Con ayuda de la víctima, detuvieron a un joven que robó $30

Hace apenas dos meses Luciano “el Mellizo” Rodríguez volvió a ser un hombre libre. Cumplió con la condena de una de las tantas causas por robo en las que han estado involucrados él y su hermano mellizo. Antenoche, mientras caminaba por una vereda del barrio San José de Villa Mercedes, vio a Miguel Walter Vargas caminar solo, en una cuadra precisamente oscura. Ese cuadro, casi ideal para cualquier delincuente, le bastó para volver a las andanzas que lo encaminaron alguna vez al penal. Atacó a ese vecino, pero no le valió de nada. A las cuatro cuadras, con las referencias de la víctima, la Policía lo interceptó y lo detuvo. Encima, tenía lo que le acababa de robar al hombre: los 30 pesos con los que le puso precio a su libertad.

El robo sucedió antenoche, después de las 22. Miguel trabaja como conserje en un conocido hotel de calle Salta y, como el alojamiento está a unas 15 cuadras de su casa y el clima se prestaba, regresó a su domicilio a pie, contó una fuente.

En el camino, paró en un almacén. Compró queso, fiambre y aceitunas para la pizza que su esposa preparaba para cenar.

Caminó por León Guillet, cuando llegó a la esquina de Brasil, dobló. Apenas hizo diez metros y, en esa parte de la vereda escondida bajo la oscuridad de los frondosos árboles, se topó de frente con un joven.

“¡Dame la plata! ¡Dame la plata!”, le dijo a Vargas. El hombre de 50 años que sabía que en el bolsillo trasero de su pantalón no le convenía hurgar porque allí tenía mucho más dinero, metió la mano en el bolsillito delantero de su camisa. “Ahí había puesto el cambio de lo que había comprado”, contó el informante. 

Sacó los únicos treinta pesos que allí tenía guardados y se los dio al ladrón. “Tomá, es todo lo que tengo”, le aseguró. El otro, que esperaba mucho más, le contestó: “Dame el celular, dame el celular”. “No, no tengo teléfono”, le aclaró el conserje.

“Fue ahí cuando el tipo metió la mano en el bolsillo del pantalón, como si fuera a sacar un arma, algo como para apurarlo”, contó la fuente. Miguel, sin ver si realmente tenía un arma, gritó. “Pegó un grito tan fuerte que el ladrón, no sé, se abatató y salió corriendo para el otro lado”, relató. Huyó por León Guillet, de oeste a este.

Con los nervios más calmos, Vargas continuó el camino a su casa y, mientras lo hacía, llamó al 101. El personal del Centro de Operaciones les informó a los móviles que circulaban en la calle lo que había pasado en Brasil y León Guillet y que, en las inmediaciones, merodeaba aún el ladrón.

Una patrulla se allegó hasta donde estaba la víctima, en calle Pringles. El conserje les reiteró cómo era el joven que le había robado. Les dijo que tenía alrededor de 25 años, que era delgado, medía 1,70 metro, vestía una remera blanca con una franja roja y negra, similar a la camiseta de River Plate, y una gorra con visera.

Los policías le pidieron “subí (al móvil), así nos ayudas a reconocerlo”. A las cuatro cuadras, Miguel vio a un muchacho apoyado en una camioneta y les señaló a los investigadores "es ése".

Cuando "el Mellizo" vio que tenía a los efectivos encima trató de deshacerse de algo que tenía en la mano. Lo tiró debajo de la camioneta. Era una cámara digital de fotos, que tampoco pudo acreditar como propia.

“El Mellizo”, de 31 años, quedó acusado de “robo simple”, una causa que instruye la Comisaría 10ª.