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Autopista 25 de Mayo: un desarrollo inmobiliario que se diluye con los kilómetros

El crecimiento habitacional se da en el tramo más cercano a la capital. Aún no despega en inmediación de Nogolí.

Por Marcelo Dettoni
| 21 de enero de 2018
Paisaje ideal para vivir, así piensan muchos de los que compran lotes y construyen al pie de las sierras de San Luis. (Foto: Alejandro Lorda)

Hace siete años, cuando el gobernador Alberto Rodríguez Saá inauguró el primer tramo de la autopista 25 de Mayo con un acto en el cruce entre la ruta 19 y la vieja "Ruta del alto", donde ahora se levanta la maternidad "Teresita Baigorria", se produjo un boom inmobiliario a la vera del camino que conducía a La Punta. Rápidamente se armaron loteos, barrios cerrados y semi cerrados, pequeños emprendimientos familiares y un sinfín de actividades económicas que revitalizaron a ese corredor.
Ni hablar cuando en 2013 la autopista extendió su doble mano entre La Punta y Villa de la Quebrada, alcanzando con su progreso a localidades algo olvidadas como El Suyuque y Los Molles. Además se convirtió en la plataforma ideal para llegar caminando al Cristo de la Quebrada en los días de festividad, ya que el camino comenzó a ser más seguro, transitado y fácil de controlar. En 2015 la 25 de Mayo recibió el último estirón cuando llegó hasta Nogolí, pero ya por entonces, por avatares propios de un país que no logra estabilidad económica, la realidad circundante tuvo un cambio de fisonomía que es imposible pasar por alto.
El Diario destinó un equipo a recorrer los 25 kilómetros que separan a la maternidad de la entrada a Nogolí para comprobar qué quedó de aquel boom inmobiliario, y se encontró con sectores que mantienen la pujanza, otros que retrocedieron varios pasos y un tercero que aún no logra desarrollo a pesar de que el manto de asfalto de doble vía amenazó con llevar la prosperidad. Y justamente el orden es el mismo: cuando más cerca está la traza de la capital puntana, más viviendas y posibilidades de crecimiento inmobiliario hay. En cambio a medida que nos acercamos a Nogolí las condiciones siguen siendo parecidas a aquellas que había cuando la "ruta del alto" era una travesía reservada a los más audaces.
Partiendo de la ruta del Portezuelo, hasta un poco antes de llegar a la subida que lleva a Potrero de los Funes por altas cumbres, la movida en cuanto a construcciones se mantiene viva. El primer barrio cerrado luego de dejar atrás el cruce inicial es San Ignacio, un emprendimiento inmobiliario con 72 lotes, de los cuales unos 35 ya tienen edificación según informó el hombre que ocupaba la garita de seguridad, quien rápidamente dejó su puesto para venir a averiguar qué hacía el dúo periodístico con una cámara en la mano y un anotador. San Ignacio se levantó hace cinco años, al calor de la primera obra de extensión vial y goza de buena salud.
Páginas como OLX ofrecen lotes de 550 metros cuadrados con agua y luz (el gas natural todavía no llegó) a $440.000 con la aclaración que es “negociable”. Un terreno de mil metros en la misma zona, fuera del barrio pero con la misma vista al cerro San Ignacio que le dio el nombre a la urbanización, está publicado en $600.000. Esto indica que la zona sigue siendo pujante y hay demanda fuerte. 
Dos clásicos de ese sector de la autopista son los complejos Aguada y Aguadita del Portezuelo. El primero, más antiguo, ya luce muchas viviendas terminadas, trabajos de pavimentación en los caminos internos y una zona común con pileta y quincho. En la Aguadita superaron la etapa de preventa y seducen con un lago artificial en la entrada y la promesa de que se instalará un hotel de la cadena Howard Johnson. Un terreno de 500 metros cuadrados está alrededor de los 600 mil pesos, en sintonía con lo descripto líneas arriba. Para quienes se interesen por los gastos fijos, la administración de la Aguada del Portezuelo cerró 2017 cobrando unos 1.800 pesos de expensas, una cifra que prometía incrementarse a partir de este año.
Avanzando hacia La Punta, sobre la mano del piedemonte de las sierras se levanta Hutu Sumec (Casa del Sol), un pretendido pueblo de montaña que recién está dando sus primeros pasos. Ofrece lotes, chacras y condominios a construir, con la comercialización de una conocida inmobiliaria de San Luis. Aún no hay nada más que la arcada de ingreso, pero los dibujos prometen una laguna superficial interior y una serie de complejos del estilo de los que se ven en Miami o la Riviera Maya, de dos o tres pisos, con todo tipo de amenities.
Y los loteos siguen una vez que uno supera la primera ciudad del siglo XXI y se interna rumbo a El Suyuque, que es dominado desde las alturas por el monasterio de las monjas. Mariano Moriones ofrece uno a mano izquierda y el Solar de los Molles es otra de las urbanizaciones abiertas, aunque sólo se observa desde el camino una construcción casi terminada y los pastos un poco altos como para entusiasmar a los inversores. Un poco más allá están Majumar, de lindo aspecto interior pero aún con escaso desarrollo, y Del Pilar, con un portón de madera frente al hogar Betania, que es puro monte virgen para explotar.
En la zona de Los Molles predominan más las casitas particulares, humildes, con algún comercio de esos que venden de todo para los turistas; y no tanto las urbanizaciones, que de todos modos tienden a tener una seguridad en la entrada pero no son barrios cerrados tipo country, de esos como Nordelta en los que hay que informar hasta el grupo sanguíneo para ingresar. Un inversor mendocino ofrece cabañas de alquiler a mano derecha, donde el monte le pelea a la civilización y las casas tienen terrenos amplios, algunos con ovejas, cabras y hasta vacas que pastan y prestan servicio a la economía familiar.
Antes de llegar a Villa de la Quebrada, en El Suyuque hay dos urbanizaciones que datan de varios años y viven, al menos en las apariencias, realidades distintas. Aires del Manantial tiene en sus 120 hectáreas unas pocas casas en construcción en los lotes de adelante y otras terminadas con buen estilo más cerca del cordón serrano central. Un pórtico elegante y un muro de piedra permite ver poco de lo que pasa adentro, pero tiene carteles que invitan a cambiar de vida con la compra de un terreno, e incluso ofrecen la construcción de la vivienda con el sistema tradicional (cemento y ladrillos, nada de paneles o cosas modernas). Por ejemplo, una casa de 150 metros cuadrados cubiertos en un terreno de 1.163 metros cuadrados tiene un precio final de $1,47 millón.
Sobre 47 lotes, en la página web de la empresa que comercializa figuran vendidos 25. Los hay más pequeños (igual todos están arriba de los mil metros cuadrados) y gigantes, de hasta 4.600 el que está cerca de la oficina de monitoreo. También son grandes los más cercanos a la autopista. Entre los servicios tercerizados cuenta con una piscina, caballerizas y una pista de saltos, porque alientan los deportes  hípicos.
Distinta parece la realidad de Sierras Marianas, el último complejo importante antes de llegar a Villa de la Quebrada. Sus dos pórticos lucen descuidados, lo mismo que el terreno, con yuyos altos y poco movimiento. En la entrada un cartel anuncia que alquilan una cabaña para dos personas, pero no hay movimiento de obreros ni de máquinas. Es cierto que los incendios que afectaron la zona el año pasado le pegaron duro y los pocos propietarios lo sufrieron en carne propia con la evacuación de las viviendas y con el corte del agua que les llega de vertiente debido a la destrucción de las mangueras. Es un atenuante de peso para un barrio al que le costó despegar. Una casita sencilla, de un dormitorio pero con un buen terreno circundante la ofrecen a $600 mil en Mercado Libre, mientras que un terreno de mil metros cuadrados se puede obtener entre $165 mil y $290 mil “negociables” en Ala Maula.
Ya después de Villa de la Quebrada y hasta Nogolí el único paisaje similar es el de la cinta asfáltica y las luces en las rotondas, porque en ese tramo todavía gana la naturaleza. Arbustos, movimientos de tierra y pocas casas. Y apenas dos loteos que emergen entre la espesura, ambos sobre el piedemonte de las sierras. Uno es Balcones de Nogolí, un terreno de 100 hectáreas al que se accede por un camino de ripio que conduce a lo alto.
El cartel habla de chacras serranas a futuro y en una primera etapa 94 parcelas (figuran 17 como vendidas) de 1.250 a 5.000 metros cuadrados con dos áreas: turística y productiva. Luego prevén una segunda con 56 lotes más.  Prometen utilizar sólo energías alternativas (solar y eólica), no afectar el ambiente, un código de urbanización acorde a la geografía, y 20 hectáreas de espacios comunes. 
El otro es Jardines del Monte, un desarrollo inmobiliario que lleva adelante una conocida empresa de San Luis que por ahora sólo tiene un pórtico de entrada y puro monte. Quien lo comercializa apunta a desarrollar un vivero con especies naturales para reforestación, fomentar el uso de energías alternativas, tener un espacio para el cuidado y la guarda de caballos y espacios para el senderismo y el trekking de montaña.
Cuando estos dos últimos emprendimientos florezcan, la 25 de Mayo podrá recuperar el esplendor en su último tramo. También habrá que revitalizar las márgenes entre La Punta y Villa de la Quebrada, apostar por esa tierra con vistas increíbles y tranquilidad serrana. Así la autopista volverá a ser lo que prometió hace siete años, cuando el "Camino del alto" le dejó lugar al progreso.
 

 

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