El mago Gabriel, de regreso en San Luis: una agenda de fantasías

Gabriel Bermejo llama a una nena, de unos doce años, para que sea su asistente en un truco que hace en una pizzería de Buenos Aires. La ardua tarea de ambos es lograr desaparecer dos pelotitas. Luego de unos chistes, el hombre distribuye los objetos: una está en su mano y la otra en la de su ayudante. La fantasía sucede y ambas pelotas aparecen en la mano de la niña.

La verdadera magia ocurre pero en la cara de asombro de su interlocutora, que inmediatamente es seguida por una gran sonrisa. La misión estaba cumplida y nada tenía que ver con la milagrosa aparición. Ese es el recuerdo que cuenta Gabriel cuando le preguntan por qué eligió ser mago.

El lunes, día en que los magos descansan y ponen a lavar la galera, el especialista en hacer aparecer sonrisas aprovecha el tiempo de ocio para preparar su agenda de la semana. El también exboxeador, que vivió durante cinco años en la provincia pero ahora reside en Buenos Aires, retornó a San Luis por el fin de semana para hacer una seguidilla de shows privados.

Ante la noticia de su estadía, tres colegios lo convocaron para que participe en los actos por la Semana de los Jardines, que comenzó ayer. Para el mago, lo desafiante de trabajar con niños de entre 3 a 5 años es mantener su atención, y para ello recurre a un refuerzo: su muñeco ventrílocuo llamado Pedrito. Juntos cantan y cuentan historias.

“Ellos no diferencian entre la magia y la fantasía, así que los preparo para que la entiendan. Es una edad hermosa para hacer shows, después llegan a los ocho años y empiezan a preguntar o buscan los trucos en internet”, bromeó Gabriel.

El otro punto de su agenda está anotado para este viernes a la noche. El mago estará en un centro de jubilados de Juana Koslay para celebrar un nuevo aniversario de la creación del espacio. Los renglones del anotador se liberan, por lo que el sábado y el domingo se dedicará a hacer presentaciones a la gorra en bares y restaurantes.

Sus inicios fueron en pizzerías y parrillas de Buenos Aires, cuando la gente no lo buscaba a él, sino que él acudía a su encuentro. Como un show andante, cargaba con pelotas, sogas, pañuelos y su propio amplificador de sonido, algo que persiste en la actualidad. Y, al igual que con los niños, lograr captar la atención de los adultos mientras cenan era uno de los desafíos; luego, solo debía entretenerlos y hacerlos reír. Después de todo, los públicos no son tan diferentes.

“Hago magia para todo público, aunque algunos piensen que es para chicos. Al final, se reduce al arte de generar emociones”, contó el especialista en tomar cosas imaginarias y darles sentido.

Gabriel está seguro de una cosa; quizás, la más importante: si tuviera que volver a nacer, no sabría si elegiría el boxeo; pero que retornaría con la magia, está convencido.

La única fecha que no está apuntada en su agenda es la de retorno, ya que calcula regresar la semana que viene pero, si surge otro show, no dudará en posponer la vuelta a Buenos Aires.

Redacción/MGE