15°SAN LUIS - Sabado 27 de Abril de 2024

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"En tecnología, hay resto para pegar una acelerada"

El ingeniero agrónomo cordobés es experto en el armado de silos. Les pidió a los productores ser creativos, anticiparse a los problemas y apostar fuerte por la recría.

Por Marcelo Dettoni
| 22 de octubre de 2017
Digestibilidad y energía. Un silo bien hecho dura más y aporta lo necesario a las vacas.

El alimento para los animales es una de las bases en la que se sustenta cualquier sistema ganadero exitoso, en la región que sea. Para contar con buenas reservas, no sólo es indispensable tener buena producción agrícola y rindes acordes, sino también buenas pautas de conservación, sobre todo desde que el silo bolsa ganó terreno en la consideración de los productores.

 

Hace unos días visitó la provincia uno de los especialistas más reconocidos en la conservación de forrajes, el cordobés Pablo Cattani, quien además es un maestro en el manejo de los tiempos y las reflexiones durante sus disertaciones. Son siempre entretenidas, atrapan al auditorio, lo hace su cómplice y expresa con claridad las ideas, no exentas de consejos útiles.

 

En esta ocasión llegó a San Luis, invitado por una firma picadora de maíz, para hablar del armado correcto de los silos, bajo el título "Ajustes en la conservación de forrajes para la ganadería que viene". El título de por sí ya era atrapante, y la charla que dio en la Sociedad Rural de San Luis lo fue mucho más.

 

Cattani comenzó con una frase que de entrada pocos entendieron: “Estamos en un momento donde te estás por sentar y te corrieron la silla”. Y prosiguió: “Te podés caer, un amigo te puede ayudar a sostenerte o sos hábil y seguís parado”. En realidad lo que quiso demostrar con la figura es que cambió muchísimo el negocio agroganadero en los últimos años.

 

“Hoy la tecnología permite tener un robot por cien dólares, hay hamburguesas sintéticas, los agricultores del tercer mundo son sus propios gerentes y la medida justa de materia seca que tiene tu silo la podés tener en el celular al instante”, dijo para plantear un escenario complejo como el actual. Y no se limitó a ejemplos del campo, también mostró con ejemplos simples lo que pasa en el resto de las actividades: “La mayor empresa de autos de alquiler no tiene autos (Uber), la mayor empresa de hoteles no tiene hoteles (Airbnb). Y fíjense el caso Kodak, que tenía 170 mil empleados y el 85% del mercado fotográfico, sin embargo apostó todo al rollo, ignoró la digitalización y hoy no existe más. ¿Quieren otra? Netflix se comió a un gigante como Blockbuster. Se los cuento para sacarles la silla muchachos…”.

 

Entonces sí, puesto sobre la mesa el dilema que representan los cambios, se metió de lleno en el campo. “La ganadería es tradicionalista. ¿Estamos aplicando la tecnología? Yo creo que poquito, tenemos auto y ruta adelante como para pegar una acelerada importante. Seamos creativos, no reactivos. Tenemos que anticiparnos a los problemas, planear estrategias, formar nuestro propio mercado, priorizar, liderar un movimiento a partir de nosotros mismos”, instó a los productores, que a esta altura todavía estaban viendo para dónde salía la charla. Y Cattani disfruta de estos momentos de incertidumbre en el auditorio, sabe que cautiva y tiene toda la atención encima.

 

“Les doy un caso que se da mucho en San Luis y tiene que ver con la anticipación a los problemas. Si sembramos muy tarde hay más chances de que tengamos una helada temprana, los índices de la provincia demuestran que es muy posible. Si esa helada los agarra en plena fase de desarrollo del cultivo no van a tener quien les pique y obtendrán baja calidad de fibra y proteína. Entonces sembremos algo temprano y dividamos el riesgo. Éste es un año para sembrar temprano y obviamente cosechar temprano”, aconsejó. Y redobló la apuesta: “La Argentina es el único país en Sudamérica que tiene alfalfa, ¿por qué no hacemos silajes de pasturas otra vez, como años atrás?”.

 

Para el especialista en forrajes, la recría es clave en todo el proceso. “Estoy enamorado de ella, te permite vender con el kilaje que quieras. Hay que hacer modelos de costo, porque el problema no está en el precio. Vivimos discutiendo precios y no miramos el costo, que es el que mueve el amperímetro. Se puede hacer un silo barato, pero el costo sobre la producción puede ser grave en el resultado final”, reflexionó.

 

Les pidió a los criadores que programen objetivos. “No es importante cuántas vacas necesito para comer ese silo que armé y tengo en el medio del campo. Es al revés, me tengo que preguntar ¿cuánto silo necesito para mis vacas? Pongan siempre el caballo delante del carro, parece una tontería, pero muchos están haciendo lo contrario”.

 

También sugirió manejarse con reservas generosas a la hora de hacer un silo. “Hagan entre un 20 y un 25% más de lo que necesitan. ¿Por qué? Porque ustedes están en una zona marginal, el agua o la seca te noquean en un segundo. Y también porque el silo es la base de la alimentación, es lo que estabiliza a todo el campo. El silo da digestibilidad, energía y kilos por hectárea”.

 

Cuando al comienzo habló de que cada uno sea su propio gerente, se refería a generar información de manera permanente: mirar el bosteo, observar atentamente la capacidad de locomoción del rodeo, estar encima del estado corporal de las vacas. “Tenemos que buscar que coman mucho y digieran mucho para que el bosteo sea lo menos posible, así ganarán kilos de más”, aseguró.

 

Para Cattani, hay que ser conscientes de lo que puede dar cada clase de cultivo. “No le puedo pedir energía al sorgo forrajero, es solo volumen. Hay que ser buenos agricultores aunque el objetivo final sea la ganadería, agregar megacalorías por hectárea, la relación tiene que estar en 18,5 por kilo de carne”, dijo, para agregar que “si no logro calidad de grano, ese silo va a ser para recría o para que lo coman las vacas vacías, jamás para hacer terminación a corral. En este punto me gusta poner el ejemplo del cumpleaños de sus hijos. Siempre les ponen chizitos para que se llenen, ¿no? Bueno, la vaca debe comer lo que yo quiero”.

 

El ingeniero agrónomo siempre pelea por desmitificar una creencia arraigada en cuanto al silo: que es caro hacerlo. “Va a ser caro si consigo un bajo nivel de materia seca, de producción de grano o de producción por hectárea, si tengo pérdidas fermentativas porque lo armo mal o pérdidas físicas y energéticas en la extracción. Son cuestiones que deben resolver, si pasa todo eso es por falta de estrategia productiva”, sentenció.

 

Quizá como un guiño a quien lo había traído a San Luis, o realmente porque es necesaria una sinergia a la hora de trabajar, les dijo a los productores que su mejor socio “es el contratista”. Claro, juega un papel clave con su puntualidad, con sus máquinas en buen estado y con su sabiduría para armar un buen silo. “Si queda húmedo van a tener problemas de patas, porque bajan las defensas de los animales, si hay exceso de tierra la vaca va a perder energía porque buscará desintoxicarse. Por eso les digo que coordinen con el contratista, trabajen de la mano, confíen en él”.

 

Para Cattani, es clave “no apurarse en llamar al picador, si están nerviosos tomen un vasito de vino y se van a dormir la siesta”, bromeó. Pero hay un argumento contundente para tener paciencia: “La planta, aún picada, respira y produce anhídrido carbónico. Si mandamos a silo un maíz húmedo nos puede armar una capa de moho y provocar pérdidas. Hoy no nos damos cuenta porque el grano está barato, pero mañana lo vamos a llorar. Tampoco recomiendo mojar el silo por la misma razón”, explicó.

 

El especialista les pidió “romper el paradigma e ir a silos cada vez más secos, no importa pedir la mejor picadora, es más importante reclamar tractores para compactar bien desde abajo, porque lo que no logramos en la base no lo vamos a recuperar arriba, aunque estemos una semana pasando la máquina por encima. La importancia de un buen silaje radica en que si lo hacemos mal los animales comerán un alimento que les puede provocar mastitis, pérdida de peso por bajo consumo y enfermedades en las patas, entre otros problemas”.

 

En cuanto a la disyuntiva entre hacer sorgo o maíz, Cattani cree que el campo habla por sí solo. “Hay un objetivo básico, que es ver las megacalorías por hectárea y el equilibrio en el tiempo.

 

El sorgo tiene mejor fibra y recupera más rápido, pero hacemos maíz porque es más fácil partir el grano y aprovechamos mejor la energía a nivel ruminal. Si estás en un campo marginal, hacé sorgo, pero si podés asegurarte primero de probar con un buen maíz”, fue la respuesta. Luego agregó que, “en caso de hacer silo húmedo, el sorgo forrajero es mejor que el maíz”.

 

En cuanto al período de picado, dijo que al sorgo hay que meterle máquina con un tercio de la panoja dura. “No le tengan miedo a este cultivo, yo opto por el granífero doble propósito, porque su materia seca es más digestible”.

 

Si el productor se embarcó con el maíz, aconsejó que en años buenos deben picar según el estado del grano, y si la mano viene mal, hay que hacerlo con un tercio de línea de leche. “No pico un maíz con menos del 35% de materia seca, es la energía más barata a nivel ruminal con la que van a contar. Busquen maíces dentados, el Flint es más duro, la bacteria no llega al rumen de la misma manera”.

 

En otro tramo de la charla puso el ejemplo del desarrollo que tuvo Paraguay, un país que a pesar de que no tiene campos de alfalfa, el maíz es escaso y sólo cuentan con megatérmicas y silo de sorgo, en la actualidad vende más carne que la Argentina. “La clave fue que pensaron en la digestibilidad, que hoy es lo que manda, porque provee más energía y acelera los procesos productivos”.

 

También aconsejó “no volverse locos con el nivel de PH” porque ahora hay nueva tecnología. “Antes sí que pensábamos siempre en picar bien temprano para aprovechar los granos lechosos, pero ahora las máquinas tienen partidores. Si el silo tiene materia seca y está además seco, no importa que el PH sea alto”, amplió el concepto.

 

Sobre el tamaño de picado, apuntó a un número normal, “entre 1,2 y 1,5 centímetros si es que está más verde. No hay que romper tanto para que no se escape el agua. Si es más corto el animal no toma energía, y si lo dejamos más largo, eligen y nos distorsionan el comedero”. Mientras que para la altura de corte, dijo que debe ser a la rodilla y no más abajo: “La base de la planta tiene sodio y potasio, más tierra y agua. Es bueno para el suelo, pero malo para la vaca”.

 

 

Personal asegurado y en regla

 

Complementó la charla, que también contó con la presencia de Víctor Tonelli, sobre quien nos explayamos en el número anterior de la revista El Campo, el ingeniero en seguridad e higiene Hernán Ferraris, quien trabaja para Ikurriña y les brindó a los productores un panorama sobre lo que deben tener en cuenta para evitar que un accidente de trabajo termine arruinándolos.

 

De entrada nomás, les aclaró que todo lo que ocurra dentro del campo, según la Ley Nº 24.557/95 es parte de su responsabilidad. “Toda empresa con empleados en relación de dependencia deben contratar una Aseguradora de Riesgos de Trabajo (ART) que protege a los trabajadores ante cualquier accidente laboral. La norma habla de un evento súbito, violento e inesperado”, enumeró Ferraris.

 

También hay que tener en cuenta lo que se conoce como enfermedades laborales, que son las que se desprenden del trabajo realizado. La hipoacusia y la lumbalgia son las más comunes. “Ojo que no se pueden contratar personas con Monotributo y luego hacerles un seguro de accidentes personales. Eso es fraude laboral”, advirtió.

 

Sobre las ART, dijo que insumen entre el 3 y el 7% de la masa salarial mensual y cubren los gastos por los accidentes que pudieran ocurrir dentro del campo. “Pagan el salario después del décimo día de ausentismo, la atención médica, la rehabilitación y la posible incapacidad permanente con una indemnización”.

 

En el caso específico de la contratación de una empresa de silaje, el ingeniero les dijo a los productores que deben exigir, “documentación impositiva, la que corresponde a la maquinaria (VTV de camiones, seguros), un certificado de capacidad de los empleados (por ejemplo, registro habilitante G-1, que es para tractores agrícolas), observar que esos empleados estén en blanco, con alta temprana en la AFIP, ART vigente y el Formulario 931 al día. Y finalmente hay algo clave: pídanle al contratista una cláusula de No Repetición de la ART”.

 

Y para el final les dejó un mensaje que se traduce en un ruego para que sean previsores: “Trabajar sin asumir riesgos es imposible. El riesgo cero no existe. Lo complicado es no saber a qué riesgo nos exponemos. No sólo el precio es importante a la hora de contratar. No hay que depender de la buena voluntad del accidentado, siempre es mejor cubrirse antes de manera legal”.

 

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