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Un agrónomo de San Luis hace “ruido” en Venezuela

Sebastián García se fue de la provincia en 2019 y sembró 300 hectáreas con soja y maíz. En la actual campaña saltará a las 13.000 gracias a su experiencia y al contexto económico.

Por Roberto Vinuesa
| 08 de octubre de 2023
Proyección. García (derecha) se integró a la Asociación de Productores Argentinos en Venezuela y trabó buenos vínculos con la embajada y el Ministerio de Agricultura de ese país. Fotos: Gentileza

La evolución y el progreso que Sebastián García logró en cuatro años como ingeniero agrónomo en Venezuela significan un salto difícil de lograr en el país. En 2019 emprendió la aventura de hacer agricultura en ese país, donde nació y dejó a los 18 años para radicarse en la provincia donde cursó Ingeniería Agronómica en la Universidad Nacional de San Luis.

 

En su paso por la capital puntana, donde vive su  madre, el profesional relató a revista El Campo el avance del  camino que se abrió en Venezuela en la producción de soja y maíz.

 

A mediados de 2019 emprendió un proyecto productivo para desarrollar cultivos de soja estimulado por la liberación de los precios de los commodities en Venezuela. “Al haber subproducción, es decir que no se cubren los requerimientos internos lo que los obliga a importar, y tenemos un diferencial de precios importante, porque los cultivos no tienen retenciones, la agricultura está liberada de impuestos y en la computadora el número era muy bueno”, recordó.

 

Al iniciar esta aventura se encontró con un precio superior al de pizarra de Chicago, porque la agroindustria tiene que importar el grano para hacer alimentos balanceados y aceites principalmente, ese costo de importación está en 200 dólares y entonces debían pagar un plus de 100 dólares sobre el precio de Chicago.

 

 

Por ejemplo, si la soja está en 550 dólares, la industria paga 650 y se ahorran de pagar 100 dólares más afuera. “El número es muy competitivo, pero nos encontramos con una serie de inconvenientes. El circo en Argentina ya está armado, acá con un teléfono tenés contratistas de la labor que necesités, las casas distribuidoras de agroinsumos en todas las esquinas y créditos para hacer agricultura de muchas formas", comparó.

 

Y agregó que las desventajas argentinas son climáticas e impositivas, que hace la rentabilidad muy baja. Al principio en Venezuela fue muy difícil conseguir los insumos y al haber muy pocos distribuidores, había mucha especulación. Pero a lo largo de estos cuatro años se fue superando esa situación.

 

 

2.700 kilos por hectárea de soja fueron los rendimientos más altos logrados por Sebastián García en los campos de Venezuela, tras cuatro años de ajustar el manejo agronómico.

 

Describió que Venezuela tiene 20 millones de hectáreas con aptitud agrícola, de las cuales se siembran 400 mil. Existen los pequeños agricultores, pero es un país netamente petrolero. Allí todo el mundo está vinculado con el negocio petrolero, salvo una región donde hay un núcleo agrícola fuerte.

 

"Nos asentamos en la región de oriente, llamada la Mesada de Guanipa, que tiene varias particularidades, como la superficie que abarca unas 4 millones de hectáreas, con suelos arenosos, parecido a lo que en San Luis es Fraga", indicó.

 

El profesional detalló que son suelos en los que históricamente se hacía maní, el que ahora se hace muy poco: "Debajo de esos suelos tenés, a los 80 metros, el segundo acuífero más grande de Sudamérica y más abajo la faja petrolífera del Orinoco, que son las reservas petroleras más grandes del mundo".

 

En esa zona no hay agricultores y se encontraron con muchas tierras disponibles a valores muy accesibles y con números muy favorables para los cultivos.

 

Pero antes hubo que preparar las camas de siembra, ya que son campos que llevan más de diez años abandonados u otros donde nunca se hizo agricultura.

 

 

Lo caro no es la tierra, sino disponer de la maquinaria, que hubo que comprarla porque no hay contratistas, un paso que resultó pesado económicamente y que llevó varios meses.

 

Con la siembra directa los resultados fueron paulatinos.

 

"Contamos con un régimen pluviométrico de 1.500 milímetros en seis meses y seis  meses secos, pero no hay heladas, con un promedio anual de 28ºC; como tenemos el acuífero abajo, con riego por pivote, cosechás e inmediatamente sembrás", señaló.

 

García tiene un amigo que hace maní con ocho pivotes Valley y pudo ver que después de cosecharlo, con 5 mil kilos por hectárea, en el mismo día lo sembró nuevamente con el mismo cultivo.

 

Esa región permite realizar hasta tres cosechas por año. El maíz se cosecha con 110 días y la soja con 100.

 

En Venezuela no hay retenciones para la agricultura y está libre de impuestos, aunque con un costo por la energía para mover los equipos de riego.

 

"En Ser Beef teníamos calculado el milímetro del riego que incluía el costo de la electricidad que es altísimo y por ello hubo años que no se encendieron los pivotes".

 

En Venezuela tienen el costo de ese milímetro de agua en el operario, porque la electricidad y el combustible están subsidiados.

 

 

Están terminando de montar siete pivotes y el plan de expansión es ilimitado, no tenemos un número específico.

 

Con los rendimientos, el primer año no fueron los óptimos ya que estuvieron armando los suelos, corrigiendo el pH con cal y trabajar con muchos fertilizantes, que allá es clave. A los maíces los sembraron con 200 kilos de una fórmula 10-26-26.

 

"Hay muchas ventajas comparado con Argentina y especialmente con San Luis, donde un año es la seca, otro la helada o el granizo, sumado a los impuestos y la inestabilidad política. Acá trabajé muchos años y nunca hice la diferencia. Allá hay muchas oportunidades con eso", insistió.

 

Venezuela tiene una cuestión y están trabajando en ello, que tiene prohibido el uso de semillas transgénicas y usar maíces no transgénicos trae problemas porque allá las malezas en ese clima tropical son mucho más voraces que acá, más los insectos.

 

 

"Este año sembramos tres mil hectáreas  y para 2024 estamos importando bastante maquinaria para hacer 10 mil hectáreas". (Sebastián García- ingeniero agrónomo, productor especialista en granos)

 

Allá se siembra muy poca soja porque todavía no le agarran la mano, pero sí están las condiciones, ya que han sacado sojas de 2.700 kilos por hectárea haciendo las cosas bien.

 

"Hay un grupo brasileño que está mucho antes que nosotros en la misma zona, que cultivan una 15 mil hectáreas de soja. Nosotros este año sembramos tres mil hectáreas  y con el plan hacia el 2024 estamos importando bastante maquinaria para hacer 10 mil hectáreas con maíz y soja principalmente e incursionando en el maní y poroto", adelantó e insistió en que "hay muchas oportunidades, porque lo que hacés sirve y lo vendés en el mercado interno porque la industria no está cubierta".

 

García contó también que los conocimientos adquiridos en San Luis le sirvieron mucho.

 

"Hice la carrera de Agronomía en la Universidad Nacional de San Luis (UNSL) y después hice la especialización de cultivos de granos extensivos en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Más tarde entré a Ser Beef, que fue como el posgrado a campo real y es lo que a uno le afianza el conocimiento y aprende a resolver problemas del día a día", recordó.

 

Siguiendo con las comparaciones, el agrónomo, con marcada tonada venezolana dejó otros datos: "En San Luis fumigás y sabés que tenés 15 días tranquilos, pero allá a los diez días tenés que estar encima de las malezas otra vez  por su gran voracidad".

 

 

Venezuela tien prohibido el uso de semillas transgénicas y usar maíces no transgénicos les trae problemas con las malezas.

 

Además de los buenos precios, hay dos variables importantes que debió contemplar desde el principio, el gasoil subsidiado, que está a 0,10 centavos de dólar el litro para productores que lo tramiten, sino lo debe comprar a medio dólar, y la urea que la produce una empresa estatal, está en 300 dólares la tonelada.

 

En contra, no hay créditos ni contratistas.

 

"Compramos maquinaria usada en el mercado interno, pero toda fabricada afuera, algunas argentinas, que entraron por los convenios firmados entre 2006 y 2014, cuando entraron muchas sembradoras. La fumigadora que tenemos es de Santa Fe, más dos cosechadoras de la misma provincia y tractores Massey Ferguson también comprados allá", describió el profesional.

 

Ahora están trayendo maquinaria del norte de Brasil, en el estado de Roraima, que está a tres horas de la frontera con Venezuela: "Buscamos implementos más grandes y más modernos para reemplazar la actual que es más obsoleta porque tienen más de diez años y desde que se cortaron los convenios en 2014 no entró más nada".

 

También están importando maquinaria de Estados Unidos, como una cosechadora John Deere.

 

La región en la que trabaja se asemeja a San Luis en 1960, con tierras con aptitud agrícola, pero con pajonales, pastizales, una vaca de vez en cuando y nada más: "Tenés todo para hacer".

 

 

Este año Sebastián García sembrará en campos de Venezuela 13 mil hectáreas con soja, maíz, maní y poroto, muchas bajo riego.

 

Otra diferencia es la disponibilidad de tierras. "En San Luis querés crecer en superficie y te encontrás todos los campos alquilados. El año pasado me reuní con doce pooles de siembra en Argentina y todos están en África porque acá no se consiguen más tierras; querés alquilar tres mil hectáreas y no las conseguís, salvo que corrás al que está con más plata, pero ya no te es rentable", se lamentó.

 

En Venezuela estableció muy buena relación con el embajador argentino cuando el año pasado se restablecieron las relaciones diplomáticas y nuestro país designó a Oscar Laborde, quien creó la Asociación de Productores Argentinos en Venezuela.

 

Allí entran productores agrícolas, energéticos, petroleros, recolección de residuos, entre otros.

 

"Hay muchos argentinos en silencio, pero ahora nos hemos nucleado desde hace un mes y medio. En ese encuentro hablé de la actividad agrícola, porque estamos haciendo ruido dentro de la agricultura. La embajada me abrió las puertas con el ministro de Agricultura, quien estimula fuertemente estas inicitivas", valoró.

 

Para García, Venezuela es un país en el que hay 28 millones de personas  que necesitan comer, vestirse, energía y eso hace que tenga una economía interna muy fuerte, más allá de que el bloqueo internacional ha afectado fuertemente.

 

"Pero el bloqueo termina afectando a la gente. El bloqueo es para sacar el gobierno, pero el gobierno problemas no tiene, el problema lo tenemos aguas abajo. Ese bloqueo termina impactando en un montón de cosas, desde los sueldos estatales hasta la obra pública vinculada al mantenimiento de servicios. Es un país muy lindo, que tocó fondo, pero que de a poco va creciendo, con sus altibajos y sus muchísimas necesidades que ves en la gente", concluyó.

 

Si bien las diferencias son muchas García reconoce que “haber estado en San Luis, fue como un viaje al futuro. Extraño al resto de mi familia, añoro un buen asado con mis amigos. La ciudad es muy sana para criar a los hijos, es muy cómoda. Desde acá valoro el triple cada experiencia que viví”.

 

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