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Hace 41 años, el corazón le dijo basta y Argentina gritó: ¡Viva Perón!

Por redacción
| 01 de julio de 2015
Desconsolado. Cientos de miles observaron el paso del cortejo fúnebre, entre ellos, Roberto Vassie, que mostró su dolor inmenso.

Pocas lágrimas se mostraron tan sinceras. El dolor le arqueaba la boca y le achinaba los ojos. Roberto Vassie era un conscripto, tenía 21 años. Un día de julio de 1974, el primero, lloró sin consuelo la muerte de Juan Domingo Perón. Y su imagen dio la vuelta al mundo.

 


Era un joven que despedía a un líder, era la síntesis de un dolor inconmensurable que se sentía en el corazón. 

 


El llanto ponía certeza, los doctores le pusieron palabras a ese dolor. Pedro Cossio, Jorge Taiana, Domingo Liotta y Pedro Eladio Vázquez explicaban la causa de la muerte de Perón.

 


El parte médico que redactaron explicaba: "El día 1º de julio, a las 10:25, se produjo un paro cardíaco del que se logró reanimarlo, para luego repetirse el paro sin obtener éxito todos los medios de reanimación de que actualmente la medicina dispone. El teniente general Juan Domingo Perón falleció a las 13:15”.

 


Su corazón dijo basta, un corazón que ya estaba herido.

 


Un lunes, ese primer día de julio, a las 14:10, María Estela Martínez de Perón, a cargo del gobierno, anunció a todo el país el fallecimiento del teniente general.

 


El secretario general de la CGT, Adelino Romero, decretó por duelo un cese de actividades. Julio Broker, titular de la CGE, hizo lo mismo.  El país estaba paralizado.

 


Los trabajadores gráficos mantenían un conflicto con las empresas periodísticas; ese día no hubo diarios y  la noticia del fallecimiento circuló recién a la madrugada del 2 de julio.

 


Los restos del General fueron vestidos con uniforme militar y luego llevado en la capilla de la Quinta Presidencial de Olivos, donde permaneció hasta las 8 del segundo día de julio.

 


Poco antes de las 10 llegaron a la Catedral Metropolitana, en donde se realizó una misa de cuerpo presente. Posteriormente, el féretro fue conducido al Congreso. Allí permaneció hasta las 9:30 del jueves 4.

 


Fueron 46 horas y media que permaneció en el Palacio Legislativo. Más de 135 mil personas pasaron a verlo; se calcula que un millón quedó afuera.

 


Ese día lloraba hasta el cielo, como lo hacía Vassie. Cayeron 14 milímetros de lluvia continua.

 


El cortejo se dirigió por Callao y en Libertador, cientos de miles  rendían homenaje. Un día de corazones rotos.

 


Dos mil periodistas extranjeros informaron todos los detalles de las exequias.

 


Antes de la despedida general, hubo una despedida particular. Durante el velorio se escuchó uno de los discursos que marcó una época en la Argentina.

 


Ricardo Balbín, presidente del radicalismo habló en nombre de los partidos políticos. Su despedida fue sincera: "Este viejo adversario", dijo... Levantó su mano izquierda y se tocó a la altura del corazón. Hizo una pausa y sentenció: "Despide a un amigo".

 


"No sería leal si no dijera que vengo en nombre de mis viejas luchas, que por haber sido sinceras y evidentes, permitieron en estos últimos tiempos la comprensión final. Y por haber sido leal a la causa de la vieja lucha, fui recibido con confianza en la escena oficial que presidía el presidente muerto", expresó sentido.

 


Balbín, sin ser peronista, llegó al corazón mismo de un movimiento que se quedaba sin mentor, pero con un referente eterno.

 



Últimos tiempos

 


Tras su exilio en España y la prohibición de volver al país, Perón regresó a la Argentina por un corto tiempo en noviembre de 1972, pero no pudo presentarse como candidato para las elecciones del 11 de marzo de 1973; una trampa en la ley electoral se lo impidió. En los comicios ganó un peronista, Héctor Cámpora. Perón estaba en España.

 


Eran momentos de divisiones, entre izquierda y derecha. Los  jóvenes peronistas más próximos a Montoneros querían un "Socialismo Nacional"; los sectores mayoritarios  sindicatos y el aparato partidario instaban a la continuidad del modelo justicialista clásico.

 


Ése era el escenario nacional en que el 20 de junio de 1973, hizo que casi dos millones de personas esperaran en Ezeiza el regreso del líder. Un corazón alegre por la recepción enorme, luego se debilitaría ante las peleas internas.

 


Ese mismo día, por la tarde, se produjeron graves incidentes entre los sectores de la derecha sindical y los grupos juveniles, que pugnaban por acercarse al palco. Hubo un violento tiroteo con un saldo de 13 muertos y 365 heridos. Ante la falta de seguridad, Perón decidió aterrizar en Morón y dirigirse al país por televisión. 

 


El 13 de julio de 1973, Cámpora renunció. Había presiones desde todos los sectores.

 


 Tras un confuso episodio, asumió como primer mandatario Raúl Lastiri, presidente de la Cámara de Diputados. Lastiri llamó a elecciones presidenciales para el 23 de setiembre. Otra vez tiempos de júbilo y trabajo partidario, con Perón a la cabeza.

 


El General decidió que su mujer, Isabel Martínez, fuera la candidata a vicepresidenta. La fórmula Perón-Perón se impuso con el 62% de los votos a Ricardo Balbín-Fernando de la Rúa que cosecharon un 25%.

 


El 12 de octubre, por tercera vez Perón se ponía la banda de presidente. Le caía desde el hombro derecho, cerquita del corazón.

 


Pero era un país con serias divisiones. Fueron reemplazados gobernadores y funcionarios vinculados a Montoneros.

 


El punto más extremo de este enfrentamiento se produjo el 1º de mayo de 1974, cuando el Gobierno convocó a la Plaza de Mayo para celebrar el "Día del Trabajo y la Unidad Nacional".

 


Las columnas de los sectores vinculados a los Montoneros avanzaban sobre la Plaza al grito de: "¿Qué pasa, qué pasa, General, que está lleno de gorilas el gobierno popular?". En su duro discurso, el general llamó a los Montoneros "imberbes y estúpidos", lo que provocó la retirada de más de la mitad de la concurrencia.

 


El 12 de junio la CGT convocó a un acto en la Plaza de Mayo para respaldar al gobierno.

 


Perón habló por última vez a sus seguidores; pidió que cuiden las conquistas laborales porque se avecinaban tiempos difíciles.

 


"Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música, que es para mí la palabra del pueblo argentino", dijo con una voz un poco más cansada de lo habitual. Pocos días después, su corazón decía basta.

 


Fue el diario Il Tempo de Italia  el que contextualizó a un hombre y un movimiento. "Perón inició en Argentina un experimento político y social, el del justicialismo que, sobre todo cuando se lo juzgue teniendo en cuenta el ambiente en el que fue realizado, las dificultades que se le opusieron y los enemigos que tenían interés en hacerlo fracasar, no podrá dejar de ser considerado como una etapa del progreso social de América Latina".

 


Perón excede un nombre, una idea y postura. Es una forma de mencionar una corriente que fluyó como la sangre que alimentó a un corazón que dijo basta, aunque sigue latiendo en otros.

 


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