"Las nuevas generaciones ayudan a los padres a reiniciar sus vidas"

El proyecto del Corredor Humanitario es un ejemplo que deberíamos continuar no solamente en Argentina, sino que deberíamos reconocer y valorar también en toda la región, particularmente en un contexto en el que tenemos más de un millón de personas necesitadas de reasentamiento y, sin embargo, las posibilidades de poder enviar a estas personas a terceros países cada vez se ven más limitadas”, asegura Juan Carlos Murillo, Representante Regional del Acnur.

Llegó a San Luis durante la semana, según contó, a modo de reconocimiento por la actividad de la provincia como Estado Llamante, y en ocasión del Día Internacional de las Personas Refugiadas (que se conmemoró el 20 de junio) y de la inauguración de “Damasquino”, un carro de comidas sirias, proyecto en el que el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados también tuvo participación.

La idea es “reactivar la economía con proyectos de recuperación socioeconómica que permitan a las personas refugiadas reasentadas aportar a la sociedad que generosamente les da protección. Este proyecto de emprendimiento gastronómico busca no solamente que las personas generen recursos, sino que contribuyan igualmente a la sociedad de San Luis”, cuenta Murillo. De hecho, el nuevo carro de comidas da empleo a muchas de las familias que llegaron a San Luis escapando de la guerra, pero también a proveedores locales que aportarán sus productos para que los sabores sirios se conviertan en propios.

La pandemia afectó a todas las personas, sin distinción de nacionalidad, pero existen particularidades que hicieron más difícil el camino para los que forzosamente debieron dejar sus países: “sobre todo en lo que es la integración de las personas, en la medida que se ha afectado no solamente la posibilidad de tener clases presenciales, sino igualmente la posibilidad de acceder a un empleo para satisfacer sus necesidades fundamentales”.

De Siria a San Luis

El representante de Acnur explicó cómo es el procedimiento por el cual una persona que desea reiniciar su vida llega a la provincia.

“El Programa de Reasentamiento en Argentina está basado en lo que denominamos ‘patrocinio comunitario’. La provincia de San Luis se constituyó en el patrocinante de las familias que vinieron a través del programa de reasentamiento. Acnur ayuda a identificar a esas familias en el país en el que se encuentran, generalmente se trata de un país vecino a aquel que han abandonado —Líbano o Jordania—. Las personas son entrevistadas por el cónsul argentino en el lugar donde se encuentran o tienen una visa para realizar su admisión humanitaria en el país, posteriormente el gobierno argentino expide la documentación que les permita llegar al país, y a través de la Provincia se organiza un programa de integración, en virtud del cual se garantiza que tienen acceso a vivienda, a salud y educación. Acnur apoya con el acompañamiento, la asesoría para la integración y con proyectos que permitan la generación de ingresos a las familias”.

El motor de cambio

Claro que es más fácil con asistencia o ayuda, pero a nivel personal rehacer la vida en un país con idioma, costumbres, lugares y personas distintas es una muestra de resiliencia. Sobre todo en el caso de las personas refugiadas, que por más que lo deseen se ven imposibilitadas de volver a su país. Murillo cuenta que “una de las principales dificultades que tienen las personas para integrarse es el hecho de darse cuenta de que muy posiblemente no puedan volver a su país de origen”.

Tal vez esa sea la realidad más difícil de superar. Pero así como muchas familias buscan la paz para sus hijos, son los hijos los que terminan brindando esa paz. “Las nuevas generaciones ayudan a entender a los padres que tienen una nueva oportunidad para vivir en paz, tener tranquilidad y poder reiniciar sus vidas. Son los niños precisamente los que tienen la mejor oportunidad de integrarse, porque con los juegos, escuchando y jugando con otros niños aprenden más rápidamente el idioma, entienden mejor la cultura y son ellos los que ayudan y llevan de la mano a los padres para que ellos igualmente puedan integrarse a la sociedad que los acoge”.

Son los niños y niñas, además, el 40% de las millones de personas desplazadas de sus hogares a lo largo del planeta.

Escuchar desde la empatía

Nunca está de más reafirmar el hecho de que, a pesar de haber tenido que enfrentar situaciones extremas, una persona refugiada es igual a cualquier otra: “Son como ustedes, como yo, tienen igualmente necesidades, esperanzas… Para algunos es más sencillo el hecho de lograr una integración, pero también existen las personas que añoran regresar a su país”.

 “Solamente escuchando a las personas refugiadas podremos conocer cuáles son sus necesidades y podremos reconocer que, si les damos la oportunidad, podrán salir adelante. En consecuencia yo creo que es sumamente positivo este programa que existe en San Luis, en tanto ha permitido a personas que huyen de la guerra comenzar una nueva vida. Y qué mejor ejemplo que el hecho de que gocen de la tranquilidad y la paz que se respira aquí en San Luis, para que sus hijos y ellos mismos tengan una oportunidad de reiniciar sus vidas”, confió Murillo.