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Virginia Innocenti: “Cuando canto busco algo profundo en el decir de la palabra”

Cantante, poeta, actriz y directora, Virginia Innocenti tiene una carrera honesta que merece ser recorrida. Fue la esposa de José María Gatica en la película de Leonardo Favio y la de un ex combatiente de Malvinas en una de Tristán Bauer. En el medio construyó una figura de mujer sensible, con preocupaciones que trascienden lo artístico.

Por Miguel Garro
| 17 de octubre de 2017
Fotos: Alejandro Lorda.

En la carrera cinematográfica de Virgina Innocenti hay dos hitos que están íntimamente relacionados con San Luis. La actriz, cantante, directora y poeta protagonizó “Iluminados por el fuego”, tal vez la película más exitosa que se hizo bajo el patrocinio de la provincia, y “Gatica, el mono”, el estupendo filme de Leonardo Favio que retrató la vida y la caída del boxeador villamercedino.

 

 Curiosamente, por ninguno de los dos trabajos tuvo que viajar a la provincia, algo que hizo alguna vez cuando estuvo en plan de descanso y otra para filmar un spot publicitario turístico. En la película de Tristán Bauer, Virginia interpretó a la esposa de un ex combatiente de Malvinas al que ayuda a espantar los fantasmas de la guerra. Y como su personaje no participaba de las escenas bélicas que se filmaron en La Carolina, el rodaje de sus escenas se hizo en Buenos Aires. La biopic del púgil se filmó íntegramente en Capital Federal.

 

La matriz de ambos personajes es el sufrimiento. Tanto la esposa de Esteban Leguizamón -el sobreviviente que interpretó Gastón Pauls- como la de Gatica eran mujeres a las que la vida no las benefició con la compañía. Virginia, sin embargo, prefirió correr el foco hacia la mitad masculina de esas historias: “Más que ellas, los que sufrieron cierta degradación por el contexto social y político fueron sus compañeros”, dijo la actriz con una voz tenue y acompasada.

 

No lo dijo directamente, pero si tuviera que elegir una de las dos películas, se quedaría con la de Leonardo Favio. Incluso es probable que le escoja dentro de toda su filmografía, que incluye 18 películas entre las que se cuenta una pequeña participación en “La historia oficial”, “Sur”, de Pino Solanas, la comedia “Cohen vs. Rossi” y “El mar de Lucas”.

 

“’Gatica, El Mono’ me permitió trabajar con Leonardo, que es un artista que mis padres y yo admiramos profundamente. Esa película significó un antes y un después en mi carrera”, recordó la actriz, quien considera al mendocino un faro estético dentro del cine nacional y de su propia trayectoria. Tras el rodaje, Virginia y el director estrecharon la amistad que habían comenzado en el set. Innocenti considera que Favio incentivó mucho su creatividad y la instó a que siguiera los caminos del corazón en todas las ramas del arte. “Creo que le hice caso”, sentenció.

 

 Efectivamente, después de “Gatica…” la actriz proyectó una carrera como cantante que sigue –con mucho respeto- la guía de Leonardo, quien siempre le aconsejó que se animara a la interpretación. A modo de homenaje, Virginia grabó en su segundo disco, “En agua negra”, una versión de “Amar o morir”, una canción que si bien no es autoría de Favio, la interpretaba con frecuencia y, sobre todo, resume la filosofía de vida del cineasta.

 

“Aprendí mucho filmando con Leonardo y con Rodolfo Mórtola, su director de arte, (N de la R: director de “Los elegidos”, una película hecha en Villa Mercedes). Los dos me decían que yo me tenía que animar a dirigir; y lo hice, no en cine, en teatro”.

 

De la figura de “El Mono”, a Virginia le quedó una frase que el protagonista dice en la película sobre su inclinación política. “Él dice –rememoró la actriz- que no hace política, que es peronista. Cuando la escuché, me hizo acordar a Violeta Parra, que siempre decía que a ella no le interesaban las banderas políticas, sino estar cerca de la gente. Yo pienso parecido”.

 

De “Iluminados por el fuego”, Innocenti recuerda el desgarro del argumento y todo el tratamiento que debió hacer para interpretar a una mujer atravesada por un dolor ajeno que terminó siendo propio.

 

Después de “Gatica, El Mono”, la actriz proyectó una carrera como cantante que sigue la guía de Leonardo Favio.

 

Un tanto alejada de la actuación, en la actualidad Virginia está dedicada al canto y a la poesía, luego de incursionar en la dirección teatral con la exitosa “Dijeron de mí”, una obra en la que recordó a Tita Merello con lírica propia y despuntó el vicio del musical, un género que le atrae desde que a los nueve años empezó a estudiar danza.

 

El otro proyecto teatral que emprendió hace algunos años se llamó “En la sangre: sueños de agua y desembarco” y sirvió para contar la historia de su familia y su llegada al país desde Bologna, el lugar de nacimiento de sus abuelos y su padre.

 

En ambas puestas trabajó con Cecilia Elías, una prestigiosa coreógrafa que terminó siendo fundamental para el momento actual de su carrera: fue ella quien le presentó a Sergio Zabala, un guitarrista puntano con el que compartió una temporada completa con el espectáculo “En la luna, canciones de amor”.

 

“Estaba en búsqueda de un guitarrista para volver al instrumento con el que me había iniciado mi carrera luego de pasar años con un pianista muy bueno, como Diego Vila”, recordó Virginia, quien sólo tiene términos elogiosos para quien ocupó ese lugar.

 

Dijo Innocenti que cuando canta sólo puede asociarse con gente afín en lo estético y en lo “álmico”, alguien que esté en su mismo camino poético y que busque “algo más profundo en ese decir a través de la palabra”. Y que el perfil imaginado fue llenado a pleno por Sergio.

 

Desde enero hasta julio, el dúo hizo funciones de “En la luna…” en El camarín de las musas, un complejo teatral de Almagro al que fueron invitados Gabo Ferro, Fernando Noy, Nadie Lercher, Hernán Lucero, Pablo Agri y otros prestigiosos músicos que visitaron el repertorio.

 

Finalizado el ciclo, Innocenti y el guitarrista puntano hicieron un par de presentaciones más, con la siempre latente posibilidad de venir a San Luis con el espectáculo. “Quisiera que la gente de su provincia conozca a Sergio y de paso escuche las canciones que elegimos para el espectáculo”, se entusiasmó la cantante, quien dijo que para el trabajo buscaba algo más que un simple ejecutante de la guitarra: quería un artista. La admiración y el cariño es mutuo entre los intérpretes. “Con Virginia –dijo Sergio consultado para esta nota- comenzamos a trabajar hace dos años para una presentación en Misiones y a raíz de ese encuentro creamos un vínculo de amistad además de lo musical”.

 

El guitarrista considera que una de las razones que lo une a Innocenti es una búsqueda que va más allá de la música y de la esté- tica y que tiene que ver con cuestiones humanas.

 

(Virginia en una escena de Iluminados por el fuego, estrenada en 2005)

 

“Tenemos una relación que no es muy común en la vorágine del arte y del trabajo. Diría que nos une una empatía espiritual y humana”. Un hito en la relación artística de Virginia y Sergio llegó cuando el guitarrista se puso a grabar su primer disco y se encontró con “Espejos”, un poema de Abelardo Castillo al que quiso musicalizar. Encontró en la voz de su compa ñera una interpretación ideal para la historia del escritor fallecido este año en el que remite a Jorge Luis Borges y Edgar Allan Poe.

 

La escritura es otro de los ámbitos en los que Virginia incursiona desde chica y piensa hacerlo profesionalmente dentro de poco. Tiene un libro de poesía muy avanzado y busca alguna editorial que lo ponga en circulación, aunque se considera una “lectora poco habitual”. Confesó corrige permanentemente sus escritos y que a veces, cuando se sienta frente a sus poemas, “no me soporto”.

 

“Preferiría leer a Alejandra Pizarnik, pero cada tanto tengo que volver a mis escritos para comprobar que estén bien y representen lo que quiero decir en ese momento”, señaló Innocenti, quien consideró que las muchas lecturas que experimentó en su juventud le enriquecieron como persona. Justamente lo mismo que busca cada vez que se sube a un escenario, llega a un set de filmación o se sienta frente al universo de posibilidades que representa una hoja en blanco. 

 

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