"Saltimbanqui" presentó "Volados de risa"

Una vez más el grupo de circo social salesiano “Saltimbanqui” realizó su función de fin de año y demostró que la risa es el mejor remedio para curar los corazones. El grupo de jóvenes del colegio Don Bosco presentó su show “Volados de risa” en el que se mostraron airosos y llenos de energía.

Al entrar al colegio, dos payasos con malabares recibieron a la gente. La luz tenue, los banderines, la música instrumental y el telón negro que dejó notar las sombras de los artistas, ambientó el patio principal. Los invitados se ubicaron y una voz en off comenzó a realizar una prueba de sonido que pidió la ayuda de todos. Ahí resonaron las primeras risas y aplausos.

El telón se abrió. Una familia convencional, con un padre cansado, una madre preguntona y un adolescente quisquilloso, comenzaron lo que sería una hora de historias y sonrisas. Luego vinieron dos payasos con pocas luces que seguían las órdenes de una directora exigente. Representaron un ensayo de un “western” que no salió del todo bien porque los actores no prestaban atención.

Entre acto y acto, un presentador interactuó con el público y renegó con un espantapájaros travieso que buscaba su amistad de una forma extraña. Una joven subida al trapecio dejó a  más de uno perplejo por las acrobacias en las alturas.

Las dotes actorales quedaron en evidencia en el cuadro en el que dos gimnastas bastante estructurales realizaron saltos, que por lo visto, era lo mejor que les salía. Un portor musculoso revoleaba por los aires a una jovencita que de a ratos lo engañaba para hacer más graciosa la interpretación.

“Dejen que la magia y el universo del circo los envuelva en una vorágine”, expresó el presentador y dio pie a uno de los momentos más emocionantes: dos chicas se entrelazaron en una acrobacia por los aires al son de “Thegreatgig in thesky” de Pink Floyd. Al finalizar, el espantapájaros apareció para molestar al showman y el público se fundió en un mar de risas.

En una función de circo, un mago no puede faltar. Así, en la oscuridad, el ilusionista cautivó la mirada de los más pequeños mientras hacía de las suyas con una bolsa improvisada.

Tras el intervalo el mismo mago sorprendió con una luz láser que se metía por su cuerpo, paseaba por sus manos y distraía a los más atentos. El “¿cómo lo hace?” fue muy repetido.

Para llegar al final, un grupo de nadadores risueños simuló un disparatado show de natación sincronizada.

La función incluyó telas y el presentador que se encargó de mantener la atención en todo el espectáculo, demostró su concentración en un show impecable de “contact” (con bola de cristal). Para terminar, una pareja de chicos en zancos contaron una disparatada historia de amor que incluía un “fan” excéntrico y dos guardaespaldas bailarines.