SAN LUIS - Martes 14 de Mayo de 2024

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Procesaron a un policía por agredir sexualmente a una subordinada

Los hechos ocurrieron en el destacamento de la terminal de ómnibus de la capital en 2016.

Por redacción
| 28 de agosto de 2019
Los hechos denunciados ocurrieron en el Destacamento 44º de la terminal de ómnibus de San Luis. Foto: ANSL.

Las expresiones obscenas, con directas referencias a su cuerpo, y las preguntas fuera de lugar, sobre cuestiones íntimas, que nada tenían que ver con el trabajo, eran habituales en boca uno de sus jefes, contó una policía en setiembre de 2016. Ahora, la jueza Penal 3, Virginia Palacios, procesó al subcomisario, a quien la efectivo denunció luego de que, en una guardia, la lanzara contra un armario, la besara a la fuerza y la manoseara en los pechos. Después de lo ocurrido, la insultó y amenazó, refirió la denunciante.

 

La magistrado procesó al subcomisario José Alberto Bravo por "Abuso sexual simple", con el agravante de haber sido cometido por personal policial en ejercicio de sus funciones.

 

La denunciante, L.C.A., hizo la presentación el 21 de setiembre de 2016, 15 días después de ocurrido el hecho. Por esa fecha, era oficial y jefe de servicio de la guardia. Cuando le preguntaron, en una audiencia, porqué no lo denunció de inmediato, explicó que no le resultó fácil tomar la decisión, no solo porque él era un superior, sino, además, porque temía represalias.

 

Palacios indicó que, a partir de toda la prueba reunida, hay elementos para  aseverar que Bravo, quien se desempeñaba por esa fecha como subjefe del entonces destacamento de la Estación de Interconexión Regional de Ómnibus (Ediro), "habría ultrajado a su dependiente (...) mediante tocamientos y expresiones de unívoco contenido sexual (...) acontecer delictual absolutamente vejatorio, por la situación que ostentaba el acusado respecto de la víctima y en claro abuso de su posición jerárquica, valiéndose de golpes y de amenazas en el ámbito laboral en el que ostentaba una relación de predominio". 

 

Bravo “pasa a disponibilidad”, informó este martes una fuente del Ministerio de Seguridad.

 

La efectivo quedó muy afectada tras el hecho, que ocurrió al mediodía, cuando solo estaban ella y Bravo en una oficina. Tanto que una civil y otros compañeros que la vieron en el destacamento le preguntaron qué le sucedía. Relató que pasó buena parte de la tarde llorando en un baño de la terminal.

 

Más tarde, Bravo volvió y le gritó. “Vos querés que sea hijo de put…, lo voy  a ser. Te voy a poner 24 por 24”, en referencia a modificarle el régimen de trabajo, de 24 horas de servicio por 24 de descanso, siendo que en ese momento trabajaba 12 por 24.

 

Luego le contó lo ocurrido a una compañera del destacamento y, dos días después, su jefe supo de lo acontecido. Él se comprometió a informar en Jefatura y le dijo que tenía todo su apoyo. Pero la denunciante fue enviada a otra dependencia de la ciudad, y Bravo se quedó en la Ediro. "La estrella del subcomisario pesó más que la tuya", le explicó su jefe, según narró la denunciante en el juzgado. Solo a Bravo lo llamaron para hacer el descargo, no a ella.

 

Del informe hecho por una psicóloga del Poder Judicial surge que el relato de la policía “es lógico, coherente, detallado (...) Al momento de la evaluación, se advierte ansiedad y angustia exacerbada, ligado a un debilitamiento de los recursos adaptativos y de afrontamiento". A la psicóloga le consultaron si existía algún factor o circunstancia que pudiera influir en una tergiversación o fabulación en el relato, y respondió que no, que la narración de la mujer policía era "clara, coherente, no confusa ni contradictoria".

 

La jueza dijo que los dichos de la damnificada "encuentran pleno respaldo" en el testimonio de una de sus compañeras, que declaró que veía la incomodidad de su colega ante el trato del subjefe.

 

Más aún, detalló que las abrazaba en el saludo con el fin de tocarlas, que les preguntaba si tenían pareja, si tenían relaciones sexuales y con qué frecuencia y que hacía, sin ningún tipo de filtro, comentarios procaces sobre sus pechos o el trasero. "Nosotras nos mirábamos y decíamos 'no nos puede estar preguntando eso”, declaró.  Inclusive, dijo, cuando interrogaba a su compañera sobre cierta parte de su cuerpo, el policía se tocaba la entrepierna. "El acoso del que era víctima no era fruto de una fabulación mental, sino de una realidad inobjetable; así lo manifiesta la testigo", consideró la jueza.

 

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