"Las elecciones están cargadas de emociones"

La elección del nombre de un hijo no es un tema menor. En algunos casos, es algo que se decide inclusive antes de la planificación de un bebé, por gusto, por afecto o cercanía. Sin embargo, desde el psicoanálisis sostienen que en todos los casos la elección no es al azar y que funcionan elementos del inconsciente humano, para ponerle una carga valorativa sobre lo que los padres esperan de ese hijo que está por llegar.

La psicóloga Elena Toranzo habló con El Diario para explicar cómo funciona este sistema que pone deseos, miedos y hasta rencores solo con nombrarlo. "Los nombres están cargados de historias y relatos familiares al igual que de emociones que pueden ser positivas o negativas. La mente humana funciona en un aspecto consciente y otra inconsciente, en los que se puede dar cualquiera de las situaciones antes mencionadas", destacó y dio como ejemplo el hecho de que algunos padres utilizan para sus hijos el mismo nombre en femenino y masculino, con la ilusión de evitar los celos entre los hermanos.

"Otros deciden nombrar a sus hijos poniendo el deseo inconsciente de sus propios anhelos para cumplir la necesidad insatisfecha en su descendencia. Los padres que replican el nombre propio en su vástago lo perciben como una continuidad de la familia en tanto se presupone que el deseo paternal se da como la preservación de una casta. También puede darse para que el retoño cumpla los mandatos de un clan", explicó Toranzo.   

"Generalmente quienes eligen  el nombre de sus pequeños lo hacen con cargas de sentimientos positivos. Pero hay casos en los que sucede lo contrario y que, por ejemplo, muestran que hijos no deseados recibieron el nombre de algún pariente o personaje no querido", añadió. "Ante apellidos comunes se pueden utilizar nombres raros con el fin de distinguirlo de las demás personas", aseguró.