La furia del huracán Matthew se comenzaba a sentir la tarde del viernes en la costa centro-este de Florida, donde las riberas del río St. Johns estaban inundadas y el agua del mar fluía en las calles de la ciudad colonial de St. Augustine.
Las autopistas y calles estaban desiertas, las tiendas cerradas y no se veía un alma en la intemperie. Algunas áreas costeras estaban bajo toque de queda y la visibilidad para conducir era de unos metros, antes de convertirse en una densa pantalla blanca.
Los vientos, que soplaban a 96 Km/h a medida que el ojo de Matthew se avecinaba a Jacksonville, ya había arrancado algunos árboles, ramas y carteles y causaba cortes de electricidad.
Las calles de la pintoresca ciudad costera de St. Augustine, la más antigua de Florida fundada por los españoles en el siglo XVI, estaban inundadas por la crecida del mar.
Las playas estaban cerradas, no sólo para nadadores o surfistas sino además para los rescatistas, luego de que las autoridades insistieran en que todo el que permanezca en zonas de evacuación estará "por su cuenta".
Los equipos de rescate no atenderán llamadas de emergencia en las zonas de evacuación obligatoria -en las costas y riberas- hasta que su acceso no sea seguro.
Por su parte, las autoridades haitianas y ONG daban un dramático balance de 400 muertos, tras el paso del huracán Matthew, que se debilitaba este viernes pero seguía amenazando las costas del sudeste de Estados Unidos. Sin embargo, algunos medios como el prestigioso diario El País aseguró que las víctimas fatales son más de 800.
Matthew se debilitó un poco el jueves por la noche, volviendo a bajar a categoría 3 de la escala Saffir-Simpson, de cinco niveles, pero seguía siendo "extremadamente peligroso", advirtió el NHC.
El presidente estadounidense, Barack Obama, declaró este jueves que Matthew "todavía es realmente un huracán peligroso".
Fuente: NA.


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