SAN LUIS - Sabado 18 de Mayo de 2024

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"Juana la loca" pasó por Los Cedros

Por redacción
| 09 de junio de 2014

Albert Einstein alguna vez dijo que "los grandes espíritus siempre han encontrado una violenta oposición de parte de mentes mediocres", esa frase explica un poco la triste historia de Juana I de Castilla, que pasó a la historia como "Juana, la Loca".
La obra de Pepito Cibrián que lleva ese nombre y que protagoniza Patricia Palmer dejó su marca en la provincia en una seguidilla de funciones que la llevó de Villa Mercedes a San Luis.
En la obra, Patricia no sólo interpreta a la hija de Isabel la católica,  sino que también es su marido Felipe, su nieto, un segundo Felipe, su criada y hasta su propia madre.  Además, la actriz también encarna al amor, la soledad, los celos, la incomprensión y, por supuesto, la locura.
La interpretación, además de ser una demostración del poder de la memoria de Palmer, requirió que la actriz, sola en el escenario, personificara la historia de una mujer y la de un país.
La obra encuentra a Juana en su lugar de encierro, allí ella rememora toda su vida: sus pasiones pasadas, las presentes, las traiciones de su familia.
Lo primero que cuenta es su relación con su esposo, la razón de su locura. Palmer supo demostrar bien la lucha interna del personaje que se debate entre el amor que siente por ese hombre y la certeza de saber que a él sólo le interesa el poder político que ella le puede dar (porque en ese momento era reina de España).
Aunque en la historia, Juana es simplemente una mujer enferma de celos, en la obra de Cibrián  es una soñadora y una transgresora incomprendida. Así, la Juana de Patricia Palmer, repite hasta el cansancio que se quiere casar con alguien que la ame y no por conveniencias políticas.
Muestra cómo su madre casi no la tenía en cuenta, cómo su obsesión por la guerra contra los moros la volvió una mujer fría y paranoide, a tal punto que ni se acuerda del nombre de sus hijos.
Entonces Palmer tiene que ser esa mujer fría y esa niña enamoradiza, enamorada; y cuando llega el momento también tiene que ser ese hombre (Felipe), un traicionero preso de los deseos de su carne. Todos interpretados a la perfección, desde los detalles de las posturas y las miradas, hasta los sonidos de sus voces.
El unipersonal lleva a la actriz hasta el final de la vida de Juana, en ese momento su enorme talento también le permitió convertirse en una anciana que no reconoce ni a su propio nieto.
A sala llena, “Fetiche”, el restó de Los Cedros se transformó en el teatro que recibió esta pieza y que la despidió con un público que aplaudió de pie. Tras los saludos finales, Palmer tomó la palabra para agradecer a los espectadores y para destacar que la obra está más vigente que nunca porque es una historia de violencia de género.

 


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