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San Francisco, una joya descubierta al turismo

Desde el inicio de época de verano , la ocupación ronda el  87%.  Los viajeros es quedan unos 5 días. 

Por redacción
| 16 de febrero de 2019
Video: Marina Balbo

Si se habla del Valle de Chutunzo, muchos se preguntarán dónde queda; pero si nos referimos al dique Las Palmeras, Río Gómez, la Quebrada de López o simplemente mencionamos la escuelita de Sarmiento, sabemos que estos lugares están en San Francisco del Monte de Oro. Se trata de una de las localidades del norte puntano que este año tuvo un fuerte despertar turístico —que sorprendió a más de uno—, ofrece un paisaje agreste y el recorrido por sus encantos naturales puede hacerse en auto, a caballo, en bicicleta o simplemente caminando.

 

El viaje a San Francisco genera muchas expectativas, y sus caminos permiten conocer los secretos de la localidad, donde hoy viven unas siete mil personas. Su crecimiento demográfico se debió a que hace unos 8 o 9 años, mucha gente, principalmente de Buenos Aires,  llegó buscando tranquilidad y compró terrenos y viejas casas para comenzar una nueva vida. Entre su nueva población, se encuentran jubilados, pero también parejas de jóvenes, como Eugenia Coto y Esteban Ponte —ambos de 35 años y arquitectos de La Plata—, que eligieron San Francisco para criar a sus tres hijos.

 

El equipo de El Diario de la República, integrado por una periodista, una fotógrafa y la realizadora de audiovisuales de la web, se detuvo en la oficina de la Dirección de Turismo municipal, donde fue recibido por su director Guillermo Lucero y por Alejandra Negro, quien fue la guía durante el viaje.

 

Las estadísticas demuestran que, desde que se inició la temporada turística 2019 en toda la provincia, San Francisco mantiene una ocupación que ronda el 87 por ciento. Esto se debe a que en la localidad hay más de 70 complejos de cabañas y casas para alquilar, que la posicionaron como la tercera ciudad elegida para pasar las vacaciones, después de Merlo y Potrero de los Funes. En la oficina de turismo informaron que en enero pasaron por esa dependencia más de cinco mil viajeros, sin contar los que llegan directamente al valle y no se tiene registro. Según los datos, los visitantes provienen principalmente de Buenos Aires, Mendoza, San Juan, La Pampa, Villa Mercedes y San Luis; y en menor, medida de Neuquén y Tierra del Fuego. Algo que los sorprendió fue que también recibieron visitantes franceses, brasileños y españoles.

 

Son cinco los ríos que surcan la localidad: San Francisco, Curtiembre, Río Juan Gómez, Socoscora y Río Claro. Los cursos de agua que descienden de las sierras también esconden pequeñas y grandes cascadas, como Salto Escondido, una caída de agua de 82 metros, a la cual se llega remontando el Río Claro, después de caminar unos 13 kilómetros desde un punto de la ruta 9, que justamente es el camino que une el Valle Chutunzo con La Carolina. Si se transita por esta ruta a través de las sierras, uno de los miradores que se debe visitar es el Cerro El Amago, lugar desde donde se tiene una visión completa del valle y se puede apreciar, si se tiene suerte, el vuelo majestuoso de los cóndores.

 

Otro de los atractivos principales es el dique Las Palmeras; allí se practican deportes náuticos sin motor, como kayak, remo y windsurf. Además, desde sus murallones (cuando está abierta la temporada de pesca), los que practican  esta disciplina esperan que la tarde se transforme en noche para tirar sus líneas al agua en busca de un ansiado botín.

 

El paraje de Río Gómez, a 4 kilómetros del centro de San Francisco, fue otra de las paradas. Mientras se circula por una ruta de tierra, a los costados se despliega un paisaje increíble, donde el fondo principal son la sierras centrales de San Luis. Hay que atravesar las vertientes y el río San Francisco.

 

Alejandra contó que, antiguamente, el paraje era considerado como la huerta de la villa, ya que en la zona los pobladores cultivaban zapallo, maíz, nueces, aceitunas, damascos y duraznos. “Con el tiempo, los lugareños se fueron a las ciudades más grandes en busca de trabajo, y estos terrenos se pusieron a la venta. La mayoría fueron comprados, principalmente, por bonaerenses”, dijo.

 

Por eso, por el camino se ven los árboles frutales que se mezclan con la vegetación autóctona del valle. El viaje duró unos 20 minutos, a paso lento, debido a que la trepada por las sierras se emprendió en auto. Al llegar a destino, se encuentra el río Juan Gómez con sus piedras grandes y pozos de agua cristalina, que llega a la cintura de un adulto; son ideales para refrescarse. Es un sitio excelente para que los niños jueguen y naden bajo la mirada atenta de los mayores. Además, es un espacio amplio. Los turistas no tienen la necesidad de estar uno al lado del otro. En el tiempo que se permaneció en el lugar, se contaron más de veinte grupos, que se extendían a lo largo del río.

 

Ana María Olivera, oriunda de Chivilcoy, Buenos Aires, contó que hace ocho años que elige la localidad, junto a su familia, como destino de vacaciones. Ellos han visto de primera mano el cambio que ha tenido San Francisco respeto al turismo. “Cuando lo conocimos, era un pueblito, pero ahora es una ciudad hermosa que tiene todo el confort que se necesita para estar bien por largo tiempo. Este año hemos visto que hay más visitantes que en años anteriores”, contó.

 

Otro de los lugares para recorrer es la Quebrada de López. Pero, para llegar a ella, se debe pasar por los balnearios conocidos como 1º y 2º Badén, instalados sobre los ríos Curtiembre y Claro. Son los más cercanos a la ciudad y los preferidos por los lugareños, ya que se puede acceder a ellos sin vehículos.

 

La entrada a la Quebrada de López está señalizada por un cartel, y el camino es totalmente de tierra; se debe transitar despacio ya que el trayecto es en subida. La travesía dura unos veinte minutos en promedio, dependiendo del auto que se tenga, pero la espera vale la pena. Al final del camino, el turista se encuentra con un sector para pasar el día. Hay asadores, algunas mesas de concreto y una pileta que pertenece al canal de riego. En la quebrada, el murmullo del río Curtiembre llama a la gente a meterse a sus aguas. Un paredón da vida a una cascada y forma un pozo, que en algunos sitios no se logra tocar fondo. Después del asado, grandes y chicos disfrutan de este pequeño espejo de agua, otros toman sol sobre las piedras gigantes, que son características del paisaje serrano puntano.

 

Alejandra comenta que en San Francisco se realiza, más que nada, un turismo agreste, siempre en contacto con la naturaleza, y es por eso que desde el Municipio hacen fuerte hincapié en que se debe cuidar la flora y fauna de la zona.

 

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