Sonia Sánchez: "La prostitución no es un trabajo, porque no dignifica y no es libre"

Durante la casi hora y media que duró su disertación en Terrazas, Sonia Sánchez le sostuvo la mirada a cada uno de los que asistió a su charla “Ninguna mujer nace para puta”, llamada como el libro que ella escribió junto a María Galindo. Invitada por la Secretaría  de la Mujer  #Ni Una Menos, por el Día Internacional de la Eliminación de Violencia  hacia la Mujer, la activista, escritora y abolicionista de la esclavitud sexual, habló ayer sobre la realidad muchas mujeres argentinas. Destacó que la prostitución no es un trabajo y que hay que ir contra las autoridades que quieren reglamentarla. También  contó anécdotas teñidas de violencia en su pasado en las calles, para que los asistentes, que la miraban como hipnotizados, comprendieran y no juzgaran a las prostitutas. Finalmente pidió la colaboración de todos, para acabar con la prostitución y por ende con la esclavitud con fines sexuales.

“Para sobrevivir a ese campo de concentración que es la prostitución, donde los penes son picanas, y en donde la desaparición de la mujer es completa, la única forma que queda para seguir adelante  es anestesiarse. Eso hacen muchas hermanas, porque de esa manera no sienten”, así comenzó su charla Sánchez, que nació en Chaco, pero vive actualmente en Buenos Ares. Lo primero que destacó, es que lo que comúnmente llaman un trabajo, no lo es. Porque la prostitución no dignifica y tampoco es libre. Dijo que hay que erradicar palabras y frases en el imaginario colectivo, para desterrar la violencia oculta en ellas. “Los hombres que buscan putas no son clientes, son prostituyentes. No compran un servicio porque la puta no vende nada, porque no es dueña de nada, ni siquiera de su cuerpo”, remarcó. Y dijo que utiliza la expresión "puta" no para humillar, sino para incomodar.

La activista sostuvo que el 90 por ciento de los hombres que pagan por prostitutas son casados, y que el 90 por ciento de mujeres que caen en la prostitución lo hacen, porque en un principio buscaban trabajo. En la sala, que estaba llena, asistieron funcionarios, y dos cursos de estudiantes de policías de segundo y tercer año. También público en general. A todos Sánchez le preguntó sobre qué significaban distintas prácticas sexuales. Ante la falta de respuesta o de alguna dichas muy por lo bajo, explicó las vejaciones a las que son sometidas las prostitutas. “Hay hombres que las orinan, que no usan preservativos, que las eligen cuando están embarazadas y que no las dejan ni menstruar porque le colocan inyecciones. Entonces les pregunto, ¿están a favor de que lo legalicen como trabajo, de que permitan con normas que las golpeen?". Ante la rotunda negativa, pasó a contar sobre sus inicios como activista y movilizadora de cambios. Recordó las charlas a las que invitaba a sus hermanas (no utiliza la palabra compañera por la connotación política que le atribuye), en las cuales hablaban de las distintas realidades de cada una. De la violencia que sufrían por parte de sus proxenetas y de la Policía. 

Lo que la escritora busca, a través de su lucha, que la lleva a brindar charlas por toda Latinoamérica, es que los gobiernos implementen políticas que terminen con todo el horror. Lanzó que de las 10 mil chicas rescatadas en los últimos años de las redes de trata, a ninguna le restituyeron sus derechos económicos. Por eso expresó que lo que hay que hacer es un proyecto de reinserción que incluya educación y capacitación laboral.

Finalmente agradeció a todos y pidió más empatía y menos prejuicio.

Entre los que la aplaudieron emocionadas, estaban las funcionarias Adriana Bazzano y Gema Rosales, integrantes de la secretaría. “Fue un mensaje claro. Estés o no de acuerdo, es una postura.  Me llegó al alma y me pone muy feliz que haya aceptado nuestra invitación”, comentó la titular de la cartera. La jefa del Área Diversidad de Género agregó que removió varias cosas de su propia historia y que su discurso abolicionista deber ser el de todos.