Música para volar pasó por San Luis

La mejor decisión que tomó Música para Volar, el grupo rosarino que tributa a Soda Stereo y que pasó el fin de semana por San Luis, fue fusionar los universos creativos de Gustavo Cerati y de Stanley Kubrick, dos genios con distintas sensibilidades, distintas maneras de concebir el arte, pero quemados por el mismo fuego. El show que el grupo brindó en Sky disco permitió que músico y cineasta dialogaran en el universal idioma de la creación.

Los cuatro integrantes de la banda sirvieron, entonces, como nexo entre el grupo de mayor convocatoria del rock nacional, el trastocado director que indagó en mentes propias y ajenas, y los casi 200 puntanos que aceptaron la convocatoria, atraídos por la oferta de repasar uno de los discos más sorprendentes de los 90 en Argentina.

La banda llegó a la provincia con la promesa de hacer honor a “Comfort y música para volar”, el álbum que retrató, en parte, el unplugged que Soda Stereo grabó para MTV en 1996. Y en realidad el público se encontró con un recorte —prolijo, selectivo— de aquel recital con canciones (“Zoom”, “Cuando pase el temblor”) que no quedaron en el disco, aunque sí fueron parte del recital televisivo.

Una de las innovaciones que brindó el trío comandado por Cerati en el show grabado en los estudios de Miami fue la presentación de una sesión de cuerdas que le dieron un color definitivo a algunos clásicos de Soda. Para replicar con la mayor precisión posible esas versiones, MPV llamó al violinista Pablo Borrello y al violonchelista Gabriel Domínguez, notables músicos puntanos, para que se encargaran de esa tarea nada sencilla.

La vigencia de la música de Cerati no es difícil de comprobar, aunque la presencia siempre inquietante de la obra de Kubrick —de características que rondan lo perverso, cuando no la violencia desmedida— prometía un condimento que el grupo rosarino aprovechó con inteligencia. Así, durante “Un misil en mi placard” se proyectaron imágenes de “Barry Lyndon” (posiblemente la mejor película del director, lo que es mucho decir); en “Entre caníbales” se vio la escena de los simios en “2001: Odisea en el espacio”, y “Terapia de amor intensiva” sonó con el fondo de la incómoda “Ojos bien cerrados”, la película definitiva de Kubrick.

Por supuesto que “La naranja mecánica” y “El resplandor”, dos películas que sirven para dar un panorama de una filmografía difícil de igualar, también aparecieron en la parte del show en que el sueño estéreo se concentró en el unplugged. “Té para tres” —y la inolvidable reconversión del puente de “Cementerio club”, de Pescado Rabioso—; “Ella usó mi cabeza como un revólver”, “Ángel eléctrico” y “En la ciudad de la furia” —con la bajista Julieta Sciasci a cargo de las partes que en el recital televisado hizo Andrea Etcheverri— fueron la demostración de las horas de ensayo y escucha que el cuarteto rosarino le dedicó a Soda Stereo.

El detalle de tocar como primer bis “Génesis”, de Vox Dei, que aparece como bonus track en el disco, fue otra pieza para guardar en la memoria. Las imágenes desoladas de “2001…” terminaron de darle sentido a todo.

Como la gente continuó en su pedido de otra, Música… se corrió un poco de la presentación en MTV y fue hacia la zona discográfica en la que Soda Stereo dio sus primeros pasos en el pop divertido de “Dietético”, “Picnic en el cuarto B” y “Te hacen falta vitaminas”, que el público agradeció tanto como los dos clásicos que la banda tocó para despedirse: “De música ligera” y “Persiana americana”.

Redacción/MGE