SAN LUIS - Domingo 19 de Mayo de 2024

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“Cuando uno rescata a un animal, está salvando una vida”

Por redacción
| 15 de mayo de 2016
Cable a tierra. Luego de trabajar todo el día, Eleonora se dedica exclusivamente a sus cachorros.

Eleonora Olguín divide su tiempo entre ser docente de la Universidad de la Punta y cuidar a sus mascotas. Esos quince perros, dos gatos y dos palomas que se han convertido en su familia. Pero además de preocuparse por alimentarlos, limpiarlos y cuidarlos, se dedica a rescatar a los callejeros que sufren la indiferencia y el abandono de sus “propietarios”. Y es que desde hace casi un año integra “Caneritos”, una agrupación que lucha por el bienestar y protección de animales. 

 


El amor por estos seres nació en sus primeros años de la infancia. “Lo aprendí de mi madre, la ‘Carola’, como le dicen. Nosotros éramos una familia muy humilde, aún así, cuando hacía el almuerzo nos daba las verduras  y los huesos iban para los perros, a nadie le faltaba la comida. Eso me quedó grabado por siempre”. 

 


Desde entonces optó por vivir un camino diferente, una decisión que la hizo modificar algunos hábitos. “En los últimos años me comprometí mucho con los animales, hasta me hice vegetariana. Luego comencé como proteccionista. Y aunque siempre lo hice sola, de manera independiente, compartí esta pasión con muchas personas. En mi cuenta de Facebook tengo alrededor de tres mil contactos y la mayoría son de personas que hacen lo mismo, a veces compartimos opiniones, otras no, pero siempre tratamos de ayudarnos entre todos”.

 


Eleonora es villamercedina pero por su trabajo debió mudarse a Juana Koslay, igualmente los fines de semana regresa a su ciudad natal, donde también tiene dos canes. En San Luis convive con su pareja, que la acompaña en el cuidado de sus diecinueve mascotas. “La casa es muy chiquita, pero el patio es grande. Adentro están las palomas, los mininos y tres perritas viejas que están muy enfermas”, describió.

 


Destacó que tanto los perros como los gatos y las palomas, fueron rescatados de diversos lugares.  “El primero que adoptamos fue ‘Mordelón’, hace siete años. Le pusimos así porque cuando lo encontramos me mordía toda. Él estaba en la ruta de El Suyuque, no ladraba sólo aullaba. Pensamos que debe haber sufrido mucho porque hasta el día de hoy es muy temeroso. Con el resto de la gente se esconde, pero con nosotros es muy cariñoso”.

 


Si bien la llegada de cada uno de ellos fue “muy especial” para Eleonora, ella recuerda uno en particular. Hace algunos meses se topó con una paloma que luego llamó “Alma”. “Fue muy raro cuando la vi. La encontré un día cuando fui a darle de comer a unos perritos y ahí estaba ella. La quise ahuyentar pero tenía un pedazo de alimento balanceado, se lo saqué y comenzó a seguirme. Me tenía que ir a trabajar, no podía llevarla, pero me dije: ‘Si para cuando termine sigue acá, la llevo a casa’. Salí, seguía ahí firme, entonces la alcé. Fue muy emocionante convivir con ella. Lamentablemente estaba enferma y falleció a las pocas semanas”, recordó con un dejo de tristeza colándosele entre los hilos de la voz.

 


Pero a los días de su pérdida, recibió amor a cambio con la “visita” de un ave parecida a "Alma", a la que también adoptó y nombró “Palu”. “Después se sumó ‘Alida’, a ella la encontré en la plaza Rivadavia, donde hacemos las adopciones con 'Caneritos'. Es muy gracioso porque se piensan que soy su mamá, se suben a mi cabeza y se quedan ahí. Están muy humanizadas, no las puedo soltar porque están acostumbradas a casa”.

 


Aunque asegura que darle un hogar a los “sin voz” es gratificante, reconoció que es una tarea muy difícil porque “implica darles de comer, tener que limpiar. Aún así es la vida que elegimos. Yo trabajo todo el día, de 8 a 21, salgo y voy pensando que me esperan. Se complica, pero ellos te dan tanto, miran de una manera invalorable y especial. Lo que dan es mucho en comparación a lo que uno puede hacer para ayudarlos”.

 


En Villa Mercedes hay cientos de voluntarios que eligen destinar su vida -voluntaria o inconscientemente- al rescate de animales. Algunos integran las diez organizaciones proteccionistas locales. Otros, lo hacen solos y en silencio. Olguín resaltó el papel de los niños y adolescentes que se suman a la cruzada. “Son un ejemplo para la comunidad, tienen una energía muy pura. En nuestra agrupación hay una nena de doce años que viene y nos ayuda, cuida a los perritos con un amor. Ya lo tiene en sus genes, así pasa con muchos chicos”.

 


Eleonora pidió a los vecinos de su ciudad y de la provincia, mirar a los “ojos de los animales” porque van a encontrar un “amor incondicional”. “Hay que conectarse con ellos y así uno se da cuenta de todo lo que están dispuestos a dar. Jamás pensé que iba a conectarme con una paloma, pero así fue. La gente que no los quiere debería replantearse algunas cosas. Son seres vivos que nos necesitan. Tienen que saber que cuando uno los rescata, está salvando una vida”, fue su mensaje concientizador.

 


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