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Rescatan a mono que trepó a los techos de un barrio de la ciudad

Es un ejemplar de Carayá que se recupera en el Centro de Conservación. Buscan que vuelva a su hábitat natural.

Por redacción
| 17 de febrero de 2018
Rescatado. El ejemplar de mono aullador se recupera en el Centro de Conservación de La Florida. Foto: Agencia San Luis.

La tranquilidad de barrio Amaro Burgos, contiguo al predio de la Sociedad Rural, se vio alterada por la presencia de un mono Carayá que saltaba por los techos de algunas viviendas y terminó trepado a unos troncos del espacio verde que tienen allí. Los vecinos llamaron a los Bomberos, quienes le tiraron una manta encima y pudieron atraparlo. Después lo llevaron al cuartel de Terrazas del Portezuelo y más tarde dieron aviso al Programa Biodiversidad. Desde el domingo el mono está alojado en el Centro de Conservación de Vida Silvestre en La Florida (CCVS).

 

Lara Denápoli, bióloga del Área Biodiversidad, informó que “es un ejemplar adulto, aunque no sabemos exactamente su edad; pesa 2,7 kilos y lo tendremos en custodia hasta que podamos contactar a las entidades de conservación de fauna de las provincias donde viven estos animales". Una vez en el CCVS se le realizaron todos los chequeos y se determinó que se trata de un mono aullador (Alouatta Carayá) y que se encontraba en buen estado.

 

Denápoli explicó que estos ejemplares viven en las zonas húmedas donde hay abundante vegetación y arboleda como Misiones, Corrientes, Formosa, Chaco, sur de Salta y en la zona norte de Santa Fe. “Es probable que haya sido domesticado por algún vecino del barrio”, dijo la bióloga quien mencionó que “no se destacan por ser de gran tamaño y pueden medir entre 50 y 90 centímetros. Y lo más importante es que no forman parte de la fauna nativa de nuestra provincia. Tampoco es un animal doméstico, aunque en este caso es muy probable que se haya escapado de la casa donde lo tenían como mascota”. 

 

Pero lo lamentable de tenerlo en una casa es la forma violenta que debieron utilizar sus captores, porque según explicó la bióloga, “el mono carayá vive y se mueve en grupos de cuatro o cinco. Y para quitarle las crías a la madre debieron haber matado al menos a cuatro o cinco adultos, porque en general son agresivos y tienden a defenderse. Eso quiere decir que para obtener un cachorro le quitaron la vida a varios adultos”.

 

Cuando los monos están en cautiverio son alimentados a base de frutas, pero Denápoli detalló que “en su hábitat natural además se alimentan de hojas, flores, tallos y semillas de donde incorporan nutrientes que no les ofrecen los frutos, que son totalmente diferentes a los que consumen cuando están encerrados acá”. Pero admitió que “un ejemplar de estos en cautiverio, si está bien cuidado, puede vivir más tiempo que en vida silvestre”.

 

Los primeros pasos que dieron en el Programa Biodiversidad fue contactarse con las provincias que forman la zona de distribución de estos animales “porque para hacer el traslado de fauna silvestre de una provincia a otra hay que pedir los permisos correspondientes. Ellos son los que nos tienen que informar los centros de rescate de fauna o santuarios donde reciben a los monos para rehabilitarlos y ver si lo pueden volver a liberar en su medio ambiente”.

 

Denápoli recordó: “Ya hemos recuperado otros ejemplares de carayá en San Luis que los tenían como mascota y los hemos devuelto a un santuario de monos que hay en Córdoba, a pesar de que no es zona de distribución de esta fauna. Pero ahora tenemos una política de regresarlos a los lugares que sean su hábitat natural para que pueden ser liberados”. Además contó que la forma de traficarlos es “a través de los transportes de carga que vienen desde la zona noreste del país. Los venden en las rutas y los compradores los emborrachan con bebidas alcohólicas, porque son muy inquietos y chillan todo el tiempo. De esa manera se aseguran que duerman todo el viaje”. Y confirmó que en ese estado recuperaron al último que una familia lo entregó en Villa Mercedes.

 

Por estos días el mono está en el predio de La Florida solo en un recinto, porque no se lo puede juntar con otros animales. “No tiene problemas de salud, ni de conducta extraña. Lo aclaro porque estos animales cuando son mascotizados, al retirarlos de su lugar habitual, a veces se deprimen. Pero este en particular no lo ha demostrado y además lo tenemos cerca de los cuidadores desde el domingo. Ahora pasó a un recinto más grande para que tenga un poco más de espacio para moverse y ahí quedará hasta que lo podamos trasladar a un lugar donde lo puedan rehabilitar”, señaló la bióloga.

 

Además reiteró que el mascotismo “lo único que provoca es que la naturaleza lo considere muerto porque ya no se podrá reproducirse, ni transmitir sus genes a otro ejemplar". Además alertó porque  dijo que "son portadores de enfermedades, que aunque ellos no las desarrollan, sí pueden transmitirlas a los seres humanos como son la fiebre amarilla o la rabia”.

 

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