Tras las huellas químicas del origen de los vinos de San Luis

A menos de un año de la creación de la Mesa Vitivinícola de San Luis, las nueve entidades que la conforman comienzan a mostrar resultados concretos del suelo y el agua, como en el caso del Instituto de Química de San Luis (Inquisal), cuyo aporte es determinar las aptitudes de desarrollo de un viñedo. En el segundo encuentro de Ciencia y Vino, la doctora Soledad Cerutti expuso una parte de la información con la que cuentan. Ella dirige el instituto, que pertenece a la Universidad Nacional de San Luis y al Conicet.

“Nuestra formación es la química y particularmente trabajamos la analítica, la química de la determinación cualitativa y cuantitativa de distintos compuestos que pueden estar presentes en las muestras”, explicó Cerutti a la revista El Campo.

Aseguró que tienen la capacidad de llevar adelante el trabajo que demanda  el sector: “La idea es brindar un aporte que permita distintivamente caracterizar las características que tiene el vino de San Luis que lo hace diferente de los vinos de otro lugar del país y que le dan un valor agregado, una huella característica de su origen geográfico, su propio terruño”.

En este aporte buscarán brindar un conocimiento base que no existe en la provincia sobre estas caracterizaciones, pero al mismo tiempo la posibilidad de que organismos como el Inquisal y con gente que está abocada al ámbito científico, puedan frecuentemente establecer estas interacciones de análisis y cubrir las necesidades que ocurren en un proceso productivo tan variable y heterogéneo que influye en el vino, el agua, el clima, el origen de la vid, la cepa plantada, además de las condiciones que se van modificando.

“Nuestros vientos son únicos en la región y eso le imprime una huella de calidad. Justamente en esas necesidades que vayan surgiendo durante el proceso productivo, también tenemos la posibilidad de ir afianzando la toma de decisión, en este caso, de ingenieros agrónomos y quienes estén en ese proceso, para que sean capaces de llegar a la mejor calidad de vino posible en lo que se brinda para el consumo local”, describió la investigadora.

Para Cerutti, la idea es poder llegar a un objetivo de exportación y, además, la certificación orgánica, que es muy importante en la actualidad porque está relacionada al cuidado del ambiente en la producción de una matriz alimenticia, como es el vino. Hacia ese lugar se está estimulando al consumidor también. “No solamente satisface y garantiza la calidad del producto, sino que imprime en quien lo va a consumir un requerimiento de establecer un nivel base de calidad y a partir de ahí superarnos”, agregó.

En esto, la ciencia puede contribuir fundamentalmente y eso llegará indudablemente al consumidor, insistió.

Generar información nueva y que no existe en San Luis fue personalmente una motivación para sumarse a esta Mesa Vitivinícola. “Todavía hay mucho por hacer, pero sobre cimientos firmes; este es un punto de partida excepcional, que se aprovecha, se aprende y te vas enamorando más de la matriz productiva, que en este caso es el vino”, expresó entusiasmada.