Historia entre papeles: una librería superó los 70 años

Entre papeles, lápices, biromes y otros útiles, la familia Saibene escribió una historia que ya involucró a tres generaciones por más de setenta años. La librería del barrio Estación se convirtió en sinónimo de tradición y busca reinventarse en pleno auge de la virtualidad, tal como antes superó la partida del ferrocarril, los albores de la promoción industrial y la crisis de 2001.

Es que la biografía del comercio está enlazada a los sucesos que marcaron a una Villa Mercedes en efervescencia. "Mi abuelo llegó desde Laboulaye, Córdoba, en la década de 1940, y puso una distribuidora de cerveza, una fábrica de hielo y una sodería. Fue una empresa grande para la época y llegó a tener unos cincuenta empleados", contó Francisco Saibene, uno de los hermanos que está al frente del negocio.

Aquel emprendedor se instaló sobre la avenida Mitre, en una zona que empezaba a crecer como polo comercial gracias a los ferroviarios y pasajeros que arribaban a la parada del norte del mapa mercedino. Para 1948 decidió invertir en un local de ramos generales que se llamó "La casa de la cueva", y un año después le cambió el nombre para inmortalizar su apellido.

Durante varias décadas, el salón vendió artículos escolares, pero también productos de bazar. "Pero con la radicación industrial, decidimos dedicarnos a la librería como rubro principal. Atendíamos a todo el sector fabril, cada vez había más gente viviendo en la ciudad y ya podíamos especializarnos. Fue un momento muy bueno", recordó.

Desde 2007, los hermanos Francisco, Carlos y Carina quedaron al frente de la empresa tras la muerte de su papá. Aunque cuentan que mamaron el oficio desde muy pequeños. "Siempre estuvimos a la par de nuestros padres y ya en el secundario empezamos a trabajar un poco con ellos. Fuimos aprendiendo porque es lo que nos gusta, lo que llevamos adentro, un bien de familia", expresó Carlos.

El 1º de octubre de 2019, cuando alcanzaron los 70 años de vida, emprendieron un año completo de celebración, con ofertas y sorteos. Pero el 2020 los enfrentó a un nuevo desafío: "Este es un rubro que se mueve mucho entre marzo y abril, cuando empiezan las clases, y decae entre diciembre y febrero. Este año fue difícil porque arrancamos la temporada escolar, fueron unos quince días y se cortó, nos quedamos con las cosas compradas y los negocios cerrados. Pero es lo que nos tocó", lamentó Francisco.

Sin embargo, sostuvo que se las ingenian para adaptarse a las condiciones que impuso la pandemia. "Se siente la transformación. Pero nosotros siempre tratamos de innovar. Como tuvimos la primera fotocopiadora de la ciudad, tenemos las últimas máquinas para imprimir a color y bajamos las actividades que los docentes les dan a los chicos", dijo.