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Cada vez más puntanos venden sus joyas de oro

Se desprenden de anillos, pulseras, cadenas. Aseguran que lo hacen para afrontar la crisis económica.

Por redacción
| 28 de junio de 2021
Ida y vuelta. Ya no van a las joyerías solo a comprar; muchos quieren vender. Foto: Carlos Braile.

La tradición de resistir las crisis sin desprenderse de las alhajas de la abuela parece haber sido dejada de lado por algunas familias de San Luis, ya que cada vez son más los puntanos que las venden para subsistir. Así lo comprobó en un sondeo que realizó El Diario de la República por distintas joyerías de la ciudad de San Luis. Según los trabajadores del rubro, la mayoría lo hace para pagar deudas.

 

Mientras acomodaba la vitrina con los relojes, Erica Fenoy, una de las propietarias de un local ubicado sobre vía Rivadavia entre Belgrano y Ayacucho, comentó que la crisis económica, provocada por la pandemia, hizo que más gente se acerque a su comercio a ofrecerle cadenas, pulseras, relojes. “A muchos les cuesta desprenderse de los recuerdos. Traen anillos que les regalaron para sus 15 años o que fueron heredados por sus padres. Es muy triste”, dijo.

 

A la hora de comprar alguna joya, prefieren que sea de oro, debido a que la plata hoy no tiene mucho valor. “En ese caso les digo que la vendan de manera particular, ya que le sacarán más ganancia”, precisó Fenoy, quien resaltó que el gramo del oro ronda los 4.500 pesos, mientras que el de plata sale 100.

 

Sobre qué impulsa a los clientes a deshacerse de pertenencias que conservan hace mucho tiempo, comentó que por lo general lo hacen porque necesitan el dinero para pagar deudas. “De alguna manera tienen que juntar dinero para sobrevivir y la necesidad es más fuerte”, acentuó.

 

En su local, además de joyas, tienen una óptica, la cual los ayudó a mantenerse en medio de la crisis. “Por el momento, el rubro de las alhajas está bastante parado. Los que buscan alianzas lo hacen con mucha antelación, para pagarlas con tiempo. También suelen traer cosas para fundir y de ahí se puede armar un anillo. Se las rebuscan y nosotros también”, señaló.

 

La misma situación se repite en un local ubicado en San Martín, entre Belgrano y Pringles. Su propietario, Mario Bianchi, señaló que no tan solo les ofrecen para comprar oro, relojes, sino también antigüedades, como una caja musical, estatuillas o monedas viejas. Esta movida comenzó a notarse el año pasado: “Tratan de vender todo lo que tienen a mano”, expresó.

 

 

Arreglar en lugar de comprar

 

“Al dejarlas dicen que las tenían guardadas por si tenían una necesidad extrema, y que ahora llegó el día”, contó.

 

En su local aumentó la demanda de reparación, ya sea de cadenas, relojes u otras piezas. “Estiran el uso de las cosas lo más que pueden. Antes si se les rompía una pulsera compraban una nueva, hoy lo piensan dos veces. El trabajo de reparación y la venta de pilas de relojes creció un cien por ciento”, dijo. El taller los ayuda a mantener el comercio, agregó.

 

“Los clientes venden sus alhajas de oro, que es lo mejor que se paga”, expresó Cecilia Fernández, una de las dueñas de una joyería ubicada en la galería Sananes, quien precisó que muchos les comentan que es para solucionar problemas económicos.

 

Les llevan cosas antiguas que tenían guardadas, herencia de abuelos, como anillos, pulseras y cadenas; también están aquellos que ofrecen las alianzas. “Antes las traían cuando se separaban, ahora lo hacen por necesidad, no solamente porque no quieren tenerlas”, resaltó.

 

Algunos son más despojados que otros y no les cuesta tanto, pero también están aquellos a los que se les nota la emoción cuando las dejan. Otros consultan para empeñar alguna joya, con la esperanza de recuperarla más adelante. “Hay gente que después no ha podido buscarla”, dijo la comerciante.

 

Sostuvo que, por lo general, después del 20 de cada mes es cuando más se acerca la gente a vender sus pertenencias. En su comercio también cuentan con un taller. Fernández remarcó que el trabajo en ese sector creció bastante: “Por más que no está yendo bastante bien, nos ayuda a subsistir”, concluyó.

 

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