Brasil, el gigante que encontró el rumbo y no quiere cambiar

La transformación la empezó Luiz Inácio da Silva o simplemente “Lula”. Cuando tomó las riendas del país en 2003, Brasil mostraba un destino de nación malograda. Y cuando dejó la presidencia en 2010, luego de dos períodos presidenciales, el país era otro y el 87% de los brasileños apoyaba su gestión.  Su sucesora fue la actual presidenta Dilma Rousseff, quien ahora es favorita para continuar por cuatro años más .

El ex presidente "Lula" sigue gravitando en la política del país.

La transformación que hicieron "Lula", Dilma y el PT no sólo se refleja en los números estadísticos, esos que les gusta exhibir a los tecnócratas de la derecha: bajo desempleo, inflación controlada, eficiencia fiscal, disminución de la pobreza, desendeudamiento, etcétera. También se mostró en el plano sociocultural, cuando en junio del año pasado miles de brasileños salieron a protestar a la calle por los gastos que demandarían la organización del Mundial de Fútbol para contrastarlos con pedidos de mejoras para la salud, la educación y el transporte. Fue una movida que llevó a más de un millón de personas a manifestarse en las calles. Un sondeo de la consultora Ibope refleja que para los brasileños no todo es fútbol y carnaval. Hay opiniones divididas respecto al Mundial que se jugará en 12 ciudades del país entre el 12 de junio y el 13 de julio: un 43% opinó que la Copa traerá beneficios mientras que un 40% piensa lo contrario. 
“Somos víctimas de nuestro éxito porque creamos las condiciones para que la población quiera cambiar”, dice Rui Falcao, actual presidente del PT. Esa fue su respuesta cuando le consultaron cómo afectarían a la campaña de Rousseff esas manifestaciones populares. 
 
Rumbo a las urnas  
Brasil vota en octubre y Dilma parece encaminada a una reelección segura, aunque aún  no  lanzó formalmente su candidatura. La aprobación a su gobierno ronda el 39%, según una encuesta revelada a mediados de febrero por el diario O Estado de Sao Paulo. Esa aprobación se había derrumbado del 55% al 31% en julio de 2013 tras el estallido de las protestas callejeras.   
Pese a que "Lula" no es candidato, sigue siendo el político más popular de Brasil. Incluso supera en intención de voto a la propia Dilma, según encuestas realizadas a fines de 2013 y principios de este año. Esa imagen casi mítica de "Lula" intenta ser contrarrestada por la oposición mediante la figura del ex presidente Henrique Cardoso del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), un espacio de centro que le ganó al líder del PT dos elecciones seguidas, pero  durante los años 90 (1994 y 1998). 
Tanto "Lula" como Cardoso se han puesto al frente de las campañas electorales de sus delfines. En el caso de Cardoso aspira a imponer dentro del PSDB a Aécio Neves (actual senador) por encima de José Serra, para que pueda competir con Rousseff en octubre.
Hay un tercer espacio en discordia: el Partido Socialista Brasilero que aún no tiene postulaciones definidas. Lo lidera el gobernador de Pernambuco, Eduardo Campos. A fines de 2013 sumó a sus filas a la ambientalista de Rede Sustentabilidade Marina Silva, quien fue ministra de Medio Ambiente y Campos durante la presidencia de "Lula" y candidata presidencial en 2010. En esa elección obtuvo un 19,2% de los votos pero quedó excluida de la segunda vuelta. 

Modelo 
En el plano económico Brasil muestra en los últimos años modestos números de crecimiento del PBI (entre el 1 y 2%), pero un sostenido combate contra la pobreza y una mejor redistribución de la riqueza con una receta que combina una macroeconomía ordenada y baja inflación. Pero además apostó a una alta cobertura de la política social (que iguala el punto de partida de todos los habitantes) y una universalización de la educación entre los más pobres, lo que empuja hacia arriba el mercado de trabajo y los ingresos laborales de la población.