SAN LUIS - Domingo 19 de Mayo de 2024

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Los ranqueles forjan sus propios pingos

Por redacción
| 21 de septiembre de 2014

“El pampa educa al caballo como para un entrevero; como rayo es de ligero en cuanto el indio lo toca;  y, como trompo, en la boca da güeltas sobre un cuero”. Así describe José Hernández cuando los ranqueles llegaron al caballo en 1599.

 

"El ranquel y sus caballos eran un mismo ser y funcionaban en equipo con una impresionante sincronía".


Ya no existen los malones, pero el caballo para la comunidad ranquel, asentada sobre un paisaje ralo y ondulado que caracteriza a esta zona donde limitan los departamentos Pedernera y Dupuy, no sólo es un componente cultural, sino también una herramienta imprescindible para manejar un rodeo con más de tres mil vacas, distribuidas en parte de las 65 mil hectáreas que les restituyó el gobierno provincial.

 


Es por ello que comenzaron a seleccionar para luego domar con sus propias técnicas tres de las cuatro generaciones que acumulan, desde que en 2009 el entonces gobernador Alberto Rodríguez Saá y lonko mayor de la Nación Ranquel les donara 29 yeguas y dos padrillos criollos puros de pedigrí para iniciar la producción equina a cierta escala.

 


El asesor productivo y veterinario del sector ganadero ranquel, Sebastián Lavandeira Muñoz, el lonko Daniel Sandoval, el capataz Darío Baigorria y los asesores en logística de selección Esteban y Jorge Iturrioz, mostraron a Revista El Campo parte del proceso que involucra también a cuatro operarios del rodeo que iniciarán la doma.

 


En 2009 llegaron al predio los animales puros comprados a la cabaña La República, de Luján, provincia de Buenos Aires, con el fin de incorporar este animal a la comunidad para recuperar hábitos culturales y como herramienta de trabajo.

 


Y la criolla es la raza más requerida para el manejo de la hacienda principalmente.

 


La intención inicial con este plantel de hembras era autoabastecerse de caballos para el manejo de un rodeo bovino compuesto por más de tres mil vientres. Con el aumento de la reproducción, se pensaba luego subastar animales adiestrados y con pedigrí.

 


Hasta hoy esas yeguas tuvieron cuatro crías. Estas cuatro generaciones están sometidas a una selección por parte de los ojos expertos de los hermanos Iturrioz por pelaje, edad y conformación para domar los ejemplares de tres y cuatro años.

 


“La impronta que tendrá este trabajo es que el adiestramiento lo hace la propia comunidad originaria ranquel, con el sello propio que le ponen con su doma especial”, comentó Lavandeira Muñoz, quien era ministro del Campo cuando se decidió este aporte oficial de animales.

 


El lonko Sandoval está entusiasmado por el impacto cultural y productivo que significará la incorporación de este nuevo hábito: "Pretendemos en un año tener domado este lote para uso propio y si hay alguna condición comercial favorable podrían venderse algunos".

 


Todo el proceso de doma tendrá un aporte profesional ya que antes de comenzar habrá una capacitación que brindará el experto puntano en “doma india” Cristoóbal Scarpati, para explicar un proceso que ya está estandarizado.

 


Para Lavandeira Muñoz, este es un proceso muy importante porque el caballo para el ranquel era parte de su vida, lo trasladaba, acompañaba y defendía en sus luchas: "La relación caballo-indio era muy fuerte y es lo que buscamos recuperar, va más allá de lo económico”.

 


Pero lo que pretende convertirse en la marca “doma ranquel” lo espera un escenario mucho más grande: el proyecto es que en ranqueles funcione un centro de doma con todas las capacitaciones que existen en San Luis, el país e internacionalmente. Es el principio de otra linda etapa para la comunidad, se ilusionó el profesional.

 


Estos primeros veinte animales que serán adiestrados tienen cuatro domadores asignados, que ya tomaron contacto con los caballos.

 


Esteban y Jorge Iturrioz son dos expertos en clasificación y manejo de caballos. Son aportados por el Ministerio del Campo que asesorarán en esta etapa. También aconsejan en estrategias y logística para la doma y terminación del caballo.

 


Pero para hacer las cosas bien, todo este proceso será acompañado de los correspondientes registros y papeles y para ello convocaron a Santiago Ballester, intendente de Batavia, pero también un generoso criador de caballos de polo y fundador de la asociación argentina de la raza.

 


Ballester fue convocado por Lavandeira Muñoz para asesorar con los papeles que deberán confeccionarse para cada una de las cría: "De Sebastián tengo un recuerdo fantástico cuando fue ministro del Campo y yo recién asumía como intendente de Batavia". Para este prestigioso criador y dueño de varias yeguas premiadas en numerosas muestras, pero en especial en la de Palermo, en todo proyecto ganadero de la envergadura y tamaño que tiene ranqueles, no pueden faltar los caballos y su producción propia.

 


Pretender estar en esta superficie con un proyecto de tres a cuatro mil vacas  hay que pensar en los caballos que van a utilizar, que es la herramienta número uno, insistió Ballester: "Aquí no funciona el cuento de la moto y los cuatriciclos que quisieron traer de Australia. También soy productor ganadero y todo se hace arriba de un caballo".

 


En su opinión, ranqueles necesita tener una buena producción de caballos y los propios miembros de la comunidad que tienen vocación y ganas podrán domar los mismos animales que utilizarán para el trabajo, de tal manera que se van simplificando las tareas en el establecimiento.

 


Durante una larga jornada, que incluyó revisión de registros y recorridas por corrales donde estaban apartados padre, madres y crías, Ballester recordó las decisiones que pasan por todo establecimiento ganadero: "En un campo siempre se piensa qué caballo se le dará a quien trabajará con la hacienda, de dónde sacarlo, qué boca tienen, entre otros requisitos".

 


Dijo que la cabaña La República de Raúl Moneta, donde se compraron las veinte yeguas y los dos padrillos criollos puros de pedigrí, tiene muy buena genética, pero advirtió que en los potreros ranqueles también se necesitan caballos funcionales para este tipo de campos, que sean animales de trabajo buenos.

 


Ballester dirige la intendencia de Ba-tavia, una prolija localidad que es la más cercana al predio ranquel y por ello conoce de cerca la evolución productiva de sus vecinos: "Ésta es una parte importante en el proyecto ranqueles. Sin caballos no se puede trabajar. No se puede estar buscando animales afuera, que domaron otros, cuando aquí sobra campo y mano de obra".

 


Y ahora podrán decir que no sólo producen carne, sino también caballos de trabajo buenos, insistió el intendente: "El verdadero caballo de trabajo no es solamente el que se amansa con la hacienda, sino el que ha trabajado mucho tiempo con vacas.

 


Y aquí lo que sobrará es hacienda para entrenar los caballos. Yo lo aplico mucho en mi campo. Produzco caballos deportivos, que es muy diferente, pero el animal no sale de mi casa hasta los cinco años del campo y trabajando con la hacienda, es una escuela espectacular".

 


El caballo criollo está viviendo un “boom” con destino al esparcimiento. La gente quiere caballos mansos y animales que trabajen en estos campos extensos, alcanzan esa cualidad.

 


Ranqueles a caballo

 


El especialista Esteban Iturrioz hará un trabajo muy específico con las distintas generaciones de potrilllos nacidos en ese gigantesco predio y está explicado en un proyecto que le presentó al ministro del Campo, Felipe Tomasevich, y por el que fue contratado.

 


"Ranqueles a caballo" es el nombre de ese proyecto, en cuya introducción destaca dos etapas en la historia de la Nación Ranquel: "Una antes del caballo y otra muy distinta, montados a caballo".

 


Iturrioz destaca además la calificada destreza del indio para adiestrar los animales: "Los ranqueles a caballo fueron verdaderos temerarios, que gracias a sus dotes como domadores y entrenadores, llegaron a un nivel de excelencia en la preparación del caballo para la guerra".

 


Y recuerda que el caballo era considerado un regalo de Dios, era sagrado y como tal lo trataban. Dependían en gran medida de lo que podían  aprovechar de sus caballos, la velocidad, la fuerza y la destreza.

 


Claro que también se generaba una química muy especial, según lo recuerda Iturrioz: "El ranquel  y su caballos eran un mismo ser y funcionaban en equipo con una impresionante sincronía; no había magia ni secretos, todo surgía del trato que le daban a sus caballos, primero en la etapa de amanse donde los potros se descosquillaban y se habituaban a las personas sin sufrir traumas ni dolores y después en la etapa de entrenamiento donde se esmeraban en variar y ejercitar al caballo todos los días".

 


Esta vocación por el cuidado del caballo les valió prolongar la defensa de sus tierras por más de trescientos años, hasta alcanzar el respeto de sus propios enemigos, ilustró.

 


En el mismo informe que contiene el proyecto de desarrollo con equinos, el especialista memoró otro hecho ocurrido más recientemente: "Luego de un siglo de ignominia, el 17 de julio de 1996, Oscar Scarpati Schmid, un puntano bisnieto de ranqueles,  proclama en la exposición de la Sociedad Rural Argentina  la creación de la primera escuela de doma india en honor y reconocimiento a los ranqueles de a caballo".

 


Iturrioz contempla esta historia local para considerar imprescindible, para la comunidad originaria, una reorganización de su capital equino para un mejor funcionamiento y mayor aprovechamiento del rendimiento del caballo: "Es necesario para su supervivencia  el adiestramiento de los animales para poder  trabajar la tierra, encerrar el ganado, tener la posibilidad de traslado y generar una fuente de trabajo".

 


El objetivo del trabajo que dirigirá Iturrioz incluye capacitar al grupo y comunidad ranquel en la formación, adiestramiento y trato del caballo criollo para ser utilizado en el trabajo diario.

 


Al mismo tiempo se buscará lograr una fuente de trabajo para la comunidad generando un oficio escaso en la región.

 


En una primer momento plantea obtener, desde el autoabastecimiento, caballos para trabajo y generar valor agregado del animal.

 


Para alcanzar esto, explicó que lo hará en seis etapas, que comenzarán con la formación de grupos de trabajo con las personas involucradas en las tareas ganaderas.

 


Luego clasificará  y categorizará a los animales para luego planificar el calendario sanitario, alimentario y reproductivo.

 


Iturrioz también tendrá a su cargo el seguimiento de la manada, del servicio de los padrillos y el nacimiento de los potrillos.

 


Seguidamente vendrá el plato fuerte para los ranqueles que tendrán contacto personal con el equino,  amansamiento, doma y adiestramiento del animal.

 


Y la última etapa contempla el entrenamiento para trabajo en distintas tareas.

 


El indio pampa argentino fue un gran conocedor del caballo, de su naturaleza, su respeto y admiración por este animal, lo llevaron al desarrollo de un sistema o método de educación, finísimo y sensible, dicen Oscar Scarpati Schmid y su hijo Cristóbal, fundadores de la escuela de doma india.

 


Ambos proponen una preparación real para una profesión de indiscutida particularidad: "Domar caballos es algo complejo y simple a la vez. El domador debe tener vocación de enseñar, debe saber lo que está haciendo. Aprender a comunicarse con los caballos es la clave, para una buena educación, persuasiva y no violenta".

 


Describen en la "historia de la doma india" que el caballo fue traído de España a América por Pedro de Mendoza, en 1535.

 


Es de origen andaluz berberisco. Recuerdan que estos animales inicialmente eran de un gran porte, pero se fue adaptando y, por lo tanto, achicando para ensamblarse con el medio ambiente.

 


Proliferó rápidamente formando inmensas manadas, que se expandieron a lo largo y a lo ancho de la pampa húmeda; luego avanzaron hacia zonas más secas: La Pampa, San Luis y Río Negro: "Fue en esta zona donde el caballo adquirió gran rusticidad, característica notoria de nuestro criollo actual".

 


Y fue por el 1600 aproximadamente, que el indio descubre el caballo y crea su propia manera de domesticarlos y entrenarlos, sin influencia extranjera.

 


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