SAN LUIS - Miércoles 08 de Mayo de 2024

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Caso García Campoy: esperan el resultado de las pericias

Por redacción
| 24 de junio de 2014
Muerte en el procedimiento. Según los gendarmes, el chico se disparó con su carabina antigua. | Gentileza Delfo Rodríguez

Hay que esperar. Y eso se les hace difícil a los familiares de Andrés García Campoy. Ellos desearían saber ya el resultado de las pericias que, están seguros, van a confirmar que el chico de 20 años, que hasta 2013 vivió en San Luis, fue asesinado en un procedimiento de Gendarmería Nacional, el viernes 13 de este mes, en Luján de Cuyo, Mendoza.

 

"Andrés tenía el tiro en la nuca. Es imposible que él mismo se lo haya disparado"


“No tenemos dudas de que lo de mi hijo no fue un suicidio, sino un homicidio”, le dijo ayer a El Diario de la República Jorge Antonio Peralta, el padrastro de Andrés, desde Mendoza. Por eso, agregó, la Justicia ya investiga el caso bajo la carátula de “homicidio agravado”.

 


Su abogado Federico Catanese corrobora los dichos de Jorge: “Si bien por ahora son todos indicios, son muchos. Eso lo demuestra el hecho de que el fiscal Jorge Calle, de la Justicia provincial, lo caratuló no como suicidio, sino como homicidio agravado, por la investidura de la gente que estuvo alrededor de la víctima, que son gendarmes”.

 


Por el mismo hecho de que los involucrados pertenecen a una fuerza de seguridad nacional, Calle se excusó y pasó el caso a manos del juez federal Walter Bento.

 


El magistrado le impuso un estricto secreto de sumario a la investigación. Ayer Catanese se entrevistó con él e intentó que le informara algo, para transmitirle a la familia, pero el juez no soltó prenda. En este caso, debido a la gravedad del hecho, el juez ha extremado la reserva que según periodistas y abogados mendocinos es habitual en él.

 


El abogado de la familia García Campoy estimó que recién entre el 2 y el 4 de julio van a tener el informe de las pericias balísticas ordenadas a la Policía Federal. Intentan determinar de qué calibre era y de qué arma salió el proyectil que le dio a Andrés en la nuca.

 


La primera versión que dieron los dos gendarmes involucrados fue que el propio estudiante de la Licenciatura en Higiene y Seguridad Industrial de la Universidad del Aconcagua –egresado en 2012 de la escuela autogestionada Nº 1, Maestra Rosenda Quiroga, de La Punta– se había descerrajado el tiro con la carabina calibre 22 que llevaba en su Peugeot 504, después de disparar contra ellos.

 


Ayer Catanese dijo que esa versión no tiene el más mínimo asidero. “Hay muchos indicios de que no fue así. Estamos inundados, por decirlo metafóricamente, de indicios”, afirmó. Y enumeró “el lugar donde entró el proyectil, la ubicación del cuerpo, los siete milímetros del orificio”.

 


El abogado precisó que el joven recibió el disparo “por atrás, exactamente en la nuca”. Una parte del proyectil quedó alojada en la frente, del lado derecho. Andrés era diestro. Si él hubiera accionado el arma, lo habría hecho con la derecha, y el disparo hubiera tenido otra trayectoria.

 


“Además, el arma que llevaba es de colección, estaba fuera de estado, no tenía proyectiles, es de un solo tiro. Dijeron que había disparado dos veces, pero es imposible porque para eso hay que cargarla dos veces, hay que quebrarla al medio, sacarle el proyectil viejo (la vaina servida) y ponerle uno nuevo. Y no se encontraron las vainas”, resumió el representante de la familia García Campoy.

 


Al ser herido de muerte, el chico quedó tendido en el asiento trasero de su auto. El orificio que el balazo le dejó en la cabeza no se asemeja al que deja un proyectil como los que dispara su carabina.

 


El abogado dijo que además de esos indicios objetivos, hay otros, subjetivos, que fortalecen la sospecha de un asesinato: “Era una persona que no tenía antecedentes psiquiátricos ni psicológicos, no había ningún motivo para que se suicidara, pagó la cuota de mil ochocientos pesos en la facultad el día anterior”, contó.

 


Además, los mismos gendarmes han dicho que el joven no se resistió a que le inspeccionaran el auto, cuando lo pararon esa tarde en la ruta nacional 7, frente a una destilería de YPF, camino a Potrerillos.

 


“No se sabe hacia dónde iba Andrés. Están peritando su celular. La semana que viene, si Dios quiere, vamos a tener los resultados y vamos a saber sobre sus mensajes, sus whatsapp, sus llamadas. Es importantísimo el teléfono”, agregó Catanese.

 


La pista del arma

 


La importancia que el abogado le asigna al contenido del celular está relacionada con el hecho de que Andrés quería vender la carabina antigua que llevaba en el auto, heredada de su abuelo, y con las posibles negociaciones que había empezado con personas hasta ahora desconocidas.

 


“Uno o dos días antes la había hecho tasar en ‘El Tirolés’, una casa muy conocida acá en Mendoza. Se la cotizaron en cinco mil dólares. Era un arma muy costosa, de colección, que podía ser un objeto tentador para cualquiera que conozca de armas”, señaló Catanese.

 


Andrés la tuvo mucho tiempo colgada de adorno en su dormitorio, pero después “la sacó para venderla”. Seguramente con ese propósito –conjeturó– la llevaba en el asiento trasero del 504, el viernes que murió, porque “no tenía ningún antecedente de nada, era un chico trabajador, estudioso, sano, no era adicto a las drogas ni nada. Y tenía un objetivo sano, que era cambiar el auto con ese dinero”.

 


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