20°SAN LUIS - Martes 07 de Mayo de 2024

20°SAN LUIS - Martes 07 de Mayo de 2024

EN VIVO

"Estamos asustados, ahora tenemos el portón cerrado"

Por redacción
| 30 de julio de 2014
Con frío y temor. Los empleados y responsables de "gugliermo distribuciones" fueron encerrados en una cámara de lácteos. | Martín Gómez

Todas las acepciones de golpe caben al hablar del robo en la distribuidora de los Gugliermo. Graciela Isabel Moreno, esposa de Carlos Gugliermo, y algunos empleados recibieron patadas, bofetadas y empujones como parte de las intimidaciones de los delincuentes. Pero además el asalto fue un golpe simbólico, que sacudió el ánimo de la familia propietaria y de los empleados que estaban en la empresa cuando la banda irrumpió. “Todos estamos asustados, atemorizados. Antes, el portón estaba siempre abierto, por la permanente entrada y salida de vehículos. Ahora tenemos todo cerrado”, contó.

 

Nueve minutos tardó la Policía en llegar al lugar del robo.


En efecto, la abertura de la construcción donde funcionan las oficinas administrativas, el depósito y estacionamiento de la flota de camiones estaba cerrado cuando El Diario de la República fue a hacer la entrevista, ayer cerca de las 16. Hubo que tocar timbre, esperar a que un empleado atendiera y pidiera autorización para abrir.

 


Graciela sólo tiene recuerdos fragmentados de lo que ocurrió el sábado a partir de las 15:15. “Fue todo tan sorpresivo que me bloqueé de tal forma que no me acuerdo de mucho. Sé que temí por los chicos –en referencia a los empleados, entre ellos, su hija Valeria– y que cuando uno de los asaltantes pateaba y le daban cachetadas a uno de los muchachos le dije ‘pará, soy la única que maneja el dinero; dejen de buscar, todo lo que hay está acá, llévenselo todo, pero váyanse por favor’”, relató.

 


La dueña no pudo precisar si entraron seis delincuentes, tal como informó la Policía. “Eran varias personas, todas armadas, con las caras tapadas. Las armas estaban preparadas para disparar. Nos dio la impresión de que eran personas mayores, de más de 35 años. Según los chicos, tenían una tonada que no parecía de acá”, detalló.

 


El accionar de la banda fue presto y planificado de modo minucioso. Los ladrones irrumpieron en los últimos minutos de actividad del sábado, cuando la tarea de la semana entra en una pausa hasta el lunes a primera hora de la mañana.

 


“Justamente estaba uno de los últimos empleados que había ido a rendir el dinero, porque entre las 16 y las 16:30, ya no queda nadie en la distribuidora. Él estaba en el galpón cuando los ladrones aparecieron en el portón y lo encañonaron. Aquí trabajamos unas 50 personas, y cuando ellos llegaron, había unas 20, repartidas en distintos sectores”, refirió.

 


Al parecer, otro empleado alcanzó a ver que le apuntaron a su compañero y antes de que los delincuentes le arrebataran el teléfono, llamó al 911. 

 


Todos fueron despojados de los celulares, que fueron arrojados en un tacho. Los delincuentes no huyeron con ellos: sólo los tomaron para evitar que alguien pidiera auxilio.

 


Graciela fue sorprendida cuando estaba en su oficina. El asaltante fue contundente: le apuntó directo a la cabeza, para conseguir que entregara el dinero. En ese sector está la caja fuerte en la que guardaban la suma que se robaron y un dispositivo de las cámaras de seguridad, que también se llevaron, con la pretensión de no dejar pistas. No iban a dejar nada librado al azar. “Claramente es gente profesional, muy preparada”, opinó.

 


Luego, obligaron a Graciela y al personal a entrar en una cámara de frío en funcionamiento, donde conservan yogures y otros lácteos. “Podrían habernos dejado encerrados, pero no lo hicieron. Se ve que vieron que cumplíamos las órdenes, que éramos ‘buenos chicos’”, y no cerraron la cámara, consideró.

 


Las víctimas hicieron silencio para poder escuchar si la banda todavía seguía en el depósito, qué pasaba afuera. “Sólo esperamos, no podíamos hacer más que eso. Y aguardamos a que llegaran los patrulleros. Oíamos muchos gritos y golpes de cosas”, recordó.

 


El trajín que escuchaban quizás correspondió a la entrada de un policía del Comando Radioeléctrico que fue tras la comunicación al 911. Ese efectivo fue golpeado y reducido por los asaltantes, y le robaron el arma reglamentaria.

 


“A las 15:24 –es decir, unos nueve minutos después de la irrupción de los delincuentes– la Policía ya estaba acá. Fue bárbaro. Ya sufrimos antes un asalto grande; en otra oportunidad hicieron un boquete y hay empleados a los que les han robado cuando hacían repartos. De todas las veces que nos ocurrieron cosas malas, fue la primera vez que la Policía llegó tan rápido. Hubo muchos patrulleros, se desplegaron muy bien”, destacó.

 


Por esa prontitud los investigadores lograron recuperar el botín completo, que eran más de 600 mil pesos, y detener a un sospechoso, el cordobés Sergio Luis Aliaga.

 


“Cuando lo agarraron todavía estábamos todos en la distribuidora, no se había ido nadie. La misma Policía nos llevó para ver si esta persona guardaba similitud con alguno de los asaltantes. Según los chicos, sí”, aseguró la dueña.

 


LA MEJOR OPCIÓN PARA VER NUESTROS CONTENIDOS
Suscribite a El Diario de la República y tendrás acceso primero y mejor para leer online el PDF de cada edición papel del diario, a nuestros suplementos y a los clasificados web sin moverte de tu casa

Suscribite a El Diario y tendrás acceso a la versión digital de todos nuestros productos y contenido exclusivo