El arte sacudió a Estefanía Rubio cuando era chica; la paseó por la música, por la fotografía, pero hoy, con 34 años, esa vibración cobró fuerza y la impulsó a crear sobres, carteras y prendas de vestir. Es el corazón y el cerebro de la marca "Pago Chico" que lleva apenas dos años y medio en la industria de la moda y ya conquistó modelos, actrices y miles de argentinas que viven en el interior del país. La historia de esta villamercedina describe el camino de la dedicación, el sacrificio y el amor a lo que uno hace.
Fue precisamente el amor lo que la llevó a instalarse en Buenos Aires: su marido Nicolás es de allí y la gran ciudad la impulsó hacia el diseño. “Siempre tuve muy internalizada la rama artística, me gustó tocar la guitarra, cantaba, estudié fotografía, y en Capital Federal me envicié, me vinculé, me metí de lleno con la moda. Salir del laburo a las 14 me permitía meterme en Arte BA y así empecé a vincularme con los artesanos”, describió.
Lo primero que diseñó fue una docena de sobres y carteras y, aunque sonara a poco, alquiló un pequeño departamento al lado de donde vivía, "que me permitió apostar porque me animaba a costearlo, empecé con diez prendas, y en ese entonces compraba ropa y vendía de relleno porque tenía percheros vacíos; fuimos haciéndolo de a poco", resaltó Estefi, como la llaman sus amigos.
Aquellos espacios vacíos ahora rebalsan de accesorios, camisas, jeans, shorts, remeras, chalinas, y miles de cosas más que llevan impresos el sello distintivo de "Pago Chico". Allí la diseñadora mantiene reuniones con un equipo de artistas plásticos que son los responsables de las pinturas, estampas y apliques que lleva cada objeto. "Yo les bajo línea y las chicas pintan, otras intervienen lo que les doy, ya sea cuero, no cuero, telas. Fuimos los pioneros en hacerlo, una identidad muy marcada", consideró.
Aunque confesó que no pega "ni un botón", Estefanía es quien define los diseños y su inspiración aparece sin aviso, por la mañana o la noche, pero en especial cuando se conecta con su interior. "Cuando ando en rollers pongo música que me gusta mucho y ahí me baja info que después vuelco sólo con quien tengo que hacerlo. De pronto paseo por Tigre y veo un tronco, una madera, el agua, los sonidos, la naturaleza me inspira. No miro tendencias de afuera", confesó.
La naturaleza también fue la que sugirió el nombre de la etiqueta. "Pago Chico' es un festival de doma en San Javier, en las sierras cordobesas donde tengo casa. Ahí conocí a Nico, es mi lugar en el mundo que me dio tantas cosas lindas", explicó. Es fácil reconocer en la indumentaria "pagochiquense" que a Estefi le fascinan las culturas hindú y del altiplano, pues todo tiene un dibujo, un género, un mix de colores que remiten a India, Perú y al norte argentino. "Tiene mucho contenido espiritual, no lo busqué, se dio naturalmente extrañando el interior, empezó como una vuelta a eso. No tengo ganas de hacer lo mismo, trato de tirar más contenido moral, antes que digan 'tiene cristales de Swarovsky', prefiero que sea una camisa pintada por un artista increíble o con un mensaje. Ahora junto con la prenda entregamos la bolsita con palo santo para sacar la mala vibra", señaló.
Por esos condimentos, sus productos llamaron la atención de famosas como Nicole Newman, Luli Fernández, Candelaria Tinelli, Florencia Fabbiano, Dalma Maradona, Sofía Zámolo, Patricia Sosa, Manuela Viale y Martina Stoessel, entre otras y también Fernando Dente y Nicolás Magaldi optan por sus diseños masculinos. Hace un mes inauguró otro local, con el que sacó la marca a la calle ya que está enclavado en pleno Palermo Soho, uno de los barrios más identificables con la moda y el diseño de autor.
Por estos días, Estefi reparte horas entre la crianza de su hija Mora (que nació en medio de la turbulenta consolidación de "Pago Chico") y en la colección Primavera-Verano que será lanzada entre el 15 y 20 de setiembre. "Tendrá mucha inspiración mexicana, haremos una colección cápsula (de fusión) de vestidos de fiesta con Flor Fabbiano y otra del mismo estilo, pero con una marca de ropa de hombres para hacer remeras copadas", adelantó.
Con el asombro aún en el rostro, la "enana", como también le dicen cariñosamente sus allegados, confesó que jamás imaginó vivir de la moda. "Con tanto trabajo, no tenés tiempo de pensar, pero debo estar agradecida a Dios por lo que me está pasando". O como suele rematar sus mensajes en las redes sociales, "namasté".


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