El espectáculo que dio "Mora Godoy Tango Company" dejó con ganas de más bises al público puntano.
El show comenzó quince minutos después de lo acordado y finalizó ni bien llegó a la hora de duración. La sala Hugo del Carril ocupó todos sus asientos, y algunos más que tuvieron que agregar, con fans de la bailarina.
Tal como lo había hecho su par Hernán Piquín, Godoy no permaneció en el escenario todo el tiempo, sino que dejó que sus compañeros llevaran el show.
Al comienzo, entre firuletes y juego de luces la artista apareció de rojo brillante por unos segundos, como para ganar el aplauso y dar rienda suelta al 2x4.
Las cuatro parejas que acompañaron a Mora mostraron sus habilidades en una serie de complejas entradas y salidas del escenario. Nunca perdieron el ritmo.
Tras esa presentación Godoy tomó el centro de la escena junto a Marcos Ayala, su "soñador" del "Bailando". La pareja protagónica tuvo un pequeño percance con el vestuario que supieron salvar a tiempo. El vestido de la bailarina quiso revelar más que su talento. Los dos interpretaron "La Cumparsita", con la velocidad y precisión con la que se la vio en la pista de baile del programa de Tinelli.
Después de eso los aplausos siguieron a los artistas tras bastidores donde se quedaron por un largo rato.
Eso dio tiempo para que sus colegas hicieran hasta pasos de comedia en forma de tango sobre el escenario. Las peripecias actorales y las acrobacias de la coreografía hicieron que la gente interrumpiera la actuación con sus aplausos.
Esa escena se repitió varias veces mientras el tango pasaba de clásico a electrónico.
Tal como lo había prometido días antes de llegar, el espectáculo de Mora tuvo una gran carga de sensualidad, no sólo por la belleza de los bailarines con sus esbeltas figuras, sino también por sus movimientos y el derroche de pasión que se veía en cada baile.
Los cuadros terminaban en oscuridad, así que cada nueva aparición sorprendía. Eso pasó cuando la bailarina y su compañero dieron los primeros pasos de la chacarera que bailaron en Showmatch. Al tiempo que Godoy pedía palmas al público sus bailarines entraban a escena y todos se convertían en un ballet de folclore. El público no tuvo problemas en marcar el ritmo.
Ayala tuvo un solo en el que brilló con una mezcla de tango y danza contemporánea. El artista logró graficar con el cuerpo las emociones de su personaje.
Las cuatro bailarinas que integraban el ballet también tuvieron sus momentos cuando interpretaron diferentes historias de amor que rompen el corazón a las mujeres.
Con la sensualidad de un vestuario de seda y la delicadeza de los movimientos las chicas personificaron a las mujeres que no pueden dejar ir a sus amores, las que sufren la violencia de su amado, las que creen en promesas incumplidas y las que saben decir que no.
Luego, tocando el final Mora volvió a salir con un vestido que hablaba del cisne negro. Con las plumas y las lentejuelas se unió a Ayala para entregar una última muestra que la gente apreció con aplausos.
El cierre sorprendió a varios, así que se animaron a pedir bis, la bailarina los consintió con una "Cumparsita" más y una chacarera.
Luego vino el momento de la "selfie" que ahora todos los espectáculos hacen en sus presentaciones.
Mora regaló sonrisas y saludos a granel. Antes de subir a escena había recordado su paso por el Festival de Tango de Justo Daract. En charla con ETC admitió que esperaba del público de San Luis la misma alegría que recibió en la fiesta y los puntanos le concedieron el deseo.


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