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A 67 años del nacimiento de René Houseman, el último "lírico"

El "Loco" fue considerado como uno de los mejores en su puesto en la historia del fútbol argentino. Es ídolo en Huracán. Una figura entrañable y campeón del mundo en 1978.

Por redacción
| 18 de julio de 2020
"El Loco", en el Mundial 1978. Foto: Internet.

Un 19 de julio de 1953 en La Banda, provincia de Santiago del Estero, nació René Orlando Houseman, a quien muchos catalogaron como el último "lírico" cuando falleció en 2018, pero que además de sus extraordinarias gambetas dejó miles de historias dentro y fuera de las canchas.

 

Rápido, astuto y ambidiestro, el "Loco" fue considerado como uno de los mejores en su puesto en la historia del fútbol argentino y uno de los máximos ídolos del Club Atlético Huracán, con el cual ganó el Campeonato Metropolitano 1973.

 

Vistió la camiseta de la Selección argentina (55 partidos y 13 goles), fue parte del plantel que obtuvo el Mundial 1978 y resultó uno de los pocos que salió airoso de la pálida actuación en Suecia 1974.

 

"Si hubiera sabido lo que ocurría en el ´78, habría renunciado a la Selección", confesó alguna vez, además de haber afirmado que sintió "asco" por saludar al dictador Jorge Rafael Videla cuando visitó el vestuario después de superar 6 a 0 a Perú y clasificar a la final.

 

"Ni había escuchado rumores, pero desde que lo supe, sentí mucho asco por darle la mano a Videla. Hubiera preferido cortármela", dijo.

 

El "Loco" dejó este mundo el 22 de marzo de 2018 luego de padecer una penosa enfermedad, aunque sus gambetas y quiebres de cintura serán difíciles de olvidar para aquellos que tuvieron el privilegio de verlo jugar.

 

 

 

Houseman tenía apenas dos años cuando su padre Walter - albañil- se trajo a toda la familia de La Banda a Buenos Aires, y se instaló en un asentamiento humilde en el Bajo Belgrano.

 

A esa altura, René no sabía que ese sería su lugar en el mundo, el espacio físico donde disfrutó y padeció, el que siempre sintió como "su" pertenencia, al que siempre volvía, aun cuando -llegado a la Primera División- disponía de facilidades para un ambiente mejor.

 

Quedó huérfano de su progenitor y su mamá Elba trató de cuidarlo como podía, aunque él prefería los interminables picados en el barrio antes que el colegio.

 

"Vivir ahí fue lo mejor que me pasó, en ningún lado estaba tan tranquilo como en la villa. Yo era un pibe feliz al que no le faltaba nada. Me pasaba el día entero pateando contra el paredón. Muchos critican a la gente de la villa pero, para mí, era un orgullo. Siempre seré villero y lo digo sin drama", manifestó en alguna entrevista.

 

Se formó en las divisiones juveniles del club Excursionistas, del cual era hincha, pero por falta de oportunidades debutó en su clásico rival, Defensores de Belgrano, en la Primera C, por entonces la Tercera categoría del fútbol argentino.

 

"A Defensores fui con tres amigos. El coordinador de las inferiores, Arce Gómez, me vio jugar 15 minutos y me dijo: váyase a duchar. Creí que me rajaba. Pero cuando salí del vestuario, me esperaban con los papeles para que firme", contó.

 

A comienzos de 1973 y a instancias de César Luis Menotti, llegó a Huracán, tras debutar con 16 años y ser campeón de Primera C con el "Dragón" (1972).

 

"Me fue a ver Poncini, el ayudante de Menotti en Huracán. Parece que le gusté, porque enseguida me contrataron", dijo Houseman, que en Parque Patricios hizo una carrera brillante.

 

Campeón Metropolitano de 1973, subcampeón en 1975 y 1976, semifinalista de la Copa Libertadores 1974, en la época dorada del "Globo".

 

Más adelante jugó en Colo-Colo de Chile y en River Plate, entre otros, hasta el momento de su retiro profesional en 1985, en el único partido que jugó para Excursionistas, tras un breve paso por Independiente.

 

 

El alcohol y la comparación con Maradona

 

Tras su etapa de jugador se encontró frecuentemente en problemas causados por su adicción al alcohol. A través del tiempo, Huracán fue una suerte de hogar para él, y los simpatizantes de la institución de Parque Patricios siempre lo tuvieron en su "altar" de referentes indiscutibles, junto a Herminio Masantonio y Guillermo Stábile.

 

Todos sus goles y victorias le alcanzaron para ser un mito- leyenda, y aunque un público más joven no lo tenga muy en cuenta, sigue presente en la cultura popular: se lo puede encontrar en la canción de Attaque 77 "Fuego", donde le dedican un verso, y hasta tuvo su cameo en la película argentina ganadora del Oscar "El secreto de sus ojos", de Juan José Campanella.

 

En la escena en que buscan al asesino en la cancha de Huracán, en un partido entre el "Globo" y Racing, se escucha con claridad al relator decir: "Elude Houseman perfectamente".

 

Varias anécdotas lo tuvieron como protagonista pero algunas fueron exageradas, como la que marcaba que se lastimó la rodilla cuando se tiró de un balcón para escaparse de una concentración.

 

Sus colegas y amigos afirman que fue el mejor jugador que vieron en cancha, con un nivel superior hasta del de Diego Maradona.

 

Él jamás compartió ese elogio, a pesar de que su relación con Maradona no resultó buena. Esos compañeros que jugaron con él en el Huracán del 73 afirman que podría haber llegado más lejos, que debería haber tenido más éxito.

 

En otra anécdota que lo pinta de cuerpo entero, Houseman fue invitado a la ceremonia inaugural del Mundial de Alemania 2006: cuando se puso el traje, que en Argentina le había calzado justo, los zapatos le apretaban y le dejaron los pies a la miseria; para no sufrir más se puso zapatillas y nadie podía creer que fuera el único de toda la comitiva que había combinado calzado deportivo con saco y corbata.

 

Para no llamar tanto la atención, también eligió ser el único en prenderse un pucho y pitar adelante de todo, en otro acto puro, acciones sin mensaje de rebeldía, de transgresión.

 

En una entrevista hace muchos años dejó en vida una extraordinaria anécdota que reflejaba bien el porqué de su apodo, "Loco".

 

En un partido por el Metropolitano 1977, confesó haber jugado borracho, nada más y nada menos contra River, aunque eso no le impidió convertirle un gol a Ubaldo Matildo Fillol.

 

"Llegué, me tomé 200 termos de café, me dieron 40 baños de agua fría hasta que me recuperé, no del todo. Jugué. Tenía un aliento que ponía en pedo a todo River. Entré, hice el gol y salí", confió sobre el encuentro donde su equipo, de todas formas, perdió 1-2.

 

Houseman pudo superar después de mucho tiempo las huellas que le dejó la bebida, pero un cáncer en la lengua que lo atacó en 2017, a sus 64 años, fue fulminante.

 

A pesar de su lucha, su valentía, su entrega y de los mensajes de apoyo que le llegaban de todo el mundo futbolero, se convirtió en leyenda.

 

NA

 

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