Si un inspector del Programa Transporte hubiera ido a controlar la cantidad de pasajeros que subían al interno 63 de la empresa Polo, la mañana del miércoles 2 de noviembre de 2011, no habría autorizado el viaje de las alumnas y docentes del colegio Santa María que terminó en tragedia cuando el colectivo fue embestido por un tren carguero, en Zanjitas. Pero nadie controló la salida del contingente porque la directora de la escuela nunca le entregó la nómina de viajeros a la empresa, que no terminó el trámite de autorización, aseguró un directivo de la firma.
Además el empleado jerárquico de Polo, Felipe Grillo, es dueño del Mercedes Benz que fue arrollado por el convoy de América Latina Logística. Ayer, en una entrevista con El Diario de la República, reiteró lo que días atrás declaró en el juzgado de Sentencia: el colectivo tiene treinta y nueve o cuarenta asientos –no logró precisarlo cuando compareció ante la Justicia ni cuando se lo preguntó este medio– y, por lo que pudo saber después, esa mañana iban cuarenta y cinco o cuarenta y seis personas a bordo.
“La noche anterior, a las nueve y media o diez, me llamó la directora del colegio (Mónica Luna de Ivaldi) y me pidió que por favor no fuera a dejar de mandarle el colectivo para hacer el viaje al día siguiente. Nos había pagado una seña días antes. Cuando le recordé que no nos había mandado el listado de pasajeros, me contestó ‘yo mañana a primera hora se lo mando, son aproximadamente cuarenta chicos’”, declaró Grillo.
Desde su puesto en la oficina de la calle Italia 1559, Grillo llamó al taller de la empresa, ubicado en Justo Daract y ruta 147 para indicar que prepararan el interno 63 y convocaran a un conductor.
Los abogados de las víctimas –en el choque murieron seis alumnas, la vicedirectora de primaria del colegio y una docente y hubo más de treinta heridos– habían sostenido que les interesaba el testimonio de Grillo porque era el responsable de tráfico de Polo y, por lo tanto, el encargado de adjudicarles los viajes a los choferes.
Querían preguntarle, en especial, si el colectivero que condujo el vehículo de la tragedia, Julio César Jofré, había descansado las horas que exige la ley después del viaje anterior.
“En ese momento yo no era el encargado de la designación de los choferes, yo diagramaba el servicio interurbano. Había cuatro o cinco choferes que hacían viajes especiales”, aseguró Grillo ayer. Uno de ellos era Jofré, que llevaba un mes y medio en la empresa y, según la evaluación del directivo, “sabía manejar bien”.
Hoy, luego de haber estado en prisión por el choque y haber sido excarcelado, el colectivero sigue trabajando en la empresa, ahora como electricista.
“Grillo dijo que el responsable de designar al chofer fue una persona de apellido Ibáñez. Ahora están verificando sus datos para citarlo a declarar”, afirmó anoche el abogado Carlos Salomón, representante de las familias de dos víctimas.
Sin control
La mañana del miércoles 2 de noviembre, si Luna de Ivaldi hubiera llevado la nómina de pasajeros a Polo, explicó el testigo, él hubiera ido al programa Transporte a completar el trámite de autorización del viaje. Y seguramente un funcionario hubiera enviado un inspector a verificar las condiciones en que hacían la excursión.
En ese caso, habría comprobado que iban más pasajeros de los que permite la capacidad del ómnibus. Y, eventualmente, podría haber impedido la partida.
“Sabemos que una monja iba sentada en los escalones del estribo. Y Grillo dijo que supo de al menos un caso en el que iban tres nenas en dos asientos”, acotó Salomón.
El testigo dijo que desconoce si el chofer advirtió que iban más pasajeros de los permitidos e hizo algún planteo a los directivos del colegio. Pero, aseguró, al conductor no le corresponde hacerlo.
“Personalmente creo que eso es erróneo ¿quién es el capitán del barco? Jofré debió advertir que no podía llevar esa cantidad de pasajeros”, afirmó Salomón.
El abogado Jorge Sosa, representante de otras víctimas, dijo que está investigando si el interno 63 no fue reformado para agregarle butacas sacadas a otro colectivo de Polo incendiado años atrás en un viaje a Carolina.
Grillo rechazó esa suposición: “No es así, Sosa no tiene ni idea. Ese colectivo se quemó por completo, ni las butacas quedaron”.
Aquella mañana el colectivo excedido en capacidad de ocupantes partió rumbo al sur, en la misión solidaria que las alumnas de 5º grado del Santa María llevaban a chicos de los parajes Santa Rosa y Cazador. En San Luis, dijo Grillo, él quedó esperando que la directora del colegio católico fuera a llevarle la nómina. Pero no llegó.
Fue unos días después, a cancelar el saldo del viaje.


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