Baladas de un hombre de blues

Como las ramas de su canción más exitosa, la voz de JAF ha ido perdiendo fuerza. No así sus dedos, que siguen en su recorrido por el diapasón con una velocidad y una ductilidad que le dieron al guitarrista la posibilidad de desarrollar un estilo propio al momento de calzarse el instrumento.

Otro elemento que el solista aprovecha a esta altura de su carrera es un humor inteligente y sutil, muy útil al momento de comunicarse con su público. El reencuentro del autor con los puntanos sucedió el viernes a la noche en Lo de Peky, el restó de Potrero de los Funes que estuvo colmado en su capacidad.

De camisa a cuadros —que terminó muy transpirada— y una figura casi esquelética, el artista ofreció un recital que en ocasiones fue zapada, por momentos tuvo la intimidad de un living familiar y por otros pareció una sesión de ensayo con acompañamiento masivo. Como fuera, el público pudo apreciar el intacto poder como instrumentista del músico. De hecho, apenas se subió al escenario, Ferreyra empezó con un largo solo improvisado con el que preparó el clima para el resto de la noche y demostró lo habituado que está a los recitales luego de más de 30 años de hacerlos.

En el show hubo blues, algunos retoques de jazz, mucho rock and roll y las necesarias baladas, el género en el que injustamente quedó encuadrado JAF tras algunos éxitos radiales que le dieron notoriedad a mediados de los 90. Antes de eso, el guitarrista había pasado por Riff y había coqueteado con otros ritmos.

Tal vez como una declaración de principios y como una definición personal, uno de los primeros temas completos que se escucharon en la noche fue “Hombre de blues”, la pieza que le dio nombre a uno de sus discos.

Parte del humor que JAF expuso en el show se solidificó en “¿Qué voy a hacer ahora?”, y quedó definitivamente expuesto cuando una camioneta de la Policía pasó por el frente de Lo de Peky —que tiene una disposición tal que desde la calle se puede ver y escuchar lo que sucede adentro del local y viceversa—, y el cantante hizo un gesto entre gracioso y cómplice con su gente.

Por momentos, el recital fue una sucesión de canciones enganchadas antes de ser terminadas (hubo varias de las que tocó solo la introducción y la primera estrofa), pero cuando tuvo que mostrar su capacidad para el hit expuso sus cartas con “Tal vez mañana brille el sol”, “Todo mi amor” y “Maravillosa esta noche”, con gesto sobre su pelada cuando la letra dice “y peina su largo pelo”.

JAF estuvo acompañado por una carpeta con las letras de las canciones de la que se valió cuando se dedicó a éxitos del rock internacional traducidos al castellano, momento para “Ordinary word”, de Duran Duran; “Soldier of fortune”, de Deep Purple (“aquel famoso grupo de cumbia”, según el costado humorista de Ferreyra); “La casa del sol naciente” y “Ruta 66”, tan incompleta que dejó a todos con ganas de más.

“Este es un momento para dedicar a los artistas argentinos, sobre todo a los menores de edad”, dijo Ferreyra, quien mostró su apoyo de esa manera a los niños y niñas que se cuelgan una guitarra. También recordó a los más viejos.

En esa línea de pensamiento, ya sobre el final del recital, se escucharon versiones muy personales de “Cartas amarillas” y “Como un gorrión”, de Nino Bravo y Joan Manuel Serrat, que JAF cuando era un adolescente le cantaba a su madre, sentados en el patio de su casa. Entre ellas, el autor coló “Por ti y por mí”, la última de cosecha propia.

Antes de la presentación del guitarrista, los puntanos Ariel Suárez y Ariel Flores (que formaron un grupo consecuentemente llamado Ariel y Ariel) hicieron una selección que incluyó “Mil horas”, “Montón de nada”, “Lamento boliviano” y otros clásicos del rock argentino.