“Esto no tiene nombre, ya es un acto cultural”, dice Julio Deluret y recuerda la historia del mingitorio en la vereda. Hace tres meses decidió colocarlo al frente del Centro Médico Los Álamos, donde es propietario, para evitar que los clientes del Pub Don Diego orinaran sobre las baldosas.
Ahora fue por más. Utilizó las cámaras de seguridad para registrar a los muchachos y chicas sedientos de alcohol que continúan utilizando la vereda para hacer pis y defecar. Las imágenes hablan solas: cada usuario del “baño público” -ubicado en la calle República del Líbano en la capital puntana- espera su turno, se coloca en una posición cómoda y hace sus necesidades. Las damas conservan la costumbre de darle su cartera a una amiga para estar más relajadas. Nadie usa papel, todos eligen el rincón.
“Tengo más de cuatro horas de eventos o hechos, como los bautizaron el editor y la gente de las cámaras. En sólo dos semanas junté ese material. Las cámaras graban las 24 horas”, contó Deluret, que después de 15 días dejó de juntar material.
El hombre, junto a unos vecinos, presentó una nota en la Municipalidad de San Luis. Pero varios meses después aún nadie le han dado una solución concreta. “Decidí contratar a una productora para que hiciera el video porque muchos no me creían. La gente de la Municipalidad dice que no puede actuar porque la Policía no les presta apoyo. La Policía dice que el tema debe ser resuelto por el Municipio y así seguimos”, aseguró Julio.
La movida noctámbula arranca los martes y termina los domingos a la madrugada en la zona. Por eso la vereda del Centro Médico descansa los lunes. Después le siguen seis días intensos de maratónicas sesiones de descarga.
“Debo reconocer que después de que coloqué el mingitorio y la noticia copó los medios locales y nacionales muchos cambiaron la actitud. Pero el uso de la vereda como baño no terminó completamente”, contó el comerciante. Y detalló que a veces suele haber gente de seguridad del local nocturno parada afuera para controlar a los clientes.
Cuando el pub cierra sus puertas, los empleados limpian la vereda. Pero mientras tanto quienes caminan por República del Líbano al 300 deben esquivar los restos de excremento y orina humana.
“No me opongo a la diversión, pero no estoy de acuerdo a que sea de esta forma”, concluye Julio Deluret.
Atentos los desprevenidos, jóvenes, adolescentes y adultos pasados de copas. Las cámaras están atentas para desenmascar a los imprudentes, aunque no anden a caballo ni usen espada.
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