El marido de la mujer en estado vegetativo culpa al homeópata

Los estudios que le han hecho a Silvana Sindoni en el Hospital San Luis no han detectado ninguna enfermedad, dice su esposo, Fernando Grotz. “La médica me dijo que tiene la sangre de una chica de 15 años”, cuenta. Por eso, piensa él, “no hay un motivo por el que ella esté así que no sean las pastillas” que le proveía el homeópata Fernando Bori Pons. La mujer de 35 años está en estado vegetativo desde enero.

Silvana sufrió un agudo descenso del nivel de potasio en su organismo, más severo incluso que el que sufren las personas enfermas de cáncer en estado terminal, según le dijeron los médicos. Y al principio Fernando pensó que eso se debía a un mal funcionamiento de sus riñones. “Pero yo ahora creo que ese problema se lo causaron las pastillas, que tienen diuréticos, laxantes, clonazepam, ansiolíticos, inhibidores para comer”, enumera en la puerta de una sala de aislamiento, en el área de Clínica de Mujeres, del centro asistencial capitalino.

Estar en el hospital se volvió una rutina diaria para él desde hace siete meses. Sólo por unas horas se escapa hasta su casa para darles de comer a sus hijos, dos varones de 13 y 14 años en los que la postración de la madre ha hecho estragos en lo anímico. Tuvo que buscar un psicólogo que lo ayude a contenerlos. En el policlínico también le han ofrecido ese servicio para él y los chicos. Él todavía no lo ha tomado. Se muestra entero. Y su forma de hablar da la impresión de que conserva la esperanza de que su esposa saldrá adelante.

“Sigue con el mismo diagnóstico. Tiene más actividad, más movimiento, pero no se conecta con la realidad”, describe Fernando.

Dice que cuando Silvana escucha a sus hijos “tiene esas reacciones como de querer hablar, hace sonidos con la boca, como que quiere expresarse”. A veces mueve una mano, un brazo, la cabeza. Pero –admite– “ciertos movimientos que nosotros vemos como reacciones, los médicos dicen que son reflejos”.