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Los padres de Mateo, el niño encadenado, no quisieron declarar

En el inicio del juicio en su contra por encerrar y maltratar a su hijo de 7 años, María del Carmen García y José Antonio Torres prefirieron no hablar.

Por redacción
| 06 de julio de 2017
Sin palabras. Ni la madre ni el padre de Mateo quisieron hablar sobre el maltrato que, según múltiples testigos, ejercían sobre el niño (Martín Gómez).

María del Carmen García habló con serenidad, sin tartamudeos. Contestó que nació el 26 de febrero de 1982 en San Luis, que tiene cinco hijos, de los que el más chico es una nena de 6 años. Que hizo el secundario completo y que es ama de casa, aunque, además, para ayudar a pagar el alquiler del departamento donde vivían, iba a vender cosas en el trueque de la avenida Lafinur. 

 

Su pareja, José Antonio Torres, se notaba un poco más tosco, titubeante. Acaso algo tenga que ver que, como le contestó al presidente del tribunal, cuando le preguntó por su instrucción, fue solamente hasta tercer grado de primaria. “Más o menos nomás”, respondió cuando Fernando De Viana le interrogó si sabe leer y escribir. Nació hace 43 años en el departamento sanjuanino de Media Agua. Dijo que ha trabajado en una fábrica y después en una panadería. Su última fuente de ingresos fue un negocio de compra venta. 

 

García y Torres son pareja. Ya no conviven desde hace casi un año, aunque desde entonces pasan sus noches en el mismo lugar: la Penitenciaría de San Luis, adonde están presos porque a uno de sus hijos, Mateo, de 7 años, lo dejaban encerrado en su casa, amordazado y atado a una pared con una cadena para perros. Los denunciaron el sábado 30 de julio del año pasado y ayer empezaron a juzgarlos en la Cámara del Crimen 2 de San Luis. Los acusan por privación ilegítima de la libertad agravada.

 

Ninguno de los dos quiso declarar ayer. “No, por un pedido de mi abogado”, respondió ella. “Eeeeeeh, no, por ahora no”, contestó él.
El inicio del juicio corrió el riesgo de suspenderse, porque renunciaron los abogados que defendían a Torres. Y corrió la versión de que el hombre iba a ser asistido por el abogado que defiende a García, Rodolfo Mercau. Esa conjetura se diluyó en seguida: hay “intereses contrapuestos” entre ambos imputados, porque en algún momento el hombre intentó echarle toda la culpa a la mujer por los maltratos al nene.

 

De hecho, los anteriores abogados del acusado presentaron a la jueza que investigó el caso, Virginia Palacios, un video filmado por Torres, con el celular, que mostraba a Mateo atado y amordazado. El hombre le preguntaba si la madre le había hecho eso, pero no lo desataba. Con ese material, los defensores pretendían demostrar que el padre de la criatura era ajeno a los maltratos.

 

Tres policías, una psicóloga, una vecina y una médica que declararon ayer a la mañana –la jornada fue maratónica y continuó por la tarde– dieron testimonios que no dejaron lugar a dudas de que el chico era sometido en forma habitual al maltrato que no sufrían sus dos hermanitas. Los dos hijos mayores de María del Carmen García, frutos de otra relación, viven con sus abuelos paternos.

 

El oficial principal Rodrigo Galera, de la Comisaría 4ª, fue el primer policía en llegar, con el auxiliar Fernando Amieva, al departamento donde mantenían cautivo a Mateo, en un inquilinato de Belgrano 1642, media cuadra al oeste de la avenida Lafinur, frente a uno de los laterales de la escuela “Provincia de Misiones”.

 

Una vecina del departamento 4 los había llamado porque la pareja del departamento 5 había salido y había dejado, otra vez, encerrado al nene, que gritaba pidiendo ayuda. Eran casi las 3 de la tarde.

 

"Lo sabían dejar atado"
“Golpeé la puerta y de adentro (el chico) me preguntó si era de la Comisaría del Menor”, contó Galera ayer. Le contestó que era policía, que se quedara tranquilo, que iban a ayudarlo. El departamento tenía dos puertas, una estaba clausurada y la otra, cerrada con cadena y candado. El nene se asomó por la ventana, a la que le faltaba un vidrio, protegida por una reja y con una pila de cajas con ropa cubriendo el faltante del cristal. “Tenía una cinta adhesiva transparente, en forma de mordaza, con la que le habían envuelto toda la cabeza, pero se la había bajado, la tenía a la altura de la pera”, relató el policía.

 

El nene le contó, aquel día, que “sus padres lo sabían dejar atado y le sabían poner esa cinta para que no gritara”. Lo ayudaron a empujar las cajas y lo sacaron por la ventana, ayudándole a trepar. El policía declaró que si bien el chico no estaba atado cuando él lo vio desde afuera, “no hubiera podido salir solo porque necesitaba que alguien lo ayudara a correr las cajas y a subir”.

 

“Me dijo ‘me duele la cabeza’, porque aparentemente le habían pegado unos días antes”, declaró Galera. La oficial Cintia Limariere, también de la Seccional 4ª, que llegó luego y actuó como secretaria en la instrucción del sumario, declaró que el vecino le avisó que el chico estaba golpeado en la cabeza, ella lo miró y le vio una lesión, que “ya estaba un poquito cicatrizada”.

 

La médica Julia Guidi, que examinó más tarde al nene en el hospital Cerro de la Cruz, corroboró ayer que el chico tenía una escoriación en la nuca, del lado izquierdo.

 

“Estaba un poco asustado, lo noté sobre todo por la mirada”, recordó el policía Galera. “Tenía marcas rojizas en los cachetes y en su rostro se notaba que había llorado mucho”, señaló, a su turno, Limariere. “Lo primero que dijo fue que tenía sed y hambre y el vecino le dio de comer. El chico manifestó que sus padres lo habían dejado así porque se tenían que ir. Lo tomaba como algo normal, se podría decir”, acotó la mujer policía. 

 

Ella y el instructor del sumario policial, el oficial principal José Marín encabezaron el allanamiento en el departamento, la misma tarde del rescate del chico. El padre de Mateo les abrió la casa, cuando volvió al domicilio y encontró a la Policía.

 

Limariere y Marín reiteraron ayer que, sujeta a un soporte de barral para cortina, amurado en una pared divisoria, estaba una correa con una cadena de las que usan para atar los perros.

 

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