Cárcel para dos boqueteros que habrían robado cinco comercios

Ignacio Javier Chaves y Víctor Alfredo Rodríguez eran como mamushkas. Mientras los investigadores averiguaban más sobre ellos, descubrían que ocultaban más de lo que parecía en un principio, como las tradicionales muñecas rusas que esconden en su interior otra muñeca y, dentro de ésa, otra, y así sucesivamente. De esa forma, constataron que no sólo son los delincuentes que hace dos jueves entraron a dos negocios de Villa Mercedes sino también que, en los últimos dos meses, hicieron lo mismo con otros tres comercios, bajo la misma técnica: hacer boquetes en los techos para entrar a los locales, vaciarlos de mercadería y dinero y cargar el botín en un vehículo que los esperaba afuera. Por eso, anteayer, a última hora, el juez Alfredo Cuello los procesó y les dictó la prisión preventiva.

El rosario de robos que les endilgan llegó a su fin el 10 de noviembre, cuando Chaves intentaba esfumarse de la cuadra donde están los dos comercios vecinos que acababan de ser violentados y los policías de la Comisaría 8ª echaron por tierra su plan.

Ese día, a las 3:37, José Careaga, el propietario de ambos locales, escuchó ruidos. No sabía si provenían del techo de su casa o de los negocios que les alquila a los dueños de la tienda "La Rana René", situada en León Guillet 135, y de la zapatería "Sabrina Selina Shoes", ubicada en León Guillet 139.

El hombre se levantó, se asomó al patio, vio que todo estaba en orden y regresó a su cama. "Al ratito, no podría decir cuánto tiempo después, volví a oír ruidos", le contó al juez. Esa segunda vez, Careaga decidió vestirse y asomarse a la calle. "Vi un vehículo estacionado frente a la (sede de la) Mesa Coordinadora de Jubilados y Pensionados. Tenía las luces encendidas y se estaba retirando (...) Creo que era un Chevrolet, color oscuro", detalló.

Luego, Careaga les echó un vistazo a los comercios. Lo hizo dos veces. Por fuera, todo lucía normal. Pero no se quedó con eso, y se subió al techo, aprovechando que tenía una escalera en su patio.

"Ahí vi que las chapas estaban cortadas, enrolladas, y que había un bolso grande a un costado, oscuro, con una campera encima, también oscura”, recordó. A casi cinco metros de él, de un hueco que había en la terraza, se asomó una cabeza. Era un hombre.

“Yo me largué desde el techo y del otro bajé por las escaleras. Entré corriendo a mi casa, busqué el teléfono y traté de hacer memoria de cuál era el número de la Policía”, relató. Cuando, finalmente, logró comunicarse con el Centro de Operaciones de la Unidad Regional II, desesperado, les pidió que por favor rodearan la manzana porque le estaban robando. Los policías de la Comisaría 8ª, que estaban a dos cuadras, llegaron al instante.

Un grupo de uniformados se quedó afuera y otro revisó los techos. Allí encontraron un destornillador, pinzas, un alicate y dos bolsos, uno de ellos con quince zapatos.

A los pocos minutos, llegaron los dueños de los comercios y sus hijos. Cuando abrieron el local de ropa había una banqueta encima de otra, debajo de un boquete que los delincuentes habían hecho en el cielorraso donde tienen un vestidor. También notaron que faltaban 200 pesos, jeans de los estantes y una fila de bolsos, de la misma marca que hallaron sobre el techo.

Mientras tanto, los policías Mirta Torres y Jonathan Cabeytú, que se habían quedado afuera, recorriendo la cuadra, escucharon como “un tropel, un ruido de chapas en los techos”. Al llegar a León Guillet y General Paz oyeron también voces. Se quedaron ahí y esperaron para saber si el sonido seguía. En eso vieron que un hombre saltó del techo a la vereda. “Le gritamos la voz de alto y escapó hacia el sur por la vereda”, contó Cabeytú. Así empezó una persecución.

Casi en Pringles y San Luis lo detuvieron. Mientras el sospechoso, que resultó ser Chaves, era inmovilizado, sonó su celular. Víctor Rodríguez lo llamaba. “Es el que me iba a pasar a buscar, en un Corsa”, les habría comentado Chaves a los efectivos.

En el techo, los investigadores hallaron la zapatilla celeste que a Chaves le faltaba en un pie. La misma coincidía con la huella que había quedado grabada en una de las banquetas de "La Rana René".

Las averiguaciones motorizaron cuatro allanamientos. Uno de ellos fue en el domicilio de Rodríguez, en el barrio Uocra. A poco de haber empezado la requisa, en el comedor, hallaron un celular con el número del otro sospechoso agendado. Pero la pista más sólida la encontraron en el Chevrolet Corsa que había en el patio: stickerts con el dibujo de una rana. Estaban desparramados sobre el piso del coche y el asiento trasero, detalló uno de los testigos del procedimiento. Cuando el allanamiento acabó, Rodríguez salió esposado de su casa.

Con el correr de las averiguaciones, la Policía logró establecer que los robos cometidos por la dupla no se agotaban en esos dos. La lista de saqueos empezó el 5 de setiembre, cuando entraron a un local de Zavaba Ortiz 91, de donde robaron mercadería y 17 mil pesos. Continuó el 25 de octubre, con el robo a la fiambrería "Las Gringas", de Salta 217. Siguió el 3 de noviembre, en la herboristería y santería "El Ceibo", de Pescadores.

En todos los casos, según entiende el juez Penal, Chaves era el que hacía el boquete y entraba a los negocios. Luego, desde el techo, le arrojaba el botín a Rodríguez, que lo esperaba en su auto.

Eso, en parte, logró comprobarse por los sucesivos mensajes de texto que Rodríguez le enviaba a su cómplice cuando lo esperaba en la calle. "Estoy llegando, estate listo, p...”, "¿Y, p...?", “¿Qué onda?”.