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Lo condenaron a 13 años de cárcel por violar a su hijastra

Por redacción
| 17 de mayo de 2018
Tribunal. de izq. a der. Sabaini zapata (de la cámara penal 1), y miranda Folch y Saá Petrino (de la 2).

La víctima, de 23 años, dijo que él la atacaba cuando se emborrachaba y su mamá no estaba en la casa.

 

Claramente, el dolor por las violaciones que sufrió entre los 7 y los 14 años a manos de Roque Olguín, su padrastro, aún estaba ahí, latente, vivo a pesar del paso de los años. Y la víctima, que hoy tiene 23 años, lo manifestó a través del llanto en dos momentos, cuando declaró la Cámara Gesell, años atrás, y cuando habló ante los jueces Gustavo Miranda Folch, Hugo Saá Petrino y Jorge Sabaini Zapata, hace ocho días. El pasado martes, después de los alegatos, la Cámara del Crimen 2 de San Luis condenó a Olguín de forma unánime a trece años de prisión, por el delito de abuso sexual con acceso carnal con dos agravantes: su calidad de guardador y el aprovechamiento de la convivencia preexistente.

 

El acusado, de poco más de 50 años, encontró en la circunstancia de compartir el techo con su pareja y los siete hijos de ella la oportunidad para atacar a la menor. “Todos los chicos son fruto de una relación anterior de la señora. Con el acusado no tuvo hijos”, comentó una fuente. La denunciante había vivido maltrato y mucha pobreza con el padre de sus hijos. Por ello, cuando conoció a Olguín posiblemente creyó que la vida le había arrimado una nueva chance de formar una familia.

 

Según contó la víctima, los abusos ocurrían cuando su mamá no estaba en la casa y, preferentemente, cuando Olguín se emborrachaba. “Él era bueno, pero se transformaba cuando tomaba”, refirió la joven. No hubo manipulaciones ni seducciones por parte del padrastro: la muchacha dijo, por ejemplo, que para someterla la ataba y le tapaba la boca, y que ella intentaba resistirse, sin poder zafar.

 

La revelación llegó en 2011, cuando la víctima, que había ido a quedarse durante las vacaciones en lo de una hermana mayor que vive en Tilisarao, no quiso volver a su casa en San Luis. La hermana indagó en las razones de esa negativa, y la adolescente le confesó que era porque su padrastro la violaba desde hacía años. La pariente la convenció de que debía contarle todo a su mamá, y lo hizo.

 

Y la mujer, que aseguró días atrás ante el tribunal que nunca tuvo indicios de que su hija era atacada por su pareja, hizo la denuncia. La víctima confirmó que su mamá nada sabía, y refirió que ella no habló antes porque estaba amenazada.

 

En la audiencia, la madre también fue interrogada sobre por qué en un determinado momento quiso levantar la denuncia. Explicó que lo hizo porque fue presionada por la hermana del acusado.

 

Al tiempo que se ponía en marcha la investigación penal, las autoridades judiciales también libraron una orden para excluir a Olguín del hogar. El sospechoso, que se ganaba la vida como reciclador en una fábrica, se fue a la localidad mendocina de La Paz, donde trabajó de albañil. Al parecer, allí estuvo hasta que ordenaron su detención, en 2014.

 

Además del informe de la revisación médica, al expediente incorporaron las conclusiones de Marisa Samper, la psicóloga del Poder Judicial que hizo la pericia de la Cámara Gesell, y el informe de la psicóloga de la Comisaría del Menor, que entrevistó a la chica inicialmente.

 

En audiencia, Samper fue consultada sobre algunos aspectos de su informe que no estaban del todo claro, contó la fuente. Pero, al margen de que la especialista dio las explicaciones y ampliaciones que le solicitaron y validó el relato en la audiencia, la exhibición de la entrevista a la menor en Cámara Gesell, durante el juicio, le permitió al tribunal tener una impresión de primera mano de cómo estaba la víctima, de su estado anímico.

 

La fiscal de Cámara Carolina Monte Riso expresó en su alegato que no advertía razones para que la joven inventara una acusación de ese tipo, a pesar de que el padrastro, en su declaración, afirmó que la chica lo había acusado porque pretendía independizarse e irse a vivir a Tilisarao, y que su pareja lo había denunciado porque él tenía una relación con otra mujer. La fiscal requirió que a Olguín lo consideraran autor del delito por el que finalmente fue condenado –con los mismos agravantes–, aunque había solicitado dos años más de prisión, es decir, quince.

 

El defensor oficial de Cámara de la Segunda Circunscripción Judicial, Víctor Endeiza, pidió que absolvieran a Olguín por el beneficio de la duda. Dijo que lo único que había contra el acusado eran los dichos de la joven, y que no estaba probado ni que ella hubiera sido víctima de abuso, ni que el padrastro haya sido el autor de ese delito. Pidió que, de modo subsidiario, la Cámara contemplara su situación social, económica y cultural, a los fines de minimizar la pena al momento de determinar el castigo. 

 

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