Ventilan "cuentas pendientes" del nuevo administrador del Molino Fénix

Ya hemos remarcado en este espacio que la política se vive con mucha pasión en Villa Mercedes, que siempre es uno de los temas infaltables en cada charla de café o en las sobremesas de las charlas de quincho. Los medios no son ajenos a eso.

Por eso, cada situación que se da, aunque sea la que se perfila como la de menor trascendencia, toma fuerza y trascendencia.

En los últimos días, lo político tuvo una inesperada efervescencia. Se acrecentaron los cruces, acusaciones y operativos para montar sospechas sobre determinados dirigentes.

Una de las bases de lanzamiento de misiles del oficialismo provincial y municipal la montaron en el Complejo Molino Fénix, desde donde sus nuevas autoridades se dedicaron a acentuar críticas y denuncias contra los anteriores administradores.

Una de las puntas de la ofensiva fue el aún flamante intendente (director) Pablo González, que sucedió en el cargo al dirigente del PRO Federico Fonzar.

González, un hombre de campo, pero que también le gusta ponerse una campera de cuero y botas para disfrutar de los shows de rock, irrumpió en los medios anunciando que había enviado a Fiscalía de Estado los elementos para que haga una denuncia por malversación de fondos.

El tenor de las sospechas generó un sacudón en lo político y en ese caso se dio esto del que “juega con fuego tarde o temprano se quema”.

Como muchas veces el archivo no traiciona, vino la contraofensiva. Por las redes empezaron a circular comentarios sobre el pasado, no muy lejano, del administrador del Molino Fénix y Casa de la Música, por situaciones que se dieron en su actividad privada.

El exvendedor de productos lácteos oriundo de Río Cuarto y ahora propietario de un conocido negocio de campo fue parte, tiempo atrás, de una sociedad (MKU SA), que tenía un emprendimiento de venta de insumos agropecuarios.

Cuentan que esa organización se rompió como consecuencia de una grave irregularidad: haber emitido o librado “al menos 26 cheques sin fondo” perjudicando a diversos proveedores. Eso habría ocurrido en 2020.

Esos valores, por un monto total de 16 millones de pesos —que actualizados alcanzarían los 150 millones de pesos— “nunca fueron cubiertos y mucho menos fueron pagadas las multas en las entidades bancarias”.

Cuando sacan a relucir esta anomalía, al "rockero” González se le mezclan las letras, no reconoce ni a Pappo ni a Los Redonditos de Ricota. Y ahora está preocupado en saber qué hará cuando esta presunta "mancha del pasado" llegue a oídos del gobernador Claudio Poggi y de Ricardo André Bazla, quien está al frente de la Secretaría de Ética Pública y Control Gestión. ¿Qué hará el "Lilito puntano"? ¿Se pronunciará al respecto?

“Al que le guste el durazno que se aguante la pelusa”. A Pablo González, quien en los últimos días salió con el dedo acusador, le retrucaron, y en las redes sociales que tanto usa el poggismo con su aparato mediático, le salieron a ventilar sus presuntos “trapos sucios”. Esto sucede en medio de una ebullición de la vida política de Villa Mercedes.

Ahora, Pablo González tiene la palabra.