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Productores porcinos apoyan el cierre a las importaciones

Dicen que es una competencia desleal y que, como entra más barata, las grandes empresas dejan de comprarles a ellos.

Por Marcelo Dettoni
| 10 de agosto de 2018
Asistencia sanitaria. Un veterinario de la provincia toma muestras en el campo de Ángel Cabello. Foto: El Diario.

La decisión del Gobierno provincial de cerrar sus fronteras a la carne de cerdo proveniente de Estados Unidos, debido a su pobre condición sanitaria respecto al PRRS, provocó un sinfín de comentarios, todos positivos, entre los productores locales. Incluso El Diario consultó al presidente de una asociación que nuclea criadores de la provincia de Buenos Aires, quien también se mostró de acuerdo y fue más allá: pidió que otras provincias aceleren los proyectos en marcha e imiten a San Luis.

 

“Es una buena medida que no solo impactará positivamente sobre San Luis, sino sobre toda la producción nacional, que se ve así más protegida. Antes había iniciado la movida La Pampa, y otras provincias como La Rioja, Córdoba, Entre Ríos, Santa Fe y Buenos Aires están estudiando leyes similares para ir cercando estas importaciones que son peligrosas para un país que tiene un estatus sanitario sobresaliente”, dijo Alejandro Lamacchia, el presidente de la Asociación de Productores Porcinos de la provincia de Buenos Aires, quien tiene un emprendimiento en cercanías a Mar del Plata y conoce a fondo el negocio ya que trata con colegas de distinta envergadura.

 

El directivo bonaerense asegura que el Síndrome Disgenésico y Respiratorio Porcino (PRRS) es “una enfermedad viral grave, que puede provocar hasta el 50% de pérdida por mortandad en una piara. Una vez que ingresa, es muy difícil de sacar. Chile la sufrió en 2013 y, a pesar de todas las medidas que tomó, resurgió con fuerza en 2016. Y este año la comenzó a padecer Uruguay”. Agregó que “la Argentina tiene un estatus sanitario sobresaliente, y como los mercados no se abren de la noche a la mañana, cuando nuestra producción tenga el stock suficiente como para vender afuera, debemos estar preparados”.

 

Dentro de San Luis, El Diario consultó a uno de los responsables de una empresa grande como Alimentos Magros S.A., que depende de la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA), y a un par de productores de pequeña escala que tienen sus emprendimientos en cercanías a la capital puntana. Todos coincidieron en aplaudir la decisión de la provincia antes de adentrarse en sus realidades particulares.

 

“Nos pareció muy bien que San Luis tome el recaudo de no dejar entrar carne porcina de países que no están libres de PRRS, a nosotros que tenemos una inversión importante en la provincia nos brinda una enorme tranquilidad sanitaria”, reflexionó Julián Echazarreta, subgerente general de ACA y uno de los responsables de la planta que funciona en Juan Llerena, que tiene 2.900 madres en producción y una gran conciencia ecológica e inteligencia para aprovechar las energías alternativas, lo que los llevó a producir biogás (para energía eléctrica) con el purín, que son los desperdicios que surgen de la cría porcina.

 

Lo que más le gustó a Echazarreta fue que “el Gobierno provincial tomó la iniciativa por sí mismo, no fue un pedido que hayamos hecho durante el encuentro que tuvimos hace poco más de dos meses”. Se refería a la reunión que sostuvo el 24 de mayo pasado con Sergio Freixes, el ministro de Medio Ambiente, Campo y Producción, quien en la despedida ya le había asegurado que San Luis estaba trabajando para sacar una medida como la que finalmente se reflejó en el decreto que firmó el gobernador Alberto Rodríguez Saá el último miércoles.

 

“Nos gusta que San Luis sea un Estado atento a combatir todas las medidas que puedan afectar a la producción local, nosotros le damos empleo a 70 personas en forma directa y si ingresan productos que no están debidamente certificados en cuestiones sanitarias, peligra la estabilidad”, agregó el directivo, quien también se refirió al caso brasileño, que gracias a las condiciones favorables que permite el Mercosur coloca parte de su producción en el país a pesar de no tener estatus de libre de PRRS. “Con los brasileños existe una importación con menos exigencias que con otros países, allí el problema es que ellos usan ractopamina, un anabólico que ayuda a los cerdos a tener mayor musculatura y que está prohibido en la Argentina. Eso es competencia desleal, o usamos todos esa droga de crecimiento, o no permitimos que lleguen porcinos con ese aditivo alimenticio a nuestro mercado”.

 

En el otro extremo del amplio abanico de productores están los pequeños, que son mayoría en un universo donde el 90% de los criadores porcinos del país no supera las 150 madres y representan el 40% de la faena total, según informó Lamacchia. Allí se encuadran algunos como Patricio Montero, que están casi arañando ese tope y otros como Ángel Cabello, quien vio disminuir dramáticamente su piara en los últimos dos años, al compás del aumento de los costos, la devaluación y los vaivenes económicos de la Argentina.

 

“Estoy de acuerdo con la decisión que tomó San Luis, porque la importación nos perjudica a nivel económico, y más si no se sabe bien cuál es la condición sanitaria de esos animales. Cuando el mercado se inunda de carne de cerdo de otros países, las empresas grandes que hay en San Luis, como Paladini, nos dejan de comprar porque consiguen mejores precios”, contó Montero, quien tiene su campo en La Cumbre, unos 2.500 metros tierra adentro de la Autopista de las Serranías Puntanas, antes de llegar al peaje.

 

El hombre reconoce que el momento de la Argentina no ayuda, pero él cuenta con una ventaja: “Produzco la comida de mis cerdos, tengo una 100 hectáreas sembradas con maíz, que me dan 700 toneladas al año, suficiente para las 140 madres en confinamiento y los 900 capones”, dice, aunque reconoce que “varios colegas cerraron porque no pueden comprar los granos, hace dos años el precio se disparó a las nubes”. Montero vende parte de su producción en Mendoza y la otra la lleva al frigorífico Lario, en Rafaela, un establecimiento reconocido por la calidad de sus fiambres y embutidos, aunque el flete le cuesta caro porque la ciudad santafesina está a 650 kilómetros de San Luis.

 

Cabello, en cambio, está pasando un momento difícil. “El decreto que firmó el Gobernador es una buena noticia porque no es una lucha pareja la que hay que sostener contra la carne de cerdo importada, pero la verdad que son negocios que me pasan muy por arriba hoy en día”, cuenta con amargura. “Tenía 33 madres hace dos años y ahora me quedan tres, las fui perdiendo al ritmo del precio del maíz, que costaba 75 centavos el kilo por entonces y ahora está a seis pesos. Por suerte en algunos momentos la provincia me subsidió el alimento molido y me ayudó con el recambio de un padrillo enfermo, ya que me entregó otro sano y de mejor genética, pero es un momento muy complicado en general, en el que si no producís, te morís”.

 

Ahora apuesta a otra iniciativa puntana para resurgir: “Íbamos a participar de la reapertura del frigorífico que está en la Agrotécnica de San Luis, al final la obra la hizo el Gobierno y es posible que aprovechemos para faenar ahí. Hay que blanquear la matanza de los pequeños productores, que estamos en la lona”, cerró el productor que tiene un campo familiar en la zona de Pescadores.

 

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