Beca al mérito: ¿el mérito de mis condiciones? ¿Resultados o procesos?

Por Paulina Calderón

Concejal de la ciudad de San Luis

Como publicaba en mis redes sociales días atrás, a raíz del anuncio del gobernador Claudio Poggi sobre el regreso de la Beca al Mérito, entendida como “distinción al esfuerzo” según medios oficiales de comunicación, considero oportuno reflexionar y, por qué no, cuestionar la idea de “mérito” y sus implicancias en la educación, teniendo en cuenta que son múltiples los factores que intervienen en las trayectorias escolares.

En esta línea y con el énfasis puesto en “premiar al esfuerzo” es necesario preguntarse si es posible valorar solamente resultados sin tener en cuenta los procesos, los contextos, las problemáticas y los desafíos que diariamente atraviesan las realidades de lxs estudiantes a lo largo y ancho de nuestra provincia.

Aclaro que esta reflexión nada tiene que ver con el determinismo simplista y no desconoce historias de vidas de personas que lograron progresar a pesar de las adversidades y los obstáculos en sus caminos. Nada más lejos de esas críticas absurdas y vacías de contenido. Lo que considero justo es, precisamente, la necesidad de interpelarnos y preguntarnos con qué vara se miden esos esfuerzos, si es posible comparar los puntos de partidas y cuál debería ser el rol del Estado para acompañar esas trayectorias diversas, muchas de ellas signadas por necesidades básicas insatisfechas que innegablemente hacen más difícil el andar.

“La Beca al Mérito la van a recibir los tres mejores promedios académicos que egresen de nuestras escuelas secundarias, de toda la provincia, de todas las modalidades de gestión pública y de gestión privada”, dijo el Gobernador en un desayuno compartido con egresadxs de la promoción 2023. Ahora bien, celebramos toda medida que involucre más inversión educativa en nuestras juventudes y sus proyectos de vida, pero ¿cómo pensar que una propuesta orientada solo a medir resultados pueda contribuir a una mayor justicia educativa?

La situación socioeconómica de las familias, así como los niveles educativos alcanzados por ellas, determinan en gran medida que esos resultados se premiarán con la Beca al Mérito. Por eso, en mis publicaciones le expresaba al Sr. Gobernador que el fracaso escolar no es igualmente proporcional a la falta de esfuerzo.

Como mamá, como docente, como trabajadora, como vecina de San Luis y como muchxs lectorxs, conozco historias de vida de adolescentes que cuidan, que crían, que no cuentan con recursos económicos ni afectivos que las acompañen durante sus trayectorias escolares, solo por nombrar una de las múltiples realidades que viven las juventudes que asisten a nuestras escuelas.

En muchos casos, el esfuerzo por estudiar tiene que ver con concebir a la escuela como un refugio para salir de esos contextos con la esperanza de un futuro prometedor. Lo que me pregunto es si el promedio escolar, un número por sí solo, sin otras consideraciones necesarias para lograr una mirada más integral, será capaz de traducir ese esfuerzo del que tanto hablamos.