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Reconstruyeron el choque en el que murió un motociclista

Por redacción
| 12 de febrero de 2015
El juez Cadelago Filippi se subió a un rodado policial para ver qué visibilidad pudo tener Lucas hacia el frente y los costados. Foto: Marina Balbo

El sol aún no asomaba cuando efectivos de la Policía Caminera cortaron el tránsito en la avenida Aguada de Pueyrredón, a la altura de calle Concarán, en Juana Koslay. Quinientos metros más adelante, el juez Sebastián Cadelago Filippi, abogados, peritos y testigos del accidente en el que murió Lucas Ezequiel Lucero se preparaban para iniciar la reconstrucción del choque, ocurrido el 8 de setiembre de 2013. El magistrado explicó que la medida buscaba ilustrar lo ocurrido el día en el que el joven de 20 años perdió la vida y su vecina Dahyana Ojeda, de 17, terminó con lesiones graves. A las 7:50, cuando las pruebas terminaron, el juez se mostró conforme y dijo que la reproducción “ayudó a dilucidar un poco lo que ocurrió” esa mañana.

 


La cita era a las 5:30, y el primero en llegar fue Pedro Gianello, abogado del médico Sergio Raúl Lombardi, quien no participó de la medida. El dermatólogo manejaba la camioneta Jeep Cherokee que impactó con la moto en la que iba Lucas. Dos minutos después llegaron los primeros policías, incluidos los expertos de la División Criminalística.

 


De a poco se sumaron el juez, su secretario Rodrigo Gallardo, la licenciada Carina Bernal, el fiscal Ernesto Lutens y el abogado Jorge Sosa, que representa a la familia de Dahyana. También se presentaron tres testigos clave: un hombre y una mujer que viajaban en la camioneta con Lombardi y un taxista que venía detrás de Lucero y que asegura que el joven motociclista pasó en verde el semáforo que hay en el cruce de Aguada de Pueyrredón y calle Fray Mamerto Esquiú, lugar exacto del accidente.

 


Faltó el letrado Carlos Salomón, abogado de la familia Lucero, quien un día antes había pedido la suspensión de la medida y reiteró su solicitud de que se incorporen los resultados de una pericia que está inconclusa.

 


A las 5:46, con el expediente en la mano, Gallardo comentó que buscaban “saber cómo era la visibilidad que tenían ambos conductores (Lombardi y Lucero) y las condiciones en que estaba cada una de las partes”. Mientas, el juez daba las primeras indicaciones para comenzar.

 


La reconstrucción inició a las 6:05 con pruebas que buscaron chequear qué grado de visión tenía  Lombardi desde calle Fray Mamerto Esquiú, por la que circulaba antes de chocar con Lucero.

 


Para ello ubicaron la camioneta del abogado Gianello, simulando ser el vehículo de Lombardi, a unos 15 metros de la avenida.

 


Cadelago Filippi se subió al coche para chequear el ángulo de visión y comprobó que desde ese primer punto, hacia la derecha, 3 postes de luz y al menos 7 árboles que crecen paralelos a la avenida dificultan la vista de quien circula por Esquiú. “La visión hacia el frente es buena”, aclaró el magistrado, que también marcó que desde allí puede verse perfectamente la luz del semáforo que corresponde a los que circulan por el camino de la Aguada.

 


Luego adelantaron un poco la camioneta de Gianello para verificar la visibilidad desde un  segundo punto, aunque desde allí la visión también se ve afectada por la línea de árboles.

 


Octavio Enrique Paladini, uno de los acompañantes de Lombardi el día del choque, hizo la primera intervención y les aclaró a todos que al momento del accidente había dos autos a la par estacionados sobre la avenida, esperando que el semáforo les diera la señal para avanzar. Detalló que uno de esos vehículos era un taxi y el otro un auto marca Honda. También aseguró que cuando el médico tomó la avenida, el semáforo daba luz verde para ellos. El juez le preguntó dónde iba sentado y él contestó que “en la parte trasera derecha”.

 


María Cristina Lai, que iba junto al médico en la parte delantera, no hizo ningún aporte mientras duró el proceso.

 


Lo siguiente que hicieron fue marcar con un cono el lugar exacto del impacto y ubicar dos autos tal cual describió Paladini.

 


“La posición de estos vehículos también cambia la visibilidad”, indicó el juez, aunque ello no significa que a Lombardi le haya sido imposible ver la moto de Lucero.

 


Con los ojos de la víctima Concluidas las pruebas sobre calle Esquiú, el grupo se dirigió hacia la avenida para determinar el trayecto y la visibilidad que tuvo la víctima. Fue en ese momento donde surgió la primera discrepancia: a diferencia de Paladini, Carlos Washington Arangue, el taxista que venía detrás de los jóvenes motociclistas, aseguró que había un solo auto estacionado en el semáforo de Aguada de Pueyrredón y no dos.

 


“Estaba estacionado sobre el carril izquierdo”, aseguró sin dar detalles de marca o modelo.
Fue entonces que Cadelago Filippi ordenó leer parte de la declaración de Dahyana Ojeda, que igual que Paladini dijo que había varios autos, no sabe cuántos, parados en ambas calzadas del camino esperando el semáforo. Según consta en el expediente, la chica contó también que Lucas comenzó a frenar la moto un poco antes de llegar a esos autos, así que el juez le indicó al planimetrista de la Policía que midiera unos 30 metros hacia atrás y ubicaron una moto de la Policía para que simulara ser la de Lucero.

 


Sentado sobre la moto policial el juez notó que, habiendo dos autos a la par como dice Paladini, Lucero tiene que haber hecho una maniobra para esquivarlos, ya que el cono que marcaba el lugar del impacto quedaba tapado por el vehículo estacionado en el carril derecho. Otra vez tomaron relevancia las palabras de Ojeda, quien manifestó que había un auto en ese carril y que lo pasaron por la derecha.

 


Arangue fue consultado sobre a qué distancia de los chicos venía cuando vio el choque. Guiados por el testigo, el grupo caminó poco más de cien metros en contramano hasta pasar calle Anacleto Toesca y se situó donde el taxista dijo haber visto el choque.

 


Desde ese punto la visibilidad es buena y el semáforo que correspondía a los chicos se ve perfectamente, pero Arangue hizo una aclaración importante: el reloj daba las 6:57 y el chofer dijo que el día del accidente estaba más oscuro.

 


“Las condiciones de luz no son las mismas, ahora hay mucha más luz natural”, coincidió el juez.

 


Lucas y Dahyana chocaron minutos después de las 7 de la mañana pero en otra época del año.

 


Cadelago Filippi y Gallardo explicaron que decidieron atrasar la reconstrucción una hora, a las 6, para equiparar las condiciones ambientales, pero ayer, el implacable sol no dio tiempo a que las pruebas concluyeran antes del amanecer.

 


Desde la perspectiva del motociclista, la visibilidad hacia calle Esquiú también se ve dificultada por los árboles, aunque no es imposible, aún de noche, advertir que un vehículo se acerca hacia la avenida.

 


La última prueba consistió en corroborar la versión de otro testigo, Julio Coria, que asegura haber visto desde el camino de la Aguada pero unos 400 metros de distancia del choque, como un “bulto”, que sería el vehículo de Lombardi, se asomaba hacia la ruta cuando la luz daba verde para Lucero.

 


A la distancia que se encontraba, justo a la salida de una curva y en condiciones de nocturnidad, es poco probable que haya podido ver el vehículo del médico, aunque sí es factible que apreciara las luces del semáforo.

 


El reloj rozaba las 8 de la mañana y la reconstrucción llegó a su fin. No hubo conclusiones, o al menos si alguien sacó alguna no la verbalizó allí. Lo que sí existió, como dijo Cadelago Filippi, fue la posibilidad de echar luz sobre las condiciones que terminaron con la vida de un chico de 20 años.

 


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