En el marco de la presentación del ciclo “Hitos de la puntanidad”, que de la mano de la fundación Fisal recorrerá toda la provincia, disertó Alberto Rodríguez Saá en la escuela "Bernardino Rivadavia" en Nueva Galia, en el Departamento Dupuy, bien al sur de San Luis.
La exposición, coloquial y amena, sorprendió. Ya que más allá de presentaciones y explicaciones de rigor, la puntanidad fue abordada desde personajes mucho más cercanos en el tiempo de lo que se escucha habitualmente. Más allá de que la mirada sobre la erupción del Volcán Calbuco en Chile, fuera absolutamente ejemplificativa; la mención de Yaco Monti, del Mono Gatica, del equipo de Juventud, pusieron una nota distinta en el concepto habitual de puntanidad, que quizá erróneamente se suele asociar únicamente a hechos y personajes mucho más lejanos en el tiempo. Pero sin ninguna duda, la narración de la epopeya de Rosendo Hernández en 1952, en el Autódromo de Buenos Aires, fue el punto más alto de un encuentro por demás interesante. La precisa descripción acaparó la atención de todos. Fue contada con fervor, pero con mucho amor por el personaje y por lo que representaba su hazaña. Para la crónica periodística fueron 1.500 kilómetros entre Catamarca y Buenos Aires, el 23 de noviembre de 1952. Rosendo vino todo el trayecto detrás de Juan Gálvez y finalmente lo superó por muy escaso margen, en medio de la incredulidad y el desbande. Contó Alberto cómo se siguió desde San Luis la transmisión radial de Luis Elías Sojit (creador de la famosa frase “Hoy es un día peronista” para referirse –se supone– a las bondades de un cielo limpio y con sol radiante). Habló de la desesperación cuando no llegaba información sobre la suerte del piloto puntano nacido en Ojo del Río. Y la expectante atención, mutó en apasionado entusiasmo ante el triunfo de un oriundo de esta tierra. Brillaron los ojos de Alberto y vaciló un poco su voz. No estuvo solo, muchos rostros en el auditorio destellaban emoción, y no es exagerado decir que más de una lágrima brotó ante tan comprometida narración. Y hubo espacio para hablar de la casa del corredor, de su auto, de su taller. Quedó bastante claro por dónde pasa esta idea de la puntanidad. Cuentan los más veteranos que el auto de Rosendo Hernández tenía una leyenda que decía: “Visite las Serranías Puntanas”. Quedó flotando en el aire, que debe ser nomás “amor por San Luis”.


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