11°SAN LUIS - Domingo 19 de Mayo de 2024

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Amenazas falsas y reales

Por redacción
| 08 de mayo de 2024

El 2024 es un año de grandes decisiones políticas: con elecciones al Parlamento Europeo en junio, presidenciales estadounidenses en noviembre, más las elecciones en Rusia y la India, casi la mitad de la población mundial votará este año.

 

La principal discusión de la política y los medios es acerca del enfrentamiento entre democracia y desinformación. Según el Alto Representante de la UE, Josep Borrell, “actores extranjeros malintencionados” están intentando ganar la “batalla de la narrativa”. Difundiendo desinformación con el objetivo de dividir a la sociedad y socavar la confianza en las instituciones estatales.

 

En este contexto, las redes sociales son utilizadas para difundir mentiras,

 

desinformación y falsificaciones profundas, lo que rápidamente genera información falsa y crea el filtro burbuja y las cámaras de resonancia mediática.

 

La UE también afirma que la inteligencia artificial (IA), los deepfakes y los algoritmos personalizados están aprovechando la incertidumbre ya existente, reduciendo la confianza en las instituciones democráticas.

 

Hay una serie de contrapuntos importantes a la teoría de que una avalancha de desinformación impulsada por las redes sociales está representando una amenaza para la democracia.

 

En primer lugar, está el término en sí. Es posible distinguir la “desinformación” de la simple “información falsa” en función de si hubo alguna intención maliciosa.

 

La información falsa es un error; la desinformación es una mentira absoluta. Sin embargo, la línea entre ambos suele ser difícil de trazar. ¿Cómo saber si alguien está actuando maliciosamente?

 

El término “desinformación” es a menudo inapropiado y se aplica con demasiada frecuencia en las esferas políticas a cualquiera que simplemente tenga una opinión diferente.

 

Tampoco está claro si las campañas de desinformación son capaces de tener algún efecto duradero. Incluso Lutz Güllner, jefe de comunicaciones estratégicas del Servicio Europeo de Acción Exterior, responsable de los esfuerzos de la UE para evitar la interferencia rusa en las elecciones al Parlamento Europeo, admite que en realidad no se sabe nada al respecto.

 

Los estudios empíricos existentes sugieren que la desinformación constituye solo una pequeña fracción de la información disponible en línea y, aún así, solo llega a una pequeña minoría. La mayoría de los usuarios saben muy bien que las personas autoproclamadas influyentes y los sitios web dudosos no necesariamente deben considerarse fuentes de información confiables.

 

El contraargumento más importante tal vez sea el hecho de que nunca ha habido mayor cantidad de conocimiento de alta calidad disponible a un costo tan bajo como el que tenemos hoy. Mediatecas, blogs, programas de entrevistas políticas en televisión, acceso digital sencillo y económico a una variedad de diarios y otras revistas; nunca ha sido tan fácil para nadie acceder a la información.

 

Hace cuarenta años, la mayoría de la gente vivía en un desierto de información, leyendo un periódico y posiblemente viendo las noticias en un canal de televisión. Ni una pizca de diversidad de información.

 

Pero desde entonces, internet y las redes sociales provocaron un enorme aumento de la pluralidad a la hora de formar opiniones, aunque a menudo van de la mano de una mayor incertidumbre.

 

Desde este punto de vista, la pluralidad es una condición para la democracia, no una amenaza para ella.

 

El problema está en otro lado y ha sido explicado a lo largo de los siglos repetidas veces con un ejemplo: un martillo puede servir para reparar una silla, o para hundir un cráneo. El martillo es solo la herramienta.

 

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