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Boyeros eléctricos, para no atar todo con alambre

Es una herramienta sencilla para dividir los potreros y mejorar el forraje en los campos de cría. Es más económica que los cierres tradicionales y contribuye a una ganadería más eficiente.

Por redacción
| 17 de junio de 2018
Colocar alambrado eléctrico es mucho más económico.

Unas cuantas varillas, un electrificador y alambre. Con esos y otros pocos materiales, más un poco de esfuerzo y planificación, se puede construir una tecnología fundamental para mejorar la eficiencia de los campos de cría: boyeros eléctricos, una herramienta muy simple pero efectiva que está en plena expansión. Es más económica que el alambrado tradicional, ayuda a mejorar la calidad de los pastoreos y contribuye al bienestar animal.

 

Aunque no le guste cargar con el mote de "especialista", Luis Rhades es una palabra autorizada si de electrificaciones rurales se trata. El técnico del INTA Anguil de La Pampa visitó San Luis para dar dos capacitaciones (una en Fortuna y otra en Villa Mercedes) sobre la instalación y el uso de esta tecnología en el semiárido. Se refirió a qué hay que tener en cuenta a la hora de introducirla y los errores más frecuentes que se cometen en la práctica.

 

“Cada vez es necesaria más formación, el mundo nos demanda que estemos más capacitados en los campos”, dijo Pablo Bianchi, el presidente de la Sociedad Rural Río Vº, una de las organizaciones que convocó a productores y empleados rurales al taller. Y parece que dio en la tecla porque Rhades retomó sus palabras para hablar de la importancia de romper viejas estructuras en el manejo de la hacienda, de los lotes y el monte: "Ustedes son profesionales de los alambres, no existe un título para esto, pero ustedes lo son y tienen que empezar a valorarse", les dijo a los peones, en un intento de revalorizar uno de los oficios más antiguos que se desarrolla en los campos.

 

“La verdad es que cada vez hay menos gente trabajando en los establecimientos. Por eso, revalorizar y profesionalizar el trabajo rural genera una fuerte autoestima en la persona que presta el servicio y también mejora la eficiencia de la producción”, reconoció después, en diálogo con la revista El Campo.

 

Guiado por esa meta, el veterinario contó sus propias experiencias y anécdotas en el asesoramiento para la instalación de la tecnología en diferentes campos del país. Mostró fotos y recordó errores pero, por sobre todo, habló de los beneficios de colocar boyeros.

 

En primer lugar, aseguró, colocar alambrado eléctrico es mucho más económico. Como se reducen la cantidad de hilos y varillas, cuesta un 15% menos de lo que saldría un cierre tradicional.

 

Pero tal vez la principal virtud de la fragmentación del campo con estos tendidos se sustenta en la frase popular que dice "el que mucho abarca, poco aprieta". En primer lugar porque facilita mucho el manejo de la hacienda, y en segundo porque “los campos de cría son grandes, a lo largo de toda la historia ha habido problemas de sobrepastoreo y se han perdido especies forrajeras importantes. Una manera de rescatar esa capacidad forrajera, es haciendo subdivisiones para poder hacer rotaciones”, reveló.

 

Lo que sucede en los establecimientos con pastoreos continuos, es decir cuando el campo no está dividido, es que el animal come toda especie forrajera que esté a su alcance, siempre que le atraiga y le apetezca. Cuando empieza el período de recuperación de las plantas, si vuelve a comerlas esas especies no tienen la posibilidad de recuperarse y se terminan perdiendo.

 

“La idea de achicar el potrero es que el animal, una vez que consumió ese forraje, pase a otro lote para que el anterior tenga un tiempo de recuperación”, explicó.

 

Y la modalidad aplica tanto para las parcelas con pasturas implantadas como para las zonas de monte que pueden ser aprovechables. Por eso, Rhades aconsejó a los productores que hagan,  junto a sus asesores, un relevamiento de las especies forrajeras que tienen disponibles en sus tierras, para cuidarlas y lograr desarrollar un “pastoreo alternativo”, que incluya un sistema de rotaciones y descansos.

 

Porque estos esquemas también ayudan a controlar de forma biológica la emergencia de malezas que compiten con las especies forrajeras por luz, agua y el resto de los nutrientes.

 

Finalmente el veterinario aseguró que aunque la hacienda reciba una descarga eléctrica si entra en contacto con los alambres, el sistema de boyeros no atenta contra el bienestar del rodeo. Por el contrario, sostuvo que ayuda a que mejoren sus condiciones de alimentación, hábitat y que los animales estén más en contacto, al mismo tiempo que se evitan los golpes, que queden atascados entre los cercos y los viejos materiales como el alambre de púa.

 

 

Una barrera psicológica

 

El alambrado eléctrico funciona bajo un principio básico y es que los animales tienen "memoria". El equipo envía pulsos de 5.000 a 10.000 voltios hacia el alambrado y cuando la vaca lo toca, la corriente pasa a través de su cuerpo y se traslada por sus patas hasta la tierra. Desde ahí, la descarga se dirige por el suelo hasta la entrada del electrificador y el circuito se cierra.

 

Es así, de forma casi instantánea, el animal siente una "patada" y ya no olvida el dolor de esa descarga. Ahí se crea una barrera psicológica porque evita volver a tocar los mismos elementos o prácticamente ni lo intenta. De esa forma se logra que el rodeo permanezca en un potrero y no coma el forraje de las otras divisiones.

 

El especialista advirtió que al momento de instalar el sistema en un campo, es fundamental hacer una planificación de lo que se quiere lograr y tener un buen conocimiento del suelo.

 

Así, la primera decisión que tiene que tomar el productor es si el sistema de alambrado será permanente (es decir que tendrá una duración de por lo menos seis años), semipermanente (uno o dos años) o será algo transitorio y sólo se colocará durante lo que dura un verdeo. Porque de eso dependerá los materiales que debe utilizar.

 

La herramienta más importante es el electrificador, un dispositivo que genera energía de alta tensión. Existen diferentes marcas y tipos, pero hay un factor clave a la hora de elegir uno. Si se dispone de electrificación rural, los que funcionan a 220 voltios son los más recomendados porque son de bajo mantenimiento. En el caso contrario, la única opción es ir por uno de 12 voltios que funciona con baterías o paneles fotovoltaicos. Luego, lo que también hay que tener en cuenta es la energía, el voltaje, el radio de acción y la cantidad de kilómetros a electrificar.

 

El dispositivo se conecta con un alambre que se deriva hacia el tendido a electrificar. Recomiendan que sea uno de un buen diámetro como el galvanizado, ya que cuanto mayor sea el grosor del hilo, mayor será la conductividad y mejor la resistencia a la circulación de la corriente.

 

Pero al mismo tiempo hay que realizar otra conexión y derivar otra salida hacia una toma a tierra. Es una parte imprescindible del sistema para que el circuito eléctrico quede completo y se produzca la descarga en el animal. Para eso se entierran varillas, jabalinas o caños en perfecto estado y sin óxido, en una zona donde haya humedad permanentemente que favorezca la conductividad.

 

Por eso, en las zonas semiáridas donde los suelos son más secos o las napas están más profundas, hay que tomar algunos recaudos extra. La estrategia que recomendó Rhades es colocar un segundo alambre que recorra todo el perímetro por debajo del que está electrificado. Este alambre no tendrá corriente, pero servirá de retorno de la conducción y llevará la energía que no puede propagarse por la tierra hasta el electrificador.

 

Pero además, en lugares como San Luis o La Pampa, donde abundan los campos de cría, también hay que tener en cuenta la altura de los terneros a la hora de colocar los tendidos. Por eso, es probable que sea necesario poner un tercer hilo por debajo, a unos cuarenta centímetros del piso para que las crías más pequeñas también respeten las divisiones de los potreros.

 

Del mismo modo, si en vez de vacunos hay otras especies, hay que contemplar sus alturas y colocar más hilos. Así, para los equinos aconsejan poner un solo alambre a 90 centímetros del suelo, mientras que para los cerdos y los ovinos lo ideal es poner tres líneas que inicien en 15 centímetros y para los caprinos se puede incorporar una cuarta.

 

Los materiales que completan el sistema son los postes, que aconsejan que sean de madera o hierro y estén colocados cada 600 metros, y los aisladores para colocar en los esquineros donde inicia la línea.

 

 

Errores frecuentes

 

"Lo barato siempre sale caro", insistió una y otra vez Rhades. Es que por ahorrar en materiales o reutilizar viejas estructuras, muchas veces los productores terminan cometiendo errores que alteran el correcto funcionamiento del circuito de boyeros eléctricos. "Ésta es una tecnología muy eficiente y muy probada, pero a veces la eficiencia del sistema instalado no brinda toda la capacidad que tiene porque se cometen algunos errores. Estos talleres son para conversar con productores, alambradores y personal del campo, para que se puedan dar cuenta de lo que tienen bien hecho y aquello que se podría mejorar", expresó.

 

Entre las fallas más comunes que se cometen, el veterinario enumeró la mala conexión del electrificador o una deficiente toma a tierra. También pueden estar las baterías descargadas, los bornes sulfatados o las pinzas oxidadas, o que existan elementos que toquen el alambre e induzcan descargas a tierra.

 

El error más frecuente, al menos para el especialista, es la poca manutención que se hace de la tecnología. "Tenemos que adquirir como hábito, cada vez que vamos al lote a ver la hacienda, revisar que esté entregando bien la corriente y que todo esté en orden", aconsejó. Y también remarcó la importancia de utilizar los elementos de seguridad, como guantes y antiparras. "Tenemos que ser cada vez más profesionales. La diferencia está en los que saben por qué se hacen las cosas, respecto a aquellos que sólo hacen las cosas", cerró.

 

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