Actor protagónico

Según una definición clásica de las artes literarias, un protagonista es el personaje principal de un drama o de una historia. Es el que actúa en las mayores acciones de una historia. Es el personaje principal, mientras que, el personaje conocido como antagonista es el que representa la oposición. Puede haber más de un protagonista en una historia. Puede haber uno o muchos antagonistas.

Donald Trump, presidente de Estados Unidos, es un protagonista en este momento de la Historia. Tildado de imprevisible, explosivo, polémico, “demoledora humana”. Su política exterior, poco ortodoxa, a la que muchos califican de irresponsable, será el plato fuerte que ofrezca la Organización de las Naciones Unidas durante esta semana.

En los balances financieros de la ONU, Trump ya dejó huellas: el retiro de 300 millones de dólares de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos de Oriente Próximo (UNRWA) y de 69 millones, desde el año pasado, del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), que promueve la salud reproductiva.

Es muy posible que Washington promueva una resolución en la Asamblea General para reducir sus aportes al foro mundial, que representan el 22 por ciento del presupuesto anual. Resolución que contará con la aprobación de los 193 miembros de la Asamblea General, si Washington recurre a medidas de fuerza. El arte de Trump: la negociación brutal cuando está en ventaja.

La representante estadounidense en la ONU, Nikki Haley, ya amenazó con “registrar los nombres” y recortar la asistencia a los países que votaron la resolución de condena a Estados Unidos por reconocer a Jerusalén como capital de Israel, este año.

Es la segunda visita de Trump a la ONU, para participar en el período 73º de sesiones de la Asamblea General, y presidir una reunión del Consejo de Seguridad. Lo hace en un momento en el que está en “desacato” desde que pidió la renegociación del Acuerdo de París, aprobado en 2015, suscripto por 196 países y ratificado por 180.

En mayo, el presidente estadounidense se retiró del acuerdo nuclear con Irán, el Plan de Acción Conjunto y Completo (JCPOA, en inglés), pero los otros signatarios, China, Francia, Gran Bretaña y Rusia (cuatro de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad), además de Alemania y de la Unión Europea se negaron a seguir por ese camino destructivo.

Trump también calificó a la ONU de “club social”, un comentario “al borde” de lo que se considera una declaración diplomática bien pensada.

Norman Solomon, director ejecutivo del Instituto de Precisión Pública, dijo: “El mundo es demasiado grande, demasiado diverso y demasiado maravilloso para que el principal foro mundial sea rehén del gobierno de Estados Unidos. Ya es hora que la ONU distinga claramente sus misiones operativas de las agendas destructivas del gobierno de Estados Unidos".

En el marco de una mirada muy crítica sobre el sistema de comercio internacional, Trump amenazó con retirar a Estados Unidos de la Organización Mundial del Comercio, con sede en Ginebra, mientras sigue rompiendo acuerdos e imponiendo aranceles de forma unilateral.

Rompió filas con el resto del mundo cuando decidió reconocer, de forma unilateral, a Jerusalén como capital de Israel, en violación de una resolución del Consejo de Seguridad que llama a las partes en conflicto a decidir sobre el futuro de la disputada ciudad. Y también tildó a Haití y a las naciones africanas de “países de mierda”, lo que motivó protestas de la Unión Africana, de 55 miembros.

Un protagonista y muchos antagonistas. El poder global, la influencia económica y cultural, y el peso geopolítico en la historia se han convertido en la discusión preferida de las grandes naciones, desde que Donald Trump preside su país. Un equilibrio peligroso, y sin final previsible, para un actor protagónico.