El martes, antes de entrar en el despacho de la jueza Penal 3 Virginia Palacios para la declaración indagatoria, una mujer y su hijo, acusados de matar a un familiar en una pelea, tuvieron una larga entrevista con el defensor oficial en lo penal, Carlos Salazar. Ese diálogo, y una primera lectura de las pruebas que los policías de la División Homicidios incluyeron en el sumario, le permitieron al funcionario judicial considerar que no hay intereses contrapuestos, por lo que asumió la defensa de ambos. Les hizo una recomendación a sus defendidos y un primer pedido a la magistrado: a ellos, les dijo que no declararan. A Palacios le solicitó una prórroga de la detención. En ese plazo, Salazar espera poder colectar pruebas suficientes para demostrar que Norma Jaquelina Guzzetta se defendió del ataque de su hermano, Javier Eduardo Guzzetta, y que uno de los hijos de la mujer, Nahuel Ezequiel Pérez, apuñaló a su tío para protegerla.
Salazar no descartó la posibilidad de que, durante la prórroga de ocho días, ambos o alguno de los imputados dé su versión en una ampliación de la indagatoria.
Los fundamentos para decidir si es conveniente que declaren estarán en el resultado de las medidas que ayer, en un escrito, ya le requirió a Palacios. “Quiero que se reproduzca un testimonio que para mí es importante, el de la pareja del fallecido”, Estéfani del Carmen Morales, dijo el defensor.
La noche de Navidad, cerca de las 21, la joven presenció la discusión entre los parientes. Fue en la casa de Norma, en España 1836. Morales fue testigo también del momento en el que su pareja fue apuñalada. Salazar destacó que la palabra de ella cobra relevancia porque “estuvo en el lugar del hecho”.
Javier Guzzetta y Morales habían llegado hace algunos días de Neuquén, y Norma les había dado lugar en su casa. La convivencia bajo el mismo techo no se extendió por mucho tiempo y no terminó bien. Al parecer, Norma les reclamó que no aportaban dinero para los gastos cotidianos, indicó el jefe de la División Homicidios, subcomisario Javier Sosa. El viernes 23, finalmente, Norma los echó. La última discusión fue el domingo, cuando la pareja regresó para buscar unas prendas.
A los primeros policías que llegaron a la escena, Norma Guzzetta les dijo que ella había lesionado a su hermano. Cuando le tomaron la denuncia, Morales desdijo a su cuñada: aseguró que no lo había acuchillado ella, sino Nahuel Pérez. Los investigadores tienen la teoría de que Norma mintió para encubrir a su hijo, para que éste zafara de la detención.
Hay otros dos testimonios, el de dos empleados municipales que estaban en las inmediaciones al domicilio de la imputada, que fueron claves para que la jueza ordenara la detención de Pérez, el lunes a la tarde. “De acuerdo a lo que diga Morales, pediré también que los citen a ellos”, aclaró el funcionario.
Uno de ellos habría estado estacionado en proximidades a la vivienda donde fue el problema, aguardando a su compañero. Éste habría visto una breve secuencia, luego de que Guzzetta recibiera la puñalada. El lesionado “salió corriendo, detrás de él iba Pérez y atrás, la mujer –NdP: en referencia a la detenida–. En un determinado momento, Javier Guzzetta cayó boca arriba. Al ver que se cayó, el que lo seguía regresó caminando, rápidamente. El testigo dijo que vio desde su auto que ese joven levantó del suelo un cuchillo, que llevaba en el costado, sin ocultarlo en ningún momento”, resumió una fuente de la causa.
Además del testimonio de Morales, Salazar solicitó que, cuando fuera a tribunales, la imputada fuera examinada por un médico forense. Según Salazar, los distintos testimonios que la Policía ha incorporado refirieron que ella “tenía lesiones visibles, que estaba físicamente dañada, que tenía magullones, el rostro prácticamente desfigurado por los golpes que le dio su hermano”. Contó que, a simple vista, tiene un derrame importante y un hematoma en un ojo.
Ante una herida, “el paso del tiempo no es una cuestión menor –continuó Salazar–. Por ello, pedí que le tomaran fotografías, para que quede registrado”.
Con la intención de obtener más pruebas sobre el mismo punto, solicitó que remitan los informes del o los centros médicos donde la atendieron después del hecho.
También hizo un requerimiento que, por su lado, los policías de Homicidios ya habían realizado: la remisión de los antecedentes del hombre asesinado. Según la información que maneja el defensor –la misma que tiene la Policía, aunque no está confirmada de modo oficial por el Registro Nacional de Reincidencia (RNR)–, Guzzetta habría pagado una condena por un homicidio, “en circunstancias que serían similares a las del hecho ocurrido el pasado domingo”, manifestó Salazar.
“Es más, el comentario que me ha llegado es que solía portar armas blancas. De ser así, de corroborarlo, ello cobra relevancia, y la jueza tendrá que tomarlo en cuenta en su evaluación. No es una cuestión menor”, opinó.


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