUIS - Martes 14 de Mayo de 2024

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Pablo Pacheco desapareció hace un año y no hay pistas

El Gobierno ha ofrecido una recompensa de hasta 200 mil pesos por datos del joven, que vivía con su hermano en La Punta.

Por redacción
| 30 de mayo de 2019
El padre. "Tengo la esperanza de hallarlo, con vida o como sea, para terminar con esta incertidumbre". Foto: Martín Gómez.

Pedro Pablo Pachecho quiere saber. Hoy se cumple un año desde que su hijo, Pablo Antonio Pacheco, de 25 años entonces, desapareció de la casa en la que vivía junto a su hermano Brayan, en el barrio 600 Viviendas de La Punta. El único rastro que el joven dejó fueron unas ropas ensangrentadas en el domicilio y manchas de sangre en la puerta de calle y en los alrededores.

 

Desde entonces, su destino es una incógnita que la Policía y la Justicia no han logrado develar. Ni siquiera ha surtido efecto la recompensa de hasta 200 mil pesos que ha ofrecido el Ministerio de Seguridad de la Provincia.

 

“Para colmo, hay gente que se burla del dolor ajeno, como una persona de Merlo que armó un Facebook trucho y publicó que había visto a mi hijo en el norte de la provincia, y después, que lo había visto en Villa Mercedes, pero todo era mentira”, le dijo el padre del joven desaparecido a El Diario.

 

Pedro Pacheco no tiene paz. No se resigna a la idea de que a su hijo “simplemente se lo tragó la tierra”. Quiere que lo ayuden a encontrar la respuesta a su inexplicada ausencia, aunque esa respuesta signifique la posibilidad más dolorosa, la de que su hijo no esté con vida.

 

“Yo tengo la esperanza de que él esté vivo en alguna parte. Por eso quiero que se reitere la difusión de su búsqueda; no sé, por ahí está trabajando en algún campo, o en otra provincia, y las personas que están en contacto con él no saben que lo estamos buscando”, dice.

 

Pedro es consciente de que también es posible que su hijo esté muerto. Pero, en todo caso, si es así, también quiere saberlo.

 

La perspectiva de que el propio “Tony” –así lo llaman en su familia– haya atentado contra su vida no es considerada un disparate. El joven que en junio cumpliría 27 años atravesaba una angustia profunda, con un probable cuadro de depresión, y se habría autolesionado esa noche, antes de desaparecer. Ese sería el origen de la sangre que manchó las ropas que dejó en la casa y la que salpicó la entrada a su casa y los alrededores.

 

Su padre cuenta que cayó en ese estado cuando salió de la cárcel, donde purgó una condena a tres años y medio de prisión, por robo.

 

Semanas atrás, la jueza Penal 3, Virginia Palacios, le dijo a Pedro Pacheco que han enviado consultas para saber si no está o no estuvo internado en algún neuropsiquiátrico u hospital común de las provincias vecinas.

 

Cuando salió de su casa, la mañana del 30 de mayo de 2018, Pablo llevaba su celular. En los dos días posteriores, el aparato tenía señal. Después, le perdieron el rastro, igual que a su dueño.

 

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