13°SAN LUIS - Sabado 27 de Abril de 2024

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EN VIVO

Cuestión de pasiones

Dicen que estar ahí te permite tener otra perspectiva del asunto, y resulta ser así. Tal vez quien nunca vivió una experiencia como esta solo puede hablar de la reducida porción de sensaciones que produce la visión sesgada a través de un dispositivo, pero estar ahí, en el lugar de los hechos, es lo que hace la diferencia.

 

Cuando puse el primer pie en la entrada de acreditaciones del Albert Park mi pecho se infló de aire, puro y tibio como el verano en Australia. Mi piel se erizó como cuando se enfría la sangre, pero esta vez era causado por las vibraciones de los motores y la emoción de estar ahí. En la mente pasaron mil y un recuerdos, ideas, personas, y sí, finalmente el día de inicio había llegado.

 

Muchas veces creemos que el periodismo es objetivo y permítanme decir que no lo es, que se reduce a una simple porción de mundo arraigada a una persona que vive y narra experiencias. Cada experiencia se tiñe de emociones, vivencias, historias, recuerdos, sueños, gustos, y desde allí se posiciona el comunicador para compartir cada historia. Sí y claro está que siempre debe remitirse a una sucesión de hechos que en la construcción colectiva y búsqueda de fuentes dan la versión más cercana a la realidad posible.

 

Así que desde Australia, en el Grand Prix 2024, contamos esta historia. Hay algo que tienen en común todas las personas en el mundo y es soñar. Dentro de la pista los pilotos sueñan con ganar, los mecánicos con trabajar en la F1, los fanáticos con llegar a vivenciar el evento y los periodistas con comunicarlo para aquellos que no están acá.

 

Ahí estaba yo, con una computadora sentada en la sala de prensa, a mi izquierda el reloj color verde característico del evento marcaba las 10:40. Mi computadora y yo estábamos conectados en una suerte de inspiración y el “tac tac” de las teclas no paraba de sonar, mientras en el fondo pasaban uno a uno los autos a gran velocidad.

 

Frené, respiré y escuché. Me sentí sola a pesar de estar rodeada de gente, sola pero con la compañía de un mate, siempre fiel a la identidad argentina. Escuché, sí escuché… alemán, italiano, francés, danés, español, inglés, diversos tonos, acentos y voces. Levanté la mirada, alrededor de 60 reporteros de todo el mundo eran mi “compañía”, y tan solo 7 mujeres somos las que estamos en este preciso instante compartiendo la pasión por comunicar desde el lugar de los hechos. Seguramente a lo largo del día los corresponsales entren y salgan, cada uno acatando los pedidos de su editorial y pase desapercibido nuevamente el ser consciente de estar allí.

 

Ahora sí, la historia, al recorrer cada centímetro del Albert Park en la ciudad de Melbourne, en Australia, se percibe un ambiente de fiesta. Realmente los “aussies” son fanáticos. Se vive la sensación de clásico, como cuando entrás al Boca-River o al Juventud-Estudiantes, una verdadera fiesta, sin conflictos y muy ruidosa. Filas y filas de cabezas con gorras de colores de sus escuderías favoritas esperan por el ingreso.

 

Más de un centenar de puestos están distribuidos en todo el predio. Hay opciones para todos los gustos: autos, ropa, perfumes, relojes, gorras, comida, bebidas, botellas, vasos, llaveros y la lista sigue. Y paso a paso a medida que entrás comienza la vívida imagen del consumo, motivado por la pasión de los motores. La oferta no es solo deportiva, también está musicalizada por dj y artistas reconocidos que brindan espectáculo en los lugares destinados para los fanáticos. Juegos para los más pequeños y una enorme colección de vehículos de todas las épocas, marcas y colores.

 

Pero volviendo a los sueños, cada persona llega admirando una marca, un corredor, un equipo y desea con todo su ser verlo de cerca. No solo en el instante en que pone primera y sale a toda velocidad, sino también en el recorrido hacia la pista, en una conferencia, jugando, divirtiéndose, recorriendo lugares y por supuesto aquellos afortunados que están allí en el momento correcto, en el instante preciso, logran llevarse una foto o una firma de aquellos a quienes admiran.

 

Los primeros dos días son de adaptación: al auto, a la pista, al clima y es ese el momento en el que los pilotos están un poco más relajados para compartir unos minutos con sus seguidores. Aun así, nunca se baja la tensión que genera subirse a un auto que promedia los 355 kilómetros por hora y tampoco lo que sucede al verlos pasar esa milésima de segundo en la porción de pista que otorga una butaca.

 

Lo cierto es que cuando estás acá sentís que nada puede ser mejor, porque la gente llega con esa energía y esa vibra de estar cumpliendo un sueño. De lograr eso que los motiva a crecer, a aprender, a seguir y sobre todo a sentir. La felicidad en una pista de Fórmula 1, cuestión de pasiones, el que no la tiene no lo entiende.

 

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